Название: Deseada
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: Diario de un Vampiro
isbn: 9781632911155
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El hombre yacía inconsciente, ella acercó su mirada a su cuello y vio la sangre latir en su interior. En ese momento, más que cualquier otra cosa, quiso descender sobre él para alimentarse. La sensación era más que un deseo – era una orden. Su cuerpo le gritaba que tenía que hacerlo.
Le tomó hasta la última gota de su voluntad obligarse a mirar hacia otro lado. Prefería morir de hambre a herir a un ser humano.
Miró a su alrededor y se preguntó si habría un bosque cerca de allí, un lugar donde pudiera cazar. Había visto algunos caminos de tierra y parques de la ciudad, pero no había visto nada como un bosque.
Justo en ese momento, la puerta del bar se abrió y un hombre salió tropezándose – lo estaban echando, en realidad- empujado por uno de los camareros. Él los maldijo y les gritó, estaba claramente borracho.
Luego se volvió y miró a Caitlin.
Tenía un cuerpo grande y miró a Caitlin con malas intenciones.
Se puso nerviosa. Se preguntó de nuevo, desesperadamente, dónde habían ido sus poderes.
Se dio la vuelta y se alejó, caminando rápidamente; el hombre la seguía.
Antes de que pudiera girar, él la agarró por detrás, en un abrazo de oso. Él era más rápido y más fuerte de lo que había imaginado, y podía oler su aliento horrible por encima de su hombro.
Pero el hombre también estaba borracho. Tropezó, incluso mientras la sostenía, y Caitlin se concentró, recordó lo que había aprendido, lo esquivó y lo lanzó en el aire, utilizando una de las técnicas de lucha que Aiden le había enseñado en Pollepel. El hombre salió volando y aterrizó sobre su espalda.
Caitlin tuvo un flashback a Roma, al Coliseo, a la lucha en la pista del estadio cuando varios combatientes se lanzaron sobre ella. Era tan vívido que por un momento se olvidó dónde estaba.
Regresó al tiempo presente justo a tiempo. El hombre borracho se levantó, tropezó, y se lanzó sobre ella de nuevo. Caitlin esperó hasta el último segundo, luego lo esquivó, y él salió volando, cayendo sobre su rostro.
Estaba aturdido y, antes de que pudiera levantarse de nuevo, Caitlin se apresuró a alejarse. Se alegró de que había logrado librarse de él pero el incidente la había sacudido. Le preocupó que todavía tuviera flashbacks de Roma. Tampoco había sentido su fuerza sobrenatural. Todavía se sentía tan frágil como un ser humano. Esa idea, más que cualquier otra cosa, la asustaba. Realmente, tenía que arreglárselas por su cuenta.
Caitlin miró a su alrededor y empezó a sentirse desesperada por no saber dónde ir ni qué hacer. Sus piernas le quemaban por la caminata, y estaba cansada.
Fue entonces cuando la vio. Al levantar la vista, vio ante ella una enorme colina. Además, había una gran abadía medieval. Por alguna razón que no podía explicar, se sintió atraída hacia allí. La colina era desalentadora, pero no tenía otra opción.
Caitlin subió hasta la cima de la colina, más cansada de lo que nunca había estado en su vida y deseó poder volar.
Finalmente, llegó a las puertas de entrada de la abadía, y miró sus enormes puertas de roble. Este lugar tenía un aspecto antiguo. Se maravilló ante el hecho de que, aunque era 1789, esta iglesia había sido construida miles de años antes.
No sabía por qué, pero ese lugar la atraía. Al no tener otro lugar a donde ir, se llenó de coraje, y llamó suavemente.
No hubo ninguna respuesta.
Caitlin probó el picaporte y se sorprendió cuando la puerta se abrió. Y entró.
La antigua puerta se abrió lentamente, y los ojos de Caitlin tardaron un momento en acostumbrarse a la iglesia que estaba oscura como una caverna. Mientras la examinaba, le impresionó la magnitud y la solemnidad del lugar. Todavía era de noche, y esta sencilla y austera iglesia, hecha enteramente de piedra, adornada con vitrales, estaba iluminada por velas grandes con pequeñas flamas que estaban en todas partes. En su extremo más alejado había un altar sencillo, a su alrededor había decenas de más velas.
Sin embargo, parecía no haber nadie.
Caitlin se preguntó qué estaba haciendo allí. ¿Había alguna razón especial? ¿O su mente solo le estado jugando una mala pasada?
De repente, una puerta lateral se abrió y Caitlin es dio vuelta.
Caitlin se sorprendió al ver a una monja -bajita y frágil, vestida con túnicas blancas y una capucha blanca, caminando hacia ella. Se acercó lentamente hasta Caitlin.
La monja se echó la capucha hacia atrás, la miró y sonrió. Tenía grandes y brillantes ojos azules, se veía demasiado joven para ser una monja. Cuando sonrió, Caitlin pudo sentir su calor. También notó que era de las suyas: era un vampiro.
"Hermana Paine," la monja dijo en voz baja. "Es un honor tenerla aquí."
CAPÍTULO DOS
Todo se volvió surrealista para Caitlin mientras la monja la conducía por la abadía, por un largo pasillo. Era un lugar hermoso, y era evidente que allí había gran actividad; las monjas en túnicas blancas caminaban alrededor, preparándose, al parecer, para los servicios de la mañana. Una de ellas balanceaba un decantador que difuminaba un delicado perfume, mientras otras cantaban suavemente oraciones para la mañana.
Después de varios minutos de caminar en silencio, Caitlin empezó a preguntarse a donde la estaba conduciendo la monja. Finalmente, se detuvieron ante una puerta. La monja la abrió, revelando una pequeña y humilde habitación, con una vista de París. A Caitlin le recordó la habitación donde se había quedado en el claustro en Siena.
"En la cama, encontrarás una muda de ropa", le dijo la monja. "En nuestro patio, hay un pozo donde podrás bañarte, ", dijo. Y señaló, "y eso es para ti."
Caitlin siguió su dedo y vio un pequeño pedestal de piedra en la esquina de la habitación, sobre el que había una copa de plata llena de un líquido blanco. La monja le devolvió la sonrisa.
"Tienes todo lo que necesitas para dormir durante la noche. Después, la decisión es tuya."
"¿La decisión?" preguntó Caitlin.
"Me han dicho que ya tienes una llave. Tendrás que encontrar las otras tres. Sin embargo, la decisión para cumplir tu misión y continuar tu viaje es siempre tuya."
"Esto es para ti."
Alargó la mano y le entregó un casco cilíndrico de plata, estaba cubierto de joyas.
"Es una carta de tu padre. Sólo para ti. La hemos estado custodiando desde hace siglos. Nunca la hemos abierto."
Caitlin la tomó con asombro, sintiendo su peso en la mano.
"Espero que continúes tu misión", dijo en voz baja. "Te necesitamos, Caitlin."
De repente, la monja se volvió para irse.
"¡Espera!" Caitlin gritó.
Ella СКАЧАТЬ