Resucitada . Морган Райс
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СКАЧАТЬ muy surrealista. Todo había sucedido tan rápidamente, su vida se había vuelto al revés tan de repente, que apenas podía darse cuenta de lo que estaba pasando. Trataba de aferrarse a la normalidad, a alguna rutina que pudiera brindarle consuelo, pero todo parecía escapársele de las manos. La normalidad parecía no existir más.

      Caitlin sintió que una mano le apretaba la suya y vio a Caleb sentado a su lado, con el rostro pálido por la preocupación. En los sillones junto a ellos estaban Sam y Polly, con la preocupación también marcada en sus rostros. La sala estaba llena de gente -demasiado llena para el gusto de Caitlin. Quería que todos simplemente desaparecieran y que todo volviera a ser como el día anterior. El cumpleaños de Scarlet, todos ellos sentados a la mesa, comiendo pastel, riendo. Sintiendo que todo era perfecto en el mundo, que nada podía cambiar.

      Caitlin pensó en la noche anterior, recordó sus pensamientos de la medianoche, cuando deseaba que su mundo, su vida, no fuera tan normal. Ahora se arrepentía de haberlo deseado. Daría cualquier cosa para que todo regresara a la normalidad.

      Había estado envuelta en un torbellino desde que había regresado a casa de su terrible encuentro con Aiden. Después de que Scarlet había irrumpido fuera de la casa, Caitlin había corrido tras ella y la había perseguido por las calles. Caleb se había recuperado de su golpe y la había alcanzado y, como locos, los dos habían corrido por el pequeño pueblo tratando de recuperar a su hija.

      Pero no había servido de nada. Se habían quedado sin aliento, mientras perdían de vista a Scarlet. Scarlet había corrido muy rápidamente y había saltado por encima de un seto de ocho pies, sin siquiera frenar. A Caleb le había sorprendido, no así a Caitlin: sabía qué era Scarlet. Sabía, incluso mientras corría, que estaban haciendo un esfuerzo inútil porque Scarlet podía correr con la velocidad del rayo, saltar por encima de cualquier cosa y en pocos segundos la perderían de vista.

      Y así ocurrió. Regresaron corriendo a casa, subieron a su coche, y la buscaron frenéticamente por las calles. Pero Caitlin sabía, incluso mientras Caleb se pasaba las señales de alto y doblaba en las esquinas a alta velocidad, que no tenían ninguna posibilidad de encontrarla. No lograrían atraparla. Scarlet, lo sabía, se había ido.

      Después de buscar por horas, Caitlin aceptó que no tenía ningún caso y había insistido en regresar a casa y llamar a la policía.

      Horas más tarde, estaban casi sobre la medianoche. Scarlet no había regresado, y la policía no había logrado encontrarla. Por suerte, era una ciudad pequeña, y no tenían nada para hacer, y de inmediato habían enviado varias patrullas, y todavía seguían buscándola. Tres oficiales sentados frente a ellos, junto con otros tres oficiales de pie- les estaban haciendo una pregunta tras otra.

      “¿Caitlin?"

      Caitlin regresó a la realidad. Se volvió y vio el rostro del oficial sentado en el sofá frente a ella. Ed Hardy. Era un buen hombre, tenía una hija de la edad de Scarlet que estaba en su mismo año. Él la miraba con compasión y preocupación. Ella sabía que él sentía su dolor como padre, y que haría todo lo posible por ayudarla.

      "Sé que esto es difícil para ustedes", dijo. "Pero tenemos un par de preguntas más. Realmente necesitamos saberlo todo para poder encontrar a Scarlet.”

      Caitlin asintió. Trató de concentrarse.

      "Lo siento," ella dijo. "¿Qué más necesita saber?"

      El Oficial Hardy se aclaró la garganta y miró a Caitlin y a Caleb, luego nuevamente a ella. Parecía renuente a formular la siguiente pregunta.

      “No me gusta preguntar este tipo de cosas, pero ¿Ustedes han discutido con su hija últimamente?"

      Caitlin le devolvió la mirada, estaba desconcertada.

