Название: Las Sombras
Автор: Maria Acosta
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Триллеры
isbn: 9788873048350
isbn:
-Por medio de un disco âcontestó mientras sacaba del bolsillo del pantalón un paquete de cigarrillos sin filtro, cogiendo dos ofreció uno a Steven, que aceptó, y después de darle una larga chupada continuó hablando âmañana debo llamarle y pedirle una determinada canción de un grupo concreto, y él sabrá que estamos preparados: El plan de Alaska y los Pegamoides. Entonces él hará como que tarda un par de dÃas en encontrarla, si la emite esa misma noche nos veremos aquÃ, en la playa, y nos transmitirá las últimas órdenes de Williams; si no puede o se siente vigilado o imposibilitado para actuar cambiará de canción y pondrá La lÃnea se cortó.
-Asà que, ¿no podemos hacer nada hasta dentro de un par de dÃas?
-Tan sólo representar el papel que nos han pedido âdijo volviendo a andar.
Se cogieron otra vez de la mano, se habÃan serenado un poco, arriba la gente hablaba y reÃa, pasando de un pub a otro, ellos continuaron su paseo, de repente Steven se paró y la miró a los ojos, le gustaba aquella chica, tenÃa algo indefinido que le atraÃa, ella aguantó la mirada con firmeza y curiosidad, él la cogió de la cintura y la atrajo hacia sÃ, quien los viese desde el paseo pensarÃa en una pareja de novios. ParecÃa todo tan inocente. Luego desasiéndose volvieron al bullicio. Entraron en un pub, pidieron cerveza y subieron a jugar un billar; él jugaba muy bien y le enseñó algunos trucos. Fueron un par de partidas más tarde cuando Steven creyó ver de nuevo aquella cara conocida, miró hacia abajo mientras ella estaba concentrada en el juego, habÃa demasiada gente, no estaba seguro pero su instinto le decÃa que no se equivocaba, aunque no pudiese en ese momento reconocer a la persona. Se acercó a ella y en voz baja le informó de sus sospechas, no le dieron la menor importancia, más tarde quizás se plantearan el descubrir quién los seguÃa, no deseaban llamar la atención. Quien quiera que fuese no conocÃa a MarÃa y podÃa pensar que todavÃa Steven no habÃa contactado con su enlace, si asumÃan bien sus respectivos papeles despistarÃan a quien les observase. Acabaron la partida y pagaron la consumición, luego la acompañó a su casa y cogiendo un taxi volvió a la pensión.
La playa es un buen sitio para morir
Dio dos vueltas en la cama, casi estaba despierta pero le gustaba remolonear un rato antes de levantarse, habÃa que aprovechar que la habÃan dejado sola y que no se encontraba nadie en casa para gritarle ¡es la hora!, comenzó a pensar en Steven, en lo bien que lo habÃan pasado estos dÃas rulando de aquà para allá, recordabaâ¦
-¡Buenos dÃas, queridos radioyentes! Los cuatro jinetex del Rock-polisis comienza su emisión, vuestro amigo Hamid os hará pasar una mañana de lo más marchosssa, tenemos cuatro horas por delante para disfrutar de la mejor música del momento, sin olvidarnos, por supuesto, de los maestrosâ¦Â¿cómo, qué no sabes a qué me refiero?, ¿qué es la primera vez que nos escuchas?. Pero ¡eso es imperdonable! Espero que a partir de ahora, ya, subsanes tu desconocimiento y te enganches a escuchar el magazÃn más enrollado de todo el noroeste del paÃs. Vamos a ponernos las pilas escuchando a uno de los grandes: Deep Purple. ¡Control! ¿Preparado? Pues ahà tenéis el Child in time del MADE IN JAPAN.
¡Qué susto! HabÃa olvidado que habÃa programado la radio para que la despertase, rápidamente saltó de la cama y bajó el volumen, aunque no demasiado, cogió ropa limpia y se dirigió a la ducha.
