Deseada . Морган Райс
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Название: Deseada

Автор: Морган Райс

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Героическая фантастика

Серия: Diario de un Vampiro

isbn: 9781632911155

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СКАЧАТЬ de lo esperado.

      Sam oyó el chasquido de una rama y se volvió para ver a un gran oso descomunal dirigiéndose lentamente hacia él, dispuesto a agredirlo. Se quedó paralizado. El oso lo fulminó con la mirada, levantó sus colmillos y gruñó.

      Un segundo después, se lanzó velozmente hacia él.

      A Sam no le dio tiempo para correr y no había ningún lugar donde pudiera ir. No tenía otra opción más que enfrentar este animal.

      Pero por extraño que pareciera, en lugar de dejarse vencer por el miedo, Sam sintió la rabia correr a través de él. Estaba furioso con el animal. Le molestaba ser atacado, especialmente antes de tener la oportunidad de orientarse. Así que, sin pensarlo, Sam se lanzó también preparándose para unirse con el oso en la batalla, de la misma manera que lo hubiera hecho con un humano.

      Sam y el oso se encontraron en el centro. El oso se abalanzó sobre él y Sam se lanzó enseguida. Sam sintió el poder correr por sus venas, haciéndolo sentir invencible.

      Cuando se encontró con el oso en el aire, se dio cuenta de que tenía razón. Atrapó al oso por los hombros, lo agarró, lo hizo girar y lo lanzó en el aire. El oso salió volando hacia atrás por el bosque, a decenas de pies se golpeó con fuerza contra un árbol.

      Sam se quedó allí y rugió de nuevo al oso, era un rugido feroz, aún más fuerte que el del animal. Sintió cómo los músculos y venas se le abultaban.

      Lentamente, el tambaleante oso se puso de pie y miró a Sam con algo de sorpresa. Ahora cojeaba al caminar y, después de dar unos pasos, bajó la cabeza, dio media vuelta y salió corriendo.

      Pero Sam no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Estaba enfurecido y sentía como si nada en el mundo podría disminuir su ira. Y tenía hambre. El oso tendría que pagar.

      Sam arrancó a correr y le alegró ver que era más rápido que ese animal. En unos momentos, lo alcanzó y, de un solo salto, aterrizó sobre su espalda. Se echó hacia atrás y hundió sus colmillos profundamente en el cuello del animal.

      El oso aulló de agonía, dando sacudidas salvajemente, pero Sam lo disfrutaba. Hundió sus colmillos más profundamente y, en unos instantes, el oso cayó de rodillas debajo de él. Finalmente, el animal dejó de moverse.

      Sam se posó encima, bebiendo, sintiendo la fuerza de la vida correr por sus venas.

      Finalmente, Sam se echó hacia atrás y se lamió los labios que chorreaban sangre. Nunca se había sentido tan renovado. Era exactamente la comida que necesitaba.

      Sam se estaba levantando cuando oyó el chasquido de otra ramita.

      Miró y allí de pie, en un claro del bosque, había una chica joven, de tal vez 17 años, vestida con una telita delgada, completamente blanca. Estaba allí, sosteniendo una cesta, y le devolvió la mirada en estado de shock. Su piel era de color blanco translúcido y su largo cabello castaño enmarcaba sus grandes ojos azules. Era hermosa.

      Le devolvió la mirada a Sam, quien estaba igualmente paralizado.

      Se dio cuenta de que ella debía tenerle miedo al creer que tal vez él podría atacarla; verlo sobre el oso con sangre en la boca, le debió parecer un espectáculo horrible. No quería asustarla.

      Así que se bajó de un salto del animal y dio varios pasos hacia ella.

      Para su sorpresa, ella no se inmutó, ni trató de alejarse. Más bien, sólo lo siguió mirando fijamente, sin miedo.

      "No te preocupes", dijo. "No voy a hacerte daño."

      Ella sonrió. Eso lo sorprendió. No sólo era hermosa, pero no tenía miedo. ¿Cómo podía ser posible?

      "Por supuesto que no," dijo ella. "Eres uno de los míos."

      Le tocó a Sam sorprenderse. Al segundo que lo dijo, él supo que era verdad. Había sentido algo cuando la vio por primera vez, y ahora se daba cuenta por qué. Ella era uno de los suyos. Un vampiro. Por eso no tenía miedo.

      "Linda abatida", dijo, haciendo un gesto hacia el oso. "Un poco caótica, ¿no te parece? ¿Por qué no atrapaste un ciervo?"

      Sam sonrió. No sólo era bonita – también era divertida.

      "Quizás la próxima vez lo haré", respondió.

      Ella sonrió.

      "¿Te importaría decirme qué año es?", preguntó. "O siglo, por lo menos?"

      Ella sólo sonrió y negó con la cabeza.

      "Voy a dejar que lo descubras por ti mismo. Si te lo dijera, arruinaría toda la diversión, ¿no?"

      A Sam le gustó la chica. Era valiente. Y se sentía a gusto con ella como si la conociera de toda la vida.

      Ella dio un paso hacia adelante y extendió su mano. Sam la tomó y le encantó la sensación de su piel suave y translúcida.

      "Yo soy Sam", dijo, sacudiendo la mano, sosteniéndola durante demasiado tiempo.

      Ella sonrió alegremente.

      "Lo sé", dijo.

      Sam estaba desconcertado. ¿Cómo podía saberlo? ¿La había visto antes? No lograba recordarla.

      "Me enviaron por ti", añadió.

      De repente, ella se dio vuelta y se dirigió a un camino del bosque.

      Sam se apresuró para alcanzarla, suponiendo que ella quería que la siguiera. Sin ver cuidadosamente por donde iba, se sintió avergonzado al verse atrapado en una rama; escuchó su risa.

      "¿Y?" le preguntó. "¿No vas a decirme tu nombre?"

      Ella se rió de nuevo.

      "Bueno, tengo un nombre formal, pero rara vez lo uso", dijo.

      Luego se volvió y lo miro mientras esperaba que él la alcanzara.

      "Si quieres saberlo, todo el mundo me llama Polly."

      CAPÍTULO CUATRO

      Caleb abrió la enorme puerta medieval y Caitlin salió de la abadía y dio sus primeros pasos hacia la luz de la mañana. Con Caleb a su lado, contempló el amanecer. Allí, en lo alto de la colina de Montmartre, vio a todo París extenderse ante ella. Era una ciudad hermosa y grande, una mezcla de arquitectura clásica y casas simples, de calles empedradas y caminos de tierra, de árboles y la urbanidad. El cielo, con un millón de colores suaves mezclados, hacía que la ciudad se viera viva. Era mágico.

      Incluso más mágico era sentir la mano que se deslizaba en la suya. Caleb estaba de pie a su lado, disfrutando de la vista con ella, y casi no podía creer que fuera real. Casi no podía creer que era realmente él, que estaban realmente allí. Juntos. Que él sabía quién era ella. Que él se acordaba de ella. Que la había encontrado.

      Se preguntó de nuevo si realmente había despertado de un sueño, si todavía estaba  durmiendo.

      Pero ella le apretó la mano con más fuerza y supo que estaba verdaderamente despierta. Nunca se había sentido tan feliz. Había estado corriendo durante tanto tiempo, había regresado en el tiempo, todos estos siglos para estar allí, СКАЧАТЬ