      “¿Discutir?", le preguntó.

      “¿Han tenido algún tipo de desacuerdos? ¿Alguna pelea? ¿Hay alguna razón para que hubiera querido irse?"

      Entonces Caitlin se dio cuenta: él le estaba preguntando si Scarlet había huido. Él no estaba entendiendo lo que había ocurrido.

      Ella sacudió la cabeza con vehemencia.

      "No hay ninguna razón para que ella hubiera querido irse. Nunca discutimos. Nunca. Queremos a Scarlet y Scarlet nos quiere. Ella no es de discutir. No es una chica rebelde. No saldría corriendo de esa manera. ¿No lo entiende? No se trata de eso. ¿No escuchó todo lo que le hemos estado diciendo? ¡Ella está enferma! ¡Y necesita ayuda!"

      El Oficial Hardy miró a sus compañeros oficiales, quienes lo miraron con escepticismo.

      “Discúlpeme por preguntárselo", continuó. "Pero tiene que darse cuenta que todo el tiempo recibimos llamadas así. Los hijos adolescentes muchas veces huyen de sus casas. Es frecuente que lo hagan. Se enojan con sus padres. Y en el 99% de los casos, regresan. Por lo general, unas horas más tarde. A veces, después de un día o dos. Se quedan en la casa de un amigo. Sólo quieren alejarse de sus padres. Y suele ocurrir después que han tenido una discusión con ellos.”

      "No discutimos," Caleb intervino con vehemencia. "Scarlet era muy feliz aquí. Anoche celebramos su decimosexto cumpleaños. Tal como lo dijo Caitlin, ella no es ese tipo de chica.”

      “Me parece que no escucharon ni una sola palabra de lo que dijimos," Caitlin añadió. "Scarlet estaba enferma. La enviaron temprano a casa de la escuela. Ella estaba teniendo … no sé qué. Tenía convulsiones … quizás eran convulsiones. Saltó de la cama y salió corriendo de la casa. No se trata de una muchacha que huyó de su casa. Es una chica que está enferma. Que necesita atención médica.”

      El Oficial Hardy miró de nuevo a los demás oficiales, que continuaban con su mirada escéptica.

      "Lo siento, pero lo que nos están diciendo no tiene ningún sentido. Si ella estaba enferma, ¿cómo pudo salir corriendo de la casa?"

      "Usted dijo que fue tras ella," intervino otro oficial, con mayor dureza. "¿Cómo pudo correr más rápidamente que ustedes? ¿Sobre todo si estaba enferma?”

      Caleb negó con la cabeza, se veía desconcertado.

      "No lo sé", dijo. "Pero eso es lo que pasó."

      "Es cierto. Cada palabra que dijimos es verdad ", Caitlin dijo en voz baja, con remordimiento.

      Ella tenía la repentina sensación de que esos hombres no los iban a entender. Pero ella sabía por qué Scarlet había sido capaz de huir; por qué había podido correr aun estando enferma. Sabía la respuesta que lo explicaría todo. Pero era la única respuesta que no podía darles, una que esos hombres nunca creerían. No eran convulsiones; eran punzadas de hambre. Scarlet no estaba corriendo; estaba cazando. Porque su hija era un vampiro.

      Caitlin se estremeció por dentro, y ardía con ganas de decirles, pero sabía esos hombres nunca entenderían. Así que se quedó mirando por la ventana, esperando, rezando, para que Scarlet regresara. Que se sintiera mejor. Que no se había alimentado. Deseaba que esos hombres se fueran y la dejaran sola. No le servirían de nada, de todos modos. Había sido un error llamarlos.

      “Detesto decirle esto", añadió el tercer oficial, “pero, por lo que está describiendo … su hija regresó a casa de la escuela, tenía convulsiones, se le subió la adrenalina, salió corriendo por la puerta .... No me gusta decirlo, pero suena como si hubiera tomado drogas. Tal vez cocaína. O Meth. Suena como si estuviera bajo los efectos de alguna droga. Como si estuviera teniendo un mal viaje. Y le subió la adrenalina.”

      “Usted СКАЧАТЬ