La princesa de papel. Erin Watt
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Название: La princesa de papel

Автор: Erin Watt

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Los Royal

isbn: 9788416224616

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СКАЧАТЬ de anchas que tres normales. Brillan por los rayos de sol que se cuelan por las ventanas del pasillo.

      Antes de darme cuenta salimos y andamos por un camino adoquinado y bordeado de árboles que dan sombra. Savannah señala otro edificio cubierto de hiedra.

      —Ese es el ala de los de penúltimo año. Todas tus clases se impartirán allí. Excepto Educación Física: el gimnasio está en el campo sur.

      Ala este. Campo sur. Este colegio es ridículo.

      —¿Ya has conocido a todos los chicos? —Se detiene en mitad del camino y fija sus ojos oscuros y astutos en mi cara. Me vuelve a estudiar.

      —Sí. —La miro a los ojos directamente—. No me han impresionado.

      Savannah ríe, sorprendida.

      —Entonces eres parte de la minoría. —Su cara vuelve a adquirir una expresión seria—. Lo primero que debes saber sobre Astor Park es que los Royal controlan este sitio, Eleanor.

      —Ella —la corrijo.

      Ella gesticula con la mano.

      —Lo que sea. Ellos ponen las reglas. Ellos las hacen cumplir.

      —Y todos vosotros los obedecéis como buenas ovejitas.

      Sus labios se contraen en una pequeña mueca.

      —Si no lo haces, pasarás cuatro años horribles.

      —Bueno, pues me importan un comino sus reglas —respondo sacudiéndome de hombros—. Puede que viva en su casa, pero ni los conozco ni quiero hacerlo. Solo estoy aquí para terminar mis estudios.

      —De acuerdo, supongo que es hora de que te dé otra lección sobre Astor —responde, y echa los hombros hacia atrás—. La única razón por la que soy amable contigo…

      Espera, ¿para ella esto es ser amable?

      —… es porque Reed todavía no ha emitido el decreto Royal.

      Levanto una ceja.

      —¿Y eso qué significa?

      —Significa que basta que diga una palabra para que no seas nadie aquí. Insignificante. Invisible. O peor.

      Me echo a reír.

      —¿Se supone que me tiene que asustar?

      —No, es la verdad. Hemos estado esperando que aparecieras. Nos han avisado y ordenado que no hagamos nada hasta nueva orden.

      —¿Quién? ¿Reed? ¿El rey de Astor Park? Vaya, mira como tiemblo.

      —Todavía no han tomado una decisión respecto a ti. Aunque lo harán pronto. Te conozco desde hace cinco minutos y ya sé cuál será. —Sonríe de forma burlona—. Las mujeres tenemos un sexto sentido. No nos lleva mucho tiempo saber a quién nos enfrentamos.

      Le devuelvo la sonrisa.

      —No, es cierto.

      El choque de miradas solo dura varios segundos. Lo suficiente para transmitirle que me importan una mierda ella, Reed y la jerarquía social que obedece. Después, Savannah se echa el pelo hacia atrás de nuevo y me sonríe.

      —Vamos, Eleanor, deja que te muestre el campo de fútbol americano. ¿Sabes que es lo más novedoso en estadios?

      Capítulo 7

      El tour de Savannah se termina tras la visita a la piscina interior de tamaño olímpico. Si hay algo de mí que le gusta es mi figura. El look «apenas he comido» es popular, me dice con una brusquedad que empiezo a creer que es propia de su personalidad y no un reflejo de lo que piensa de mí.

      —Puede que creas que soy una zorra, pero digo la verdad. Astor Park es un colegio totalmente diferente. Supongo que has ido a un instituto público hasta ahora ¿no? —Señala mis baratos vaqueros pitillos.

      —Sí, ¿qué pasa? El instituto es el instituto. Lo pillo. Hay grupos diferentes. Los populares, los ricos…

      Savannah levanta una mano para interrumpirme.

      —No. Esto no se parece a nada que has visto antes. ¿Te acuerdas del gimnasio que hemos visto hace poco? —Asiento con la cabeza—. Al principio iba a ser para el equipo de fútbol americano, pero la familia de Jordan Carrington se quejó y se rediseñó como un gimnasio de acceso libre a excepción de unas horas específicas. Entre las cinco y las ocho de la mañana y las dos y ocho de la tarde solo lo puede utilizar el equipo de fútbol americano. El resto del tiempo, está abierto para el resto de la gente. Genial, ¿eh?

      No sé si bromea, porque lo de que tenga acceso limitado es ridículo.

      —¿Por qué se quejaron los Carrington? —pregunto con curiosidad.

      —Astor Park es una institución de educación secundaria privada. —Savannah continúa andando. No hay quien la pare—. Todas las familias del estado quieren que sus hijos estudien aquí, pero es exclusiva. Todos los que asisten, incluso los becados, están aquí porque tienen algo especial que ofrecer. Puede que se les de genial el fútbol americano o lleven al equipo de ciencias a la victoria, lo que significa publicidad. En el caso de Jordan, es la capitana del equipo de baile, lo que en mi opinión se parece mucho a hacer striptease

      Mierda, espero que no sea eso lo que Callum ha sugerido esta mañana.

      —… pero ganan, y a Astor Park le gusta ver su nombre en el periódico al lado del vencedor.

      —¿Y qué hago yo aquí entonces? —murmuro en voz baja.

      Pero Savannah tiene un oído muy fino, porque cuando abre la puerta responde:

      —Eres un tipo de Royal. Aún está por verse cuál. Si eres débil, el instituto te absorberá, así que te aconsejo que te aproveches de todo lo que te ofrece el apellido Royal, aunque sea a la fuerza.

      La puerta de un coche se cierra y una chica rubia platino muy delgada que lleva vaqueros ceñidos y zapatos de tacón altísimos se tambalea en nuestra dirección.

      —Hola, mmm… —La desconocida se lleva una mano a la frente para que el sol no le dé en los ojos, lo cual es innecesario, ya que tiene unas gafas de sol enormes que le cubren la cara.

      Mi guía murmura suavemente:

      —Es la novia de Callum Royal. No tienes que ser maja. Es una extra.

      Y con ese último sabio consejo, Savannah desaparece y me deja con esta esbelta mujer.

      —Tú debes de ser Elaine. Yo soy Brooke, la amiga de Callum. He venido para llevarte de compras. —Da una palmada como si fuese lo más divertido del mundo.

      —Ella —le corrijo.

      —Oh, ¡lo siento! Se me dan tan mal los nombres. —Me mira con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Hoy nos lo vamos a pasar muy bien!

      Titubeo.

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