Una Vez Perdido . Блейк Пирс
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      “Yo estaré pendiente”, le dijo él. “Necesito hacer algo útil”.

      Riley le dio un abrazo y salió del apartamento.

      Mientras caminaba hacia su auto, miró su reloj de nuevo.

      Si no se topaba con tráfico, llegaría a la pista de aterrizaje justo a tiempo.

      Ahora tenía que empezar a pensar en su nuevo caso, pero no estaba particularmente preocupada por eso. Este probablemente no le tomaría mucho tiempo.

      Después de todo, ¿qué tanto esfuerzo y tiempo podría tomar un caso de un único asesinato en un pueblo pequeño?

      CAPÍTULO NUEVE

      Incluso mientras caminaba por la pista hacia el avión, Riley comenzó a prepararse psicológicamente para su nuevo caso. Pero había una cosa que tenía que hacer antes de meterse de lleno en el caso.

      Le envió un mensaje a Mike Nevins.

      Envíame un mensaje cuando llegue Bill. Envíame un mensaje si no llega.

      Soltó un suspiro de alivio cuando Mike le respondió de inmediato.

      Eso haré.

      Riley se dijo a sí misma que había hecho todo lo que podía hacer por Bill, y que ahora él tendría que dar de su parte para sacarle el mayor provecho a la ayuda profesional. Mike definitivamente podría ayudar a Bill a lidiar con las cosas que lo atormentaban.

      Subió los escalones y entró al avión, donde vio a Jenn Roston ya sentada y trabajando en su computadora portátil. Jenn levantó la mirada y asintió a lo que Riley se sentó al otro lado de la mesa.

      Riley hizo lo mismo.

      Luego Riley miró por la ventana durante el despegue y mientras el avión subía a la altitud de crucero. No le gustaba el silencio incómodo entre ella y Jenn. Se preguntó si tal vez a Jenn tampoco le gustaba. Estos vuelos normalmente eran buenos momentos para hablar sobre los detalles de un caso. Pero no había nada que decir acerca de este todavía. El cuerpo acababa de ser encontrado después de todo.

      Riley sacó una revista de su bolso y trató de leer, pero no pudo centrarse en las palabras. Tener a Jenn frente a ella era demasiado molesto. En su lugar, Riley se quedó allí, fingiendo leer.

      “La historia de mi vida”, pensó.

      Fingir y mentir se estaban volviendo demasiado rutinarios.

      Finalmente Jenn levantó la mirada de su portátil.

      “Agente Paige, lo que dije en la oficina de Meredith fue de corazón”, dijo.

      “¿Cómo?”, preguntó Riley, levantando la mirada de su revista.

      “Lo que dije respecto a que será un honor trabajar contigo. Es un sueño para mí. He seguido tu trabajo desde que empecé en la academia”.

      Por un momento, Riley no supo qué decir. Jenn le había dicho lo mismo antes. Pero, de nuevo, Riley no sabía por la expresión de Jenn si estaba siendo sincera.

      “He oído cosas buenas de ti”, dijo Riley.

      Aunque sonaba muy evasivo, al menos era verdad. En circunstancias diferentes, Riley se habría emocionado ante la oportunidad de trabajar con una nueva agente inteligente.

      Riley agregó con una sonrisa débil: “Pero, si fuera tú, no me emocionaría mucho con este caso”.

      “Sí”, dijo Jenn. “Probablemente ni siquiera sea un caso para la UAC. Quizás volvamos a Quántico esta misma noche. Bueno, habrá otros casos”.

      Jenn volvió su atención de nuevo a su portátil. Riley se preguntó si estaba trabajando en los archivos de Shane Hatcher. Y, por supuesto, le preocupó de nuevo el hecho de que quizás no debió haberle entregado la unidad USB.

      Pero se dio cuenta de algo. Si Jenn realmente había tenido la intención de traicionarla al pedirle esa información, ¿ya no la habría usado en su contra?

      Recordó lo que Jenn le había dicho ayer.

      “De hecho, estoy bastante segura de que las dos queremos exactamente lo mismo. Acabar con la carrera criminal de Shane Hatcher”.

      Si eso era cierto, Jenn realmente era una aliada de Riley.

      Pero ¿cómo podría saberlo a ciencia cierta? Se quedó allí considerando si debería abordar el tema.

      No le había dicho nada a Jenn sobre la amenaza que había recibido de Hatcher.

      ¿Realmente existía una razón para no hacerlo?

      ¿Jenn podría realmente ser capaz de ayudarla de alguna manera? Tal vez, pero Riley todavía no se sentía lista para dar ese paso.

      Mientras tanto, parecía francamente extraño que su nueva compañera aún la llamara agente Paige aunque insistía en que Riley la llamara por su nombre de pila.

      “Jenn”, dijo.

      Jenn levantó la mirada de su portátil.

      “Creo que deberías llamarme Riley”, dijo Riley.

      Jenn sonrió un poco y volvió su atención a su portátil.

      Riley colocó la revista a un lado y miró las nubes por la ventana. El sol brillaba, pero Riley no le parecía nada alegre.

      Se sentía terriblemente sola. Echaba de menos tener a Bill con ella.

      Y extrañaba tanto a Lucy que le dolía el corazón.

      *

      Cuando el avión llegó al Aeropuerto Internacional de Des Moines, Riley fue capaz de chequear su teléfono celular. Le contentó ver que había recibido un mensaje de Mike Nevins.

      Bill está aquí conmigo en este momento.

      Era una cosa menos de qué preocuparse.

      Una patrulla estaba esperándolas afuera del avión. Dos policías de Angier se presentaron en la base de la escalerilla. Darryl Laird era un joven desgarbado de unos veinte años, y Howard Doty era un hombre mucho más bajito de unos cuarenta años.

      Ambos tenían expresiones de asombro en sus rostros.

      “Estamos muy felices de que estén aquí”, les dijo Doty a Riley y Jenn mientras los dos policías las acompañaban hasta el auto.

      Laird dijo: “Todo esto es tan...”.

      El joven negó con la cabeza sin terminar su oración.

      “Pobrecitos”, pensó Riley.

      No eran más que policías regulares. Los asesinatos no eran muy comunes en un pequeño pueblo de Iowa. Tal vez СКАЧАТЬ