Las Sombras. Maria Acosta
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Название: Las Sombras

Автор: Maria Acosta

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Триллеры

Серия:

isbn: 9788873048350

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СКАЧАТЬ Ã©ramos cinco y al cabo de una hora hemos llegado a reunirnos más de veinte tipos alrededor de la queimada. Los vapores se meten por la nariz, ¡buena la voy a coger!, miro al resto del personal y también está a punto de caramelo. Teresa me pide el cucharón, me voy a saltar la hoguera. ¡Qué pasote! Justo ahora va y me sube el tripi, ¡vaya alucine!, veo a Luís que se parte el pecho de risa porque Ricardo está haciendo el orangután, chachi que también está haciéndoles efecto…

      -Abrevia Sofía –dice el comisario Soler.

      -Es verdad tronca, ¡mira que te enrollas! –opina Teresa.

      -Es que me lo pasé tope ese día –les replico al tiempo que enciendo un cigarrillo.

      -Pero no tiene importancia para la investigación. Continúa desde el momento que salisteis de Lavapiés; que alguien vaya a por más café, por favor-contesta el comisario.

      Sobre las cinco de la madrugada acabamos la juerga, recogemos todo y lo dejamos en casa de Ricardo y Teresa; todavía tenemos ganas de marcha. Así que nos ponemos a buscar un bar subiendo por la calle de Lavapiés. Nada. Luís propone ir a tomar un chocolate con churros a Sol, en un sitio que abre a estas horas.

      PELEA TIPO EL SALVAJE OESTE EN PLENO CENTRO DE MADRID

      Ayer, a las cinco de la madrugada, en un conocido local de las inmediaciones de la calle Mayor, se organizó una pelea digna de una película de John Ford. Según testigos presenciales, sobre las cuatro y media llegaron cuatro jóvenes en avanzado estado de intoxicación etílica. “Estaban muy borrachos, pidieron un chocolate con churros pero el camarero no quiso servirles”-declaraba una persona ajena a la pelea-“la verdad es que les contestó mal y entonces una de las chicas le replicó una burrada, el camarero quiso pegarle, uno de los chavales salió en defensa de ella; otro de los camareros había ido a buscar al churrero y a otra gente que estaba en la cocina. Luego alguien tiró una taza y un plato, y a partir de ahí se lió todo”.

      La policía se personó en el local a los diez minutos pero los jóvenes habían desaparecido, quince personas fueron detenidas aunque se les puso en libertad tan pronto prestaron declaración.

      -Nos cogió en la segunda subida del tripi, realmente fue una pasada por nuestra parte –dijo Teresa al comisario Soler.

      -Sigue ¿cómo llegasteis a Chueca y qué pasó allí?…Todavía no me explico como fuisteis capaces de lanzaros a una aventura tan incierta y peligrosa.

      -La culpa la tuvieron los ácidos –apunta Teresa –yo no lo había comido, lo reservé para más tarde y luego me olvidé de él, me di cuenta de que todo aquello era real por eso mismo.

      Sofía es especialista en meter la pata, de buena nos hemos librado en el bar. Realmente el tío se pasó llamándola heavy de mierda pero luego ella remató la jugada llamándole cabrón y colocándole un mini de cerveza por sombrero. Menos mal que se armó un barullo de mucho cuidado y nos pudimos escaquear antes de que llegase la pasma. Ponemos rumbo a Chueca, siempre a la búsqueda de un bar abierto. Está chapado todo. Luís y Ricardo se paran a mear en una esquina:

      -¡Tanta cerveza y priba es la hostia!

      -¡Mira tronco, allá hay otro tipo igual que nosotros! –dice Ricardo.

      -Es un dibujo en la pared –dice Sofía.

      -¡Que va! Es un tipo –digo yo.

      -No parece que se mueva –observa Luís mirando de reojo.

      -Yo creo que es un dibujo –insiste Sofía.

      -¡Ya está! No podía aguantar más.

      -Ya habéis acabado, ¿no?, vamos a ver aquello de cerca, parece muy real –digo.

      La confusión sobre lo que estamos viendo es debido a que aquel rincón se encuentra mal iluminado y a que nosotros estamos relativamente lejos como para distinguir lo que significa aquella sombra. Curiosos, nos acercamos. Sofía tenía razón, es un dibujo:

      -¡Está chachi dibujado! –dice Luís –desde lejos parece un tío, ¿verdad?

      -Sí, está dabuten, parece que está trepando, ¿no? –dice Ricardo acoplándose a la sombra y colocando manos y piernas en la misma posición que en la pared –desde allá y con esta piedra que tiene delante parecía que estaba meando. ¿Sabes dónde me gustaría estar ahora?

      -No –contesta Luís.

      -En Coruña, en la playa de Riazor. Allí he visto un dibujo como este.

      Nada más pronunciar estas palabras desapareció. No había bebido tanto como para tener visiones y, si ni siquiera me había tomado el ácido, no podía ser una alucinación producida por él. Realmente Ricardo se había volatilizado. El resto de la banda se estaba riendo pues creían que todo era una broma del cachondo de Ricardo:

      -Este tipo está colgado, ahora va y se abre –dice Sofía.

      -Vamos a jugar unos chinos mientras se decide a venir, estará en algún bar; ¿qué nos jugamos? –pregunta Luís.

      -¿Quién paga la próxima ronda si encontramos un sitio abierto?

      -Guay.

      Cuando están a punto de comenzar la tercera partida aparece por la esquina opuesta a la que nos encontramos, tan campante, como si no hubiera ocurrido nada, y yo estoy segura de que hace un momento lo vi esfumarse delante de mis narices:

      -¡Pasa tronco! –grita Luís.

      -¡Eh!

      -¡Joder tío! ¿Dónde te habías metido? –pregunta Sofía mientras le ofrece un cigarrillo de esos sin filtro que fuma ella.

      -Me ha debido pegar un subidón increíble porque cuando me he dado cuenta me encontraba en una tasca gallega que hay cerca de aquí y que no conocía.

      -¿Una tasca gallega? –se extraña Luís.

      -Sí, ¿qué flipe, no?, por allí a la izquierda, la primera calle que cruza.

      -No recuerdo ver ninguna por la zona que me dices –digo yo.

      -Pues yo me acabo de beber un vino allí, además un Ulla, y tenían tapas de cocina, chachi que sí –insiste Ricardo.

      -Pues vamos allá; unos vinitos vendrán de putamadre-dice Sofía impaciente como siempre en estos casos, cuando hay papeo y priba de por medio. Yo no me lo acabo de creer, pero no cuento a nadie mis sospechas. Así que guiados por Ricardo vamos en busca de la taberna:

      -¡Estaba aquí! –dice.

      -Pues ya ves que esto es un solar abandonado –digo yo, casi convencida de que no íbamos a encontrar el lugar donde él СКАЧАТЬ