El príncipe roto. Erin Watt
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El príncipe roto - Erin Watt страница 13

Название: El príncipe roto

Автор: Erin Watt

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Los Royal

isbn: 9788416224685

isbn:

СКАЧАТЬ —pronuncio desde el umbral de la puerta.

      Mi hermano levanta los ojos azules vidriosos en mi dirección, con las mejillas ruborizadas. Está completamente pedo. Genial.

      —Mira, Abs, es mi hermano mayor —masculla.

      —Vamos. Hora de irse —ordeno a la vez que le tiendo una mano.

      Abby se queda mirándome con los ojos abiertos como platos. Es evidente que se siente culpable, pero ahora mismo me preocupa más East. Algún demonio lo está atormentando bastante si ha decidido liarse con mi ex.

      —¿Qué prisa tienes? Abs y yo solo acabamos de empezar. ¿Verdad, nena?

      Abby se sonroja todavía más.

      —Reed —empieza a decir ella, pero la ignoro.

      —Levántate —espeto a mi hermano—. Nos vamos.

      —No me voy a ninguna parte.

      —Sí lo vas a hacer.

      No se mueve.

      —Que tú no vayas a mojar, no significa que mi polla se vaya a quedar a dos velas, ¿verdad, Abs?

      Abby emite un tenue ruido. No estoy seguro de si le está dando la razón o si está mostrando su desacuerdo, pero me importa un bledo. Yo solo quiero llevar a Easton a casa antes de que haga algo de lo que se arrepienta.

      —Tu polla ya se divierte bastante.

      —A lo mejor quiere más. —East sonríe—. ¿Y a ti qué te importa? Ambos sabemos que disfrutará más conmigo.

      El rostro de Abby está ahora rojo como un tomate.

      —Easton —dice con firmeza.

      —¿Qué? Sabes que tengo razón. —Mi hermano fija su mirada burlona en ella—. Pierdes el tiempo soñando con él, nena. ¿Te dijo alguna vez que te quería? No, ¿verdad? Eso es porque nunca te ha querido.

      Abby profiere un grito ahogado de dolor.

      —Que te jodan, Easton. Que os jodan a los dos.

      Acto seguido, se marcha corriendo de la sala de estar sin mirar atrás. Easton la observa marcharse y, luego, se gira hacia mí y empieza a reír con frialdad.

      —Otra mujer que huye, ¿eh, hermano? Ella, Abby…

      —Tú eres quien la ha espantado. —Niego con la cabeza—. Deja en paz a Abby. No es uno de tus juguetes, East.

      —Qué, ¿es demasiado buena para un capullo como yo?

      Sí.

      —Eso no es lo que he dicho —miento.

      —Y una mierda. No quieres que mancille a tu pura y dulce Abby. No quieres que la vuelva loca. —East avanza y se balancea sobre los pies. El aroma a alcohol que me llega en cuanto abre la boca casi me deja KO—. Eres un puto hipócrita. Tú eres la manzana podrida. Tú eres el que arruina a las chicas. —Se acerca todavía más, hasta que nuestras caras están a un par de centímetros de distancia. Luego, acerca la boca a mi oído y susurra—: Has arruinado la vida de Ella.

      Me encojo de dolor.

      Todos los presentes en la sala nos observan. Los Royal están peleados, damas y caballeros. Los gemelos han dejado de hablarme. Seb debe de haberle dicho algo a Sawyer y, ahora, los dos me miran como si tuviera la lepra. East intenta deshacerse del dolor a base de sexo. Gid está enfadado con el mundo. ¿Y yo? Yo me estoy ahogando.

      —Vale. Me piro. —Paso por su lado luchando por mantener el control—. Haz lo que quieras, tío.

      —Ten por seguro que lo haré —masculla.

      Capto la atención de Wade e inclino la cabeza hacia la puerta. Él no pierde el tiempo y se encuentra allí conmigo.

      —Asegúrate de que East llegue sano y salvo a casa —murmuro—. No puede conducir en este estado.

      Wade asiente.

      —Entendido. Vete a casa. Mañana será otro día.

      Si Ella aparece, sí. Si no, estamos jodidos.

      Conduzco de vuelta a casa. Me siento derrotado e intento no pensar en el infierno en el que se ha convertido mi vida. Ella no está. East está tocadísimo. Brooke ha vuelto. No sé qué hacer con toda la ira que siento. No puedo volver a pelear. Me duelen demasiado las costillas. Pero tengo las manos perfectas, así que bajo a la sala de musculación y descargo toda mi frustración en el saco de boxeo.

      Finjo que el saco soy yo. Lo atizo hasta que tengo las manos ensangrentadas y los pies y las piernas llenos de marcas rojas.

      Sin embargo, no me sirve de nada.

      Cuando acabo, me ducho para deshacerme del sudor y la sangre, me pongo otros pantalones y subo a la planta de arriba. En la cocina, me hago con una bebida energética y me sorprendo al ver la hora que es: la una y pico de la madrugada. He estado en el sótano casi una hora y media.

      Subo las escaleras, agotado. Quizá esta noche pueda dormir. El pasillo está oscuro y todas las puertas están cerradas, incluida la del dormitorio de East. Me pregunto si habrá vuelto de la fiesta.

      Cuando me acerco a la mía, oigo ruidos. Unos gruñidos graves y unos jadeos.

      ¿Qué cojones?

      Más le vale a Brooke no estar ahí.

      Abro la puerta y lo primero que veo es el trasero desnudo de mi hermano. Está en mi cama. Y también Abby, que está gimiendo suavemente al tiempo que East la penetra. Está agarrada a sus hombros y tiene las piernas alrededor de sus caderas. Su cabello está esparcido por mi almohada.

      —¿En serio? —gruño.

      Easton deja de moverse, pero mantiene una mano sobre uno de los pechos de mi ex. Gira la cabeza hacia mí y me ofrece una sonrisa salvaje.

      —Joder, tío, ¿esta es tu habitación? —pregunta con sorna—. Debo de haberla confundido con la mía. Lo siento, hermano.

      Cierro la puerta de un portazo y me tambaleo hacia atrás en el pasillo.

      ***

      Duermo en la habitación de Ella. O, mejor dicho, me tumbo en la cama de Ella y me quedo pensando durante toda la noche. Por la mañana, me topo con East en la cocina.

      —Anoche Abby me hizo sentir muy bien.

      East sonríe con suficiencia y le pega un buen bocado a una manzana.

      Me pregunto distraídamente lo que sentiría si le metiera esa manzana entera en la garganta. Probablemente se reiría y diría que quiere otra solo para demostrármelo. ¿Pero demostrarme qué? ¿Que me odia?

      —No sabía que fuéramos a compartir como los gemelos.

      Agarro СКАЧАТЬ