Mientras, en la radio, Hamid manejaba con soltura los controles, hacÃa el programa solo pero el hablar en plural daba impresión de profesionalidad al oyente. Dentro de una hora empezarÃan las llamadas, una de ellasâ¦ya tenÃa preparado el disco, pronto estarÃan en acciónâ¦pero no debÃa pensar en eso, debÃa concentrarse en el programa. Después de estar cuatro años rulando de emisora en emisora y llevando a cabo pequeños trabajos, proyectos, controles y algún que otro guión, le dieron la oportunidad de desarrollar sus ideas. Llevaba un año en antena con Los cuatro jinetex del Rock-polisis y desde hacÃa dos meses se habÃa convertido en un magazÃn diario, tenÃa que trabajar duro para a mantenerlo a flote pero no le importaba porque disfrutaba con todo esto. El tema estaba a punto de terminar, fue bajando la música y abrió micrófono:
-¡Tope! Bien, os voy a contar lo que haremos hoy: en primer lugar me voy a dar el gustazo de poner la música que más me mola, es como sabéis la sección yo, yo, yo y nadie más que yo, de vez en cuando os tengo una sorpresa, hoy también, estad muy atentos porque os voy a preguntar algo con respecto aâ¦no os lo voy a decir, asà que tenéis que escucharme. Luego vendrá la sección Babilonia: podéis llamar todos los que queráis haciendo peticiones de lo que más os gusta. A continuación El cuento de nunca acabar, os recuerdo que estamos en el capÃtulo 159 de Alma de rock, podéis mandar sugerencias en cuanto al tema o desarrollo del argumento, animaros, escribid al apartado de correos número 80, poniendo en el sobre el nombre del programa y la sección del mismo. Cada loco con su tema entrevistará hoy a cuatro personajes de lo más curioso: dos ficticios y dos reales. Ya está bien de charlar, Hamid, que te estás poniendo muy pelma, ¿verdad que lo pensáis? Yo también, asà que dejémonos de rollos y vamos a oÃr a Aerosmiths. Ahà va.
MarÃa estaba terminando su desayuno mientras escuchaba la radio, tenÃa que salir a la calle, hasta dentro de una hora no habÃa nada que hacer, luego llamarÃa a Steven pero antes debÃa preparar todo lo necesario para pasar un dÃa en la playa, su papel de guÃa turÃstico tenÃa que se irreprochable, no se podÃan permitir el lujo de despertar sospechas, el futuro de todo un pueblo dependÃa de que ellos supiesen desempeñar su trabajo escrupulosa y eficazmente. PreferÃa no pensar en ello en estos momentos, no hasta que Hamid les diese las instrucciones. Recogió los cubiertos; se puso una cazadora y salió a la calle, hacÃa un dÃa estupendo, primero fue al estanco a comprar tabaco, luego se hizo con lo necesario para unos bocadillos, el periódico y por fin volvió a casa; Hamid seguÃa hablando por la radio pero no le prestó atención. Iba de aquà para allá buscando bañadores y toallas, de vez en cuando llegaba hasta ella la música: Black Sabbath, Cinderella, Ãngeles del Infierno, Corazones Negrosâ¦a Hamid le chiflaba el heavy metal. Era el momento en que tenÃa que hacer la llamada: marcó el número de la emisora.
-¡Piu, piu, piu, piu!
-Parece ser que tenemos aquà a un oyente âdijo Hamid, cogiendo el teléfono âHamid al habla, pide por esa boquita.
-â¦
SÃ, lo he encontrado, ahora mismo.
-â¦
A ti âdijo colgando el teléfono âla primera llamada pide una canción de Alaska y los Pegamoides cuyo tÃtulo es El plan; personalmente prefiero cualquiera de las otras que componen ese LP, pero esta sección se hizo para vuestros caprichos asà que me tengo que fastidiar y atender las peticiones. Asà pues, colega, escucha tu canción.
En cuanto la música comenzó a sonar llamó a Steven, podÃa pasar a recogerla, ya estaba todo listo; colgó el teléfono, reunió todos sus bártulos y bajó las escaleras. Salió y se dirigió al bar de al lado a esperarlo, a los diez minutos Steven entraba por la puerta, aún no habÃa desayunado por lo que se dispuso a hacerlo cómodamente sentado en una de las mesas.
-Vamos a ir a Miño, o sea que date prisa porque tenemos que pillar un autobús СКАЧАТЬ