Una Vez Acechado . Блейк Пирс
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СКАЧАТЬ SIETE

       CAPÍTULO OCHO

       CAPÍTULO NUEVE

       CAPÍTULO DIEZ

       CAPÍTULO ONCE

       CAPÍTULO DOCE

       CAPÍTULO TRECE

       CAPÍTULO CATORCE

       CAPÍTULO QUINCE

       CAPÍTULO DIECISÉIS

       CAPÍTULO DIECISIETE

       CAPÍTULO DIECIOCHO

       CAPÍTULO DIECINUEVE

       CAPÍTULO VEINTE

       CAPÍTULO VEINTIUNO

       CAPÍTULO VEINTIDÓS

       CAPÍTULO VEINTITRÉS

       CAPÍTULO VEINTICUATRO

       CAPÍTULO VEINTICINCO

       CAPÍTULO VEINTISÉIS

       CAPÍTULO VEINTISIETE

       CAPÍTULO VEINTIOCHO

       CAPÍTULO VEINTINUEVE

       CAPÍTULO TREINTA

       CAPÍTULO TREINTA Y UNO

       CAPÍTULO TREINTA Y DOS

       CAPÍTULO TREINTA Y TRES

       CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

       CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

       CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

       CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

       CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

       CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

       CAPÍTULO CUARENTA

       CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

       CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

       CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

       CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

       CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO

       CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

      PRÓLOGO

      El coronel Dutch Adams miró su reloj mientras caminaba por el fuerte Nash Mowat y vio que eran las 0500 horas. Era una mañana fresca y oscura en el sur de California y todo parecía estar bien.

      Oyó la voz de una mujer gritar fuertemente...

      “¡El comandante de la guarnición está presente!”.

      Se volvió a tiempo para ver un pelotón en entrenamiento ponerse firmes ante la orden de la sargento instructor. El coronel Adams hizo una pausa para devolver su saludo y siguió su camino. Aceleró el paso, con la esperanza de no llamar la atención de los otros sargentos instructores. No quería interrumpir más pelotones de formación mientras estaban reunidos en sus áreas de formación.

      Sintió un espasmo en su rostro. Después de todos estos años, todavía no estaba muy acostumbrado a oír voces femeninas espetando comandos. Incluso ver pelotones mixtos a veces lo sorprendía un poco. El ejército había cambiado desde sus días como recluta adolescente. No le gustaban muchos de esos cambios.

      Mientras continuaba su camino, oyó las voces de otros sargentos de instrucción, tanto masculinos como femeninos, ordenando a sus pelotones a formarse.

      “Ya no tienen el mismo mando”, pensó.

      Jamás olvidaría el abuso que recibió por parte de su propio sargento de instrucción hace todos esos años, las invectivas salvajes contra su familia y ascendencia, los insultos y obscenidades.

      Sonrió un poco. ¡Ese bastardo Driscoll!

      El sargento Driscoll murió hace muchos años. No en combate, como sin duda habría preferido, sino de una apoplejía causada por hipertensión. En esos días, la hipertensión fue un riesgo laboral de los sargentos de instrucción.

      El coronel Adams jamás olvidaría a Driscoll y, para él, así es que deberían ser las cosas. Un sargento de instrucción debía dejar una huella imborrable en la mente de un soldado durante el resto de su vida. Debía ser un ejemplo vivo del peor infierno imaginable. El sargento Driscoll definitivamente había tenido ese impacto en la vida del coronel Adams. ¿Los entrenadores bajo su mando aquí en el fuerte Nash Mowat dejarían ese tipo de huella en sus reclutas?

      El СКАЧАТЬ