Название: Una Vez Cazado
Автор: Блейк ПирÑ
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Современные детективы
Серия: Un Misterio de Riley Paige
isbn: 9781640292123
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Riley se agachó y se acercó a su rostro, aún manteniendo su pie en su lugar.
“¡No, no, no!”, dijo de forma burlona. “¿En dónde fue que escuché esas palabras? ¿En los últimos minutos?
Joel estaba lloriqueando del dolor y del terror.
Riley lo pisó más fuertemente.
“¿Quién las dijo?”.
“Tu hija… ella las dijo”.
“¿Dijo qué cosa?”.
“‘No, no, no…’”.
Riley bajó un poco la presión que tenía sobre su mano.
“¿Y por qué dijo eso?”, preguntó.
Joel apenas podía hablar a través de sus sollozos violentos.
“Porque… ella estaba indefensa… y lastimada. Ya entiendo. Ya entiendo”.
Riley quitó su pie. Por lo visto había entendido el mensaje, al menos por ahora. Pero esto era lo mejor, o lo peor, que podía hacer en estos momentos. Merecía la muerte, o algo aún peor que eso. Pero ella no era capaz de lastimarlo de esa forma. Al menos esa mano nunca le quedaría igual.
Riley dejó a Joel esposado y retorciéndose y corrió hacia su hija. Los ojos de April estaban dilatados, y Riley sabía que a ella le estaba costando poder ver bien.
“¿Mamá?”, dijo April entre gemidos.
Esa palabra desató un mundo de angustia en Riley, así que rompió a llorar cuando comenzó a ayudar a April a colocarse la ropa.
“Te sacaré de aquí”, dijo entre sollozos. “Todo va a estar bien”.
Riley solo esperaba que esas palabras fueran ciertas.
CAPÍTULO UNO
Riley se arrastraba por la tierra en un sótano de poca altura húmedo que estaba debajo de una casa. Estaba en total oscuridad. Se preguntaba por qué no había traído una linterna. Después de todo, había estado en este horrible lugar antes.
Oyó la voz de April clamar en la oscuridad de nuevo.
“Mamá, ¿dónde estás?”.
Riley comenzó a desesperarse. Sabía que April estaba enjaulada en algún lugar en medio de esta oscuridad. Estaba siendo torturada por un monstruo despiadado.
“Estoy aquí”, gritó Riley en respuesta. “Ya voy. Sigue hablando para así poder encontrarte”.
“Estoy aquí”, gritó April.
Riley se arrastró en esa dirección, pero un momento después oyó la voz de su hija desde otra dirección.
“Estoy aquí”.
Luego la voz se hizo eco en la oscuridad.
“Estoy aquí… Estoy aquí… Estoy aquí…”.
No era solo una voz, y no era solo una niña. Muchas niñas estaban pidiéndole ayuda. Y no tenía ni la menor idea cómo llegar a ellas.
Riley se despertó de su pesadilla por un apretón que sintió en su mano. Se había quedado dormida sosteniendo la mano de April, y April estaba comenzando a despertar. Riley se sentó y miró a su hija en la cama.
El rostro de April todavía estaba algo pálido, pero su mano ya no estaba fría. Se veía mucho mejor que ayer. La noche que había pasado en la clínica le había hecho bien.
April intentó enfocar sus ojos en Riley. En ese momento vinieron las lágrimas. Riley sabía que esto sucedería.
“Mamá, ¿qué hubiese pasado si no hubieses venido?”, dijo April emotivamente.
Riley sintió sus propios ojos llenarse de lágrimas. April había hecho la misma pregunta un montón de veces. Riley no podía siquiera imaginar la respuesta, y mucho menos decirla en voz alta.
El celular de Riley comenzó a sonar. Vio que era Mike Nevins, un psiquiatra forense que era su amigo. Había ayudado a Riley a superar muchas de sus crisis personales, y estaba agradecida por poder contar con él en esta.
“Solo llamo para ver cómo están las cosas”, dijo Mike. “Espero que este no sea un mal momento”.
A Riley le alegraba oír la voz tranquilizadora de Mike.
“Para nada, Mike. Gracias por llamar”.
“¿Cómo está?”.
“Creo que está mejor”.
Riley no sabía que hubiera hecho sin la ayuda de Mike. Después de haber rescatado a April de las garras de Joel, el resto del día de ayer había sido un caos de urgencias, tratamientos médicos e informes policiales. Mike había organizado todo para que April pudiera pasar la noche en el Centro de Salud y Rehabilitación Corcoran.
Era mucho mejor que estar en el hospital. Incluso con todo el equipamiento necesario, la habitación era atractiva y cómoda. Riley podía ver árboles en jardines bien cuidados por la ventana.
En ese momento, el médico de April entró en la habitación. Riley finalizó la llamada justo cuando el Dr. Ellis Spears llegó al lado de la cama. Era un hombre de aspecto bondadoso con un rostro joven, pero con ciertas canas que delataban su edad.
Tocó la mano de April y le preguntó: “¿Cómo te sientes?”.
“Nada bien”, dijo April.
“Date un poco de tiempo”, respondió el médico. “Vas a estar bien. Srta. Paige, ¿podríamos hablar?”.
Riley asintió con la cabeza y lo siguió hasta el pasillo. El Dr. Spears ojeó la información en su tabla sujetapapeles.
“Ya casi no tiene heroína en su cuerpo”, dijo. “El muchacho le dio una dosis peligrosa. Afortunadamente, sale del torrente sanguíneo rápidamente. Es probable que no tenga ningún otro síntoma físico de abstinencia. La angustia que siente en este momento es más emocional que física”.
“¿Ella va a…?”. Riley no pudo terminar de formular la pregunta.
Afortunadamente, el médico entendió lo que quería saber.
“¿Recaer o tener antojos? Es difícil saberlo. Usar heroína por primera vez puede sentirse maravilloso. No es una adicta en este momento, pero es probable que no olvide esa sensación. Existe el riesgo de que se sienta atraída por el resplandor que le generó”.
Riley comprendió lo que el médico quería decir con eso. De ahora en adelante, sería de vital importancia mantener a April lejos de cualquier posible uso de drogas. Era espeluznante el solo pensarlo. April había admitido haber fumado marihuana y tomado pastillas antes. Al parecer, algunas eran analgésicos recetados, opioides muy peligrosos.
“Dr. Spears, yo…”.
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