Название: La princesa de papel
Автор: Erin Watt
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los Royal
isbn: 9788416224616
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Me coge el brazo con una sorprendente fuerza y me arrastra a la limusina. Durand está en el interior. Ya empiezo a quererlo.
—Hola, Durand. —Saludo con la mano antes de darme la vuelta y mirar a Brooke—. ¿Qué te parece si me siento delante con Durand y dejo que te relajes en la parte de atrás? —sugiero.
—No. Quiero conocerte. —Me empuja hacia el asiento y se mete detrás de mí—. Cuéntamelo todo.
Reprimo un suspiro; no tengo ganas de charlar con la novia de Callum. Después me reprendo, porque Brooke es amable conmigo. Normalmente no soy tan criticona, así que me obligo a bajar un poco la guardia. En todo caso, parece que Brooke es más de mi estilo que de los Royal, ya que los compañeros de los chicos la llaman extra.
Aunque parece joven. Muy joven. Tan joven que Callum podría ser su padre.
—No hay mucho que contar —respondo, con los hombros encogidos—. Soy Ella Harper. Callum dice que Steve O’Halloran es mi padre.
Brooke asiente.
—Sí, me lo ha contado esta mañana. ¿No es genial? Me ha dicho que te encontró a varias horas de aquí y que lo pasó muy mal al saber que tu madre había fallecido. —Me coge de la mano y su sonrisa se apaga ligeramente—. Mi madre murió cuando yo tenía trece años. Aneurisma cerebral. Me quedé con el corazón roto, así que sé cómo te sientes.
Cuando me aprieta la mano, siento un nudo en la garganta. Trago saliva un par de veces antes de contestar.
—Lo siento.
Cierra los ojos durante un momento, como si también tratase de controlar sus emociones.
—Bueno, ambas estamos en un sitio mejor, ¿a que sí? Callum también me salvó a mí.
—¿Tu también hacías striptease por dinero? —pregunto sin pensar.
Brooke abre los ojos como platos y suelta una risita antes de taparse la boca.
—¿Hacías eso?
—No me desnudaba completamente. —Me encojo ante su risa y deseo no haberlo mencionado.
Ella se calma y me vuelve a dar una palmadita en la mano.
—Siento haberme reído. No me he reído de ti, sino por Callum. Seguramente se sintió avergonzado. Intenta ser un buen padre con todas sus fuerzas, y estoy segura de que conocer a su pupila en un local nocturno tuvo que ser sorprendente.
Ruborizada y avergonzada, miro por la ventana. El día de hoy no podría haber ido peor. Empezando por los sentimientos extraños provocados por el odio agresivo de Reed, seguidos por la condescendiente visita guiada de Savannah y la confesión vergonzosa a la novia de Callum. Odio sentir que estoy en un lugar al que no pertenezco. El primer día en un colegio nuevo. El primer viaje en autobús. El primer…
Un golpecito en la frente interrumpe mis pensamientos.
—Eh, no te pierdas en tu mente, cielo.
Giro la cabeza y miro a Brooke.
—No lo hago —respondo.
—Y una mierda —dice en un tono dulce y cariñoso. Levanta la mano y la posa en mi mejilla—. No me desnudaba, pero eso es porque decidí hacer cosas peores para sobrevivir. No te juzgaré. En absoluto. Lo importante es que ya no estás ahí y que no volverás nunca. Si juegas bien tu mano, tendrás la vida arreglada de por vida. —Entonces, retira la mano y me da una palmadita en la cara—. Ahora sonríe, porque nos vamos de compras.
No voy a mentir, suena bien.
—¿Cuánto gastaremos?
Ya he estado en centros comerciales. La cantidad asciende rápido, incluso cuando hay ofertas, pero si tengo uniforme solo necesitaré un par de cosas. Otro par de pantalones. Quizá una camiseta o dos. La playa está cerca, así que lo lógico es comprar un bañador. Podría gastarme algunos cientos de dólares.
La cara de Brooke se ilumina. Saca una tarjeta y la agita delante de mi cara.
—Has hecho la pregunta equivocada. Todo corre a cargo de Callum, y créeme, no importa que diga que su negocio iba mal hace unos años, ese hombre podría comprar y vender el centro comercial entero y tener todavía bastante para hacer que la prostituta más lujosa tenga un orgasmo.
Ni siquiera sé cómo responder a eso.
Acudimos a un centro comercial al aire libre donde hay pequeñas tiendas con ropa diminuta y etiquetas enormes. Cuando no puedo decidirme a comprar nada (¿mil quinientos dólares por un par de zapatos? ¿Están hechos de oro de verdad?), Brooke toma las riendas y le da artículos y artículos de ropa a la dependienta.
Hay tantas cajas y bolsas que temo que Durand deba cambiar el coche por un camión de mudanzas. Estoy exhausta después de visitar la décima tienda y supongo que Brooke se siente igual cuando la oigo suspirar.
—Voy a sentarme aquí y comer un tentempié mientras tú terminas.
Se sienta en una silla de terciopelo y hace una señal a una dependientam que se acerca de inmediato.
—¿Qué le traigo, señorita Davidson?
—Un mimosa. —Agita la mano con la que sujeta la tarjeta que ha usado hasta ahora. Me sorprende que no se haya derretido—. Ve y compra. Callum se sentirá decepcionado si no vuelves a casa con el maletero lleno de bolsas. Me ha dicho específicamente que necesitas de todo.
—Pero… yo… —Me siento completamente incómoda. Déjame suelta por Walmart o incluso Gap y me irá bien. ¿Pero aquí? Ninguna de estas prendas parece que deba ser usada. Aun así, Brooke ha terminado de hablar conmigo. Ella y la dependienta conversan animadamente sobre qué marcará más tendencia en otoño: la franela gris o el tweed gris.
Cojo la tarjeta a regañadientes, que es más pesada que las que he tocado hasta ahora. Me pregunto si hay otra dentro y por eso Brooke ha comprado media tienda sin que se haya quemado. Me marcho y compro algunas cosas más; tiemblo al ver el precio y me siento aliviada de verdad cuando aparece Durand para llevarnos de vuelta al castillo de los Royal.
De camino a casa, Brooke parlotea y me ofrece consejos sobre cómo conjuntar algunas de mis adquisiciones para crear el modelito de diseñador perfecto. Algunas de sus sugerencias me hacen reír, y me sorprende darme cuenta de que hoy no lo he pasado tan mal con Brooke. Claro que se entusiasma demasiado y es un poco exagerada, pero quizá fui injusta cuando cuestioné el gusto de Callum por las mujeres. Al menos, Brooke entretiene.
—Gracias por el viaje, Durand —digo cuando nos detenemos frente a la puerta de la mansión. Él aparca el coche aquí mismo en lugar de dirigirse a un lateral como hizo ayer, cuando llegamos de Kirkwood.
Durand ayuda a Brooke a salir del coche y a subir las escaleras. Yo los sigo como si fuese la extra, tal y como denominó Savannah a Brooke.
—Ahora recojo las bolsas —me avisa, con la cabeza girada СКАЧАТЬ