Название: El prÃncipe roto
Автор: Erin Watt
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los Royal
isbn: 9788416224685
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Capítulo 6
A la mañana siguiente, salgo de mi cama a rastras y mi cuerpo protesta ante el simple acto de moverse. No estaba exactamente en mi mejor forma en la pelea de anoche. Sí, la rabia me cegaba, pero no tenía la suficiente resistencia. Me llevé varios golpes que ahora a la luz del día me hacen encogerme de dolor.
El moratón en el lado izquierdo de las costillas ya está morado y verde. Rebusco en el armario para ponerme una camiseta ancha que me esconda la herida y me enfundo un par de pantalones de chándal.
Abajo, en la cocina, encuentro a Brooke sentada en el regazo de mi padre. Tan solo son las nueve y media, pero mi padre ya tiene su habitual copa de whisky escocés en la mano. Si yo estuviera follándome a Brooke, supongo que también bebería durante las veinticuatro horas de los siete días de la semana, pero joder… ¿por qué no es capaz de ver cómo es realmente?
—¿Se sabe algo del investigador privado? —pregunto a mi padre.
Él sacude la cabeza con brusquedad.
—Todavía nada.
—Me pone enferma todo esto —se queja Brooke—. Esa pobre chica está sola, quién sabe dónde… —Le acaricia la mejilla a mi padre—. Querido, tienes que hablar seriamente con Easton sobre su adicción a las apuestas. Imagínate cómo habrá tenido que ser ese corredor de apuestas para espantar a Ella de esta manera.
Brooke me mira fijamente a los ojos por encima de la cabeza de mi padre y me guiña un ojo.
Qué puta pesadilla. Me mantengo ocupado con el desayuno. Sandra se levantó temprano para preparar un montón de tostadas francesas, que ha dejado en el horno para que las devoremos, junto con una pila de beicon. Levanto mi plato y me apoyo contra la encimera, reacio a sentarme a la mesa mientras ese demonio y mi padre estén haciéndose carantoñas.
Papá se da cuenta y sienta a Brooke en la silla contigua a la suya.
—Ven y siéntate, Reed. No somos animales.
Lo atravieso con la mirada.
—¿Usas los dichos de mamá para atacarme? Eso es un golpe bajo —murmuro, y luego me arrepiento al ver como tensa la boca, dolido. Brooke tampoco parece muy feliz, pero eso es porque le encanta fingir que Maria Royal nunca existió.
—¿Quedan tostadas francesas? —La voz de Sebastian en el umbral de la puerta interrumpe lo que sea que Brooke estuviera a punto de decir.
—Sí, te sirvo un plato —le ofrezco—. ¿Va a bajar Sawyer?
—Todavía no. Está hablando por el teléfono.
Una sonrisa aparece en las comisuras de la boca de Seb. Seguramente, Sawyer esté manteniendo sexo telefónico con Lauren, la novia de los gemelos.
De repente, recuerdo lo que Daniel dijo para provocarme.
—¿Estáis teniendo cuidado? —pregunto en voz baja mientras le paso a Seb su plato.
Él frunce el ceño.
—¿Y a ti qué cojones te importa?
—Ya se empiezan a escuchar rumores en el instituto, eso es todo. No quiero que lleguen a papá y que te mande a un internado.
—Claro, como a ti se te da tan bien esconderle tus cagadas… —replica Seb a modo de burla.
Me fijo en que Brooke está observando nuestra susurrada conversación con interés, así que le doy la espalda y bajo todavía más la voz.
—Mira, me preocupo por vosotros. No quiero que pase nada, pero nadie se traga vuestro jueguecito.
—Métete en tus propios asuntos. Al menos nosotros podemos aferrarnos a la chica que tenemos en vez de espantarla. —Seguro que mi cara refleja lo sorprendido que estoy, porque Seb ríe entre dientes—. Sí, sabemos que fue culpa tuya y no de East. No somos tan tontos. Y también sabemos lo suyo. —Tuerce la cabeza discretamente hacia Brooke—. Así que métete tu opinión por donde te quepa. Estás tan enfermo como nosotros.
Seb coge su plato y sale con paso firme de la cocina.
—¿De qué iba eso? —pregunta papá desde la mesa.
—Son cosas de chicos —gorjea Brooke.
La sonrisa que hay dibujada en su rostro es genuina. Disfruta al vernos pelear. Quiere que nos peleemos.
Me trago algún trozo más de las tostadas francesas, aunque tengo el estómago cerrado. No sé si esta familia se recuperará algún día de la muerte de mi madre. La imagen de ella tumbada en la cama, con el rostro inexpresivo y los ojos fríos e inertes siempre está presente en mi cabeza. Aunque cuando Ella estaba aquí, el recuerdo apenas era visible.
Y ahora todo se está yendo al traste.
***
La casa está en silencio. No vuelvo a ver a Seb ni a Sawyer. No quiero pensar en dónde podría estar Gid ahora mismo. Y East me está evitando: no me ha respondido a ningún mensaje ni me ha devuelto las llamadas.
Tengo la sensación de que no va a volver a hablarme hasta que Ella aparezca.
Alrededor de las nueve, Wade me manda un mensaje para avisarme de que hay una fiesta en la casa de Deacon Mills. No tengo ningún deseo de pillarme un pedo o de rodearme de borrachos, así que rechazo la invitación. Pero sí que le pido un favor:
«Dime si East va. No sé dónde está».
Sobre las once, Wade me devuelve el mensaje:
«Tu hermano está aquí. Va ciego».
Mierda.
Me enfundo unos pantalones de chándal y una camiseta de manga larga. La brisa de la costa ha refrescado. El otoño ha llegado para quedarse. Me pregunto cómo le va a Ella. ¿Estará pasando frío? ¿Estará durmiendo bien? ¿Tendrá comida? ¿Estará segura?
Cuando llego a casa de Mills, la encuentro a rebosar de gente. Parece que todos los estudiantes de último año están allí. Tras pasarme quince minutos buscando a East, desisto y le mando otro mensaje a Wade, al que tampoco veo por ninguna parte.
«Dónde está?»
«Sala de juegos».
Cruzo el salón en dirección a la enorme sala de estar que también cumple la función de sala de billar. Wade está junto a la mesa de billar hablando con uno de sus compañeros de equipo. Nos cruzamos la mirada y señala con la cabeza a la izquierda.
Sigo la dirección de sus ojos. Mi hermano está desparramado en el sofá con una rubia sentada en el regazo. El rubio cabello le cubre el rostro como una cortina, así que no sabría decir quién es, pero sí que veo que tiene los labios pegados a los de East. Él le mete poco a poco una mano bajo la falda, y la chica СКАЧАТЬ