Paul Thomas Anderson. José Francisco Montero Martínez
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СКАЧАТЬ el fondo de las historias narradas en esos tres filmes, nunca se erige en protagonista de los mismos, ni siquiera por el papel que pudiera tener en la definición de los personajes –lo verdaderamente importante en su cine, como iremos comprobando– a partir de la interacción de éstos con el mismo.

      En Embriagado de amor, el Valle de San Fernando aparece, en mayor medida que en sus filmes previos, como un espacio triste, solitario, incluso alienante, asumiendo rasgos de angustioso decorado expresionista más que de retrato naturalista del mismo, hasta tal punto que parece un lugar absolutamente diferente al plasmado en sus dos películas previas.

      Pozos de ambición, por último, se sale de los límites del Valle de San Fernando aunque no de los de California. Ampliando el marco geográfico y temporal, con esta película Anderson quiso retratar a las gentes que trabajaron en las explotaciones petrolíferas en la California de principios de siglo XX –aunque finalmente la película se tuviera que rodar en Texas–.

      Ernie Anderson y el mundo del espectáculo

      Una figura fundamental en los inicios de la carrera del cineasta ha sido su padre, Ernie Anderson. Habida cuenta de la frecuencia con que la obra de Paul Thomas Anderson retrata relaciones paterno-filiales conflictivas, cuando no traumáticas, es lógico preguntarse por una posible procedencia vital de esta recurrencia, adentrándonos así en el resbaladizo terreno, cuando no simplemente estéril, de la interpretación psicoanalítica, o al menos en clave autobiográfica. Sin embargo, al parecer la relación del autor de Magnolia y su padre, más allá de los inevitables y eventuales conflictos, estuvo marcada por una gran admiración mutua.

      Ernie Anderson, nacido en 1923 en Lynn (Massachusetts) y muerto en febrero de 1997 en Los Ángeles, antes de estrenarse la segunda película de su hijo, adquirió a lo largo de su carrera un sólido prestigio por su trabajo en la radio y por ser la voice-over en muchas producciones televisivas, además de ocasionales trabajos como actor. En los años 60 se hizo muy popular en Cleveland gracias a un programa emitido en una televisión local, en el cual creó un curioso personaje, Goulhardi –nombre luego utilizado por Paul Thomas Anderson para bautizar su compañía–, que hacía de presentador y de extravagante animador de películas de terror de serie B, acompañando, además, la proyección de las mismas con comentarios sarcásticos acerca de algún aspecto particularmente jocoso de estas películas.

      El mundo del espectáculo y de la cultura popular forma parte, pues, de la vida de Paul Thomas Anderson desde su niñez –aparte del trabajo de su padre, algunos de sus hermanos mayores pertenecieron a diversos grupos de rock–; no obstante, según Anderson, esta vinculación temprana con el show business proviene más de haber crecido en Los Ángeles que de la labor desa­rrollada por su padre, el cual, además, apenas se relacionaba con la gente del cine. Así, el mundo del espectáculo aparecerá retratado con frecuencia en sus filmes: el cine pornográfico en Boogie Nights o la televisión en Magnolia, incluso el mundo de los casinos –que no dejan de ser una forma de espectáculo– en Sydney o el de los predicadores carismáticos en Pozos de ambición, en cuya labor son trascendentales los efectos escénicos. En el cine de Anderson el show business y sus sucedáneos se constituyen en el escenario privilegiado a partir del cual introducir la dialéctica entre las apariencias y lo que hay detrás de ellas, entre la imagen y su objeto, entre la lucha por el éxito y los muchos fracasos que la acompañan, dialéctica que informa en buena medida su obra, como veremos más adelante.

      Con la excepción de Embriagado de amor, en el argumento de todas sus películas las relaciones paterno-filiales devienen esenciales: así sucede tanto con las que unen a John Finnegan y Sydney, en su primer largometraje, como a Eddie Adams y a Jack Horner en Boogie Nights, ambas de carácter sustitutivo, así como con las conflictivas relaciones que mantienen Frank Mackey, Claudia Gator o Stanley con sus respectivos padres en Magnolia, una película sobre la que, no en vano, Anderson ha manifestado que, si la tuviera que resumir de alguna forma, diría que es una película sobre cómo debieran tratar los padres a sus hijos. Tras el paréntesis de Embriagado de amor, en Pozos de ambición la relación entre padre e hijo vuelve a ocupar un lugar destacado en la historia, en este caso compartido con la que mantienen Daniel Plainview y el predicador de la localidad, Eli Sunday.

      Mencionaba algo más arriba que los padres de Anderson se separan en su infancia y a partir de entonces el futuro director apenas ha tenido trato con su madre, Edwina Gough, quien también trabajó como actriz en pequeños papeles para televisión. Esta circunstancia, al parecer, ejerció un fuerte impacto emocional en él. Al contrario que respecto a la relación con su padre, Anderson se ha negado repetidamente a hablar de la mantenida con su madre, de la que tan sólo se sabe que ambos están enemistados desde hace años. Como mucho, ha explicado ese silencio aduciendo que esta relación tal vez sea el centro de una película suya en el futuro. Dentro de su filmografía, es en la tempestuosa convivencia entre el protagonista de Boogie Nights y su madre donde existe una posible vinculación con esta relación, mientras que en Pozos de ambición y Magnolia los conflictos generacionales se relacionan más con el padre. No obstante, acerca de este último filme, en alguna ocasión Anderson ha manifestado que СКАЧАТЬ