Название: El Inductor
Автор: Ruthy Garcia
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Зарубежные детективы
isbn: 9788873046790
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La oficial acerca una silla de madera que está pegada a la pared y se sienta.
â¡Convénzame, vamos! DÃgame cómo puedo cambiar mi percepción de su equivocado proceder de secuestrar a un hijastro, mantenerle cautivo, cielos, quizás hasta de haberlo asesinado. Dios, tengo hijos. ¿Qué puede ser tan justificable ante esto, digame?
â¿De verdad quiere saberlo?
âSÃ, tenemos dos maravillosas horas para desglosar este tema. Hágame cambiar de parecer.
âSolo si puede hacerme un favor al terminar.
âNo tengo que negociar con usted.
âNo estamos negociando, solo saciar su sed de saber, pero debo contar con usted para un pequeño favor.
âPor lo menos dÃgame cuál es el favor.
âEse es el problema, solo se lo diré al terminar de hablar con usted.
La oficial se lo piensa dos veces. Su curiosidad es más grande que su responsabilidad.
âEstá bien, pero le advierto que no acepto proposiciones deshonrosas, deshonestas. Quiero que lo tenga claro.
âEn absoluto. Jamás le pedirÃa que fuera policÃa por segunda vez. âEs sarcástica.
Saca una leve sonrisa de la detective Fátima.
âTenemos mucho en común, oficial.
â¿Ah, sÃ? ¿Por ejemplo?
âEl cigarrillo. Sus dientes son de fumadora.
âLos suyos son blancos, no parece que fume.
âEs de africanos tener la dentadura emblanquecida y fuerte, viene en mis genes; pero fumo, en los últimos dos años he aprendido a fumar.
âLo dice con orgullo.
âNo, es solo de las pocas cosas que he aprendido en estos tiempos violentos.
âHábleme de esas cosas.
â¡Son tantas! âSonrÃe.
â¿Qué me dice de usted? Hábleme algo sobre su vida.
âEra una mujer muy feliz, hasta que mi esposo decidió divorciarse de mÃ, me quitó la custodia de mi hijo y me vine a vivir a los Estados Unidos tras el sueño americano.
âUn momento, ¿es la madre del chico Fournier?
âNo, y ese hombre tampoco es el esposo del que hablo; más bien hablo de mi antiguo esposo, Yaro, al cual le di un hijo, para mi desgracia.
La oficial permanece perpleja. Estos detalles de la acusada no aparecen en su expediente.
âDesconocÃa esto.
âLo sé. Llegue a este paÃs como una mujer soltera. Tuve que desbordar un avión para recluirme por meses en un hospital.
â¿Vino enferma?
âNo, nunca estuve más sana que en ese entonces. En ese tiempo la ira, el odio, el rencor no habÃan arropado este seco corazón.
âLo siento.
â¿Puede darme un cigarrillo?
âClaro. Tenga. âSe lo enciende y se lo cede.
âNo se imagina lo que ansiaba fumar. ¿Sabe? Cuando empecé a hacerlo fue para encajar en un cÃrculo. Curioso, terminó gustándome. âLanza humo hacia arriba.
âHábleme de ese cÃrculo.
âLe hablaré, solo que debo relatar los hechos desde el principio, asà podrá entender mejor y colaborar con lo que le pediré sin dudar.
âAdelante.
âLa Venganza Es Una Especie De Justicia Salvaje â
Francis Bacon
CAPÃTULO II
Confesiones
âLa mujer resplandeciente que venÃa de Kenya dejó su encanto en el aeropuerto de Nairobi, tras la llamada de mi antiguo esposo, quien me contó en ese instante la gravedad en la que se encontraba nuestro hijo de dieciséis años, mi amado Ismat. âLlora al decir su nombre, pero continúa hablando entre llantoâ: Llegué hechas trizas a ese hospital. Fue desastroso verle en coma. Fue terrible. Mi pequeño, tantos años sin verle y volver a ver su rostro, tocar su mano sin vida verdadera, conectado a un aparato, como si fuera un muñeco. PermanecÃa a su lado, nunca le deje.
â¿Qué le pasó al chico?
âAlgo inesperado. Bueno, una madre siempre cree que morirá en su cama tras tener a toda su familia alrededor a la espera de esa hora, pero a veces no es asÃ; al menos, yo nunca me lo imaginé asÃ.
âDebe ser doloroso lo que te sucedió, me pongo en tu lugar.
âNunca querrÃas haber estado en mi lugar, admÃtelo. En el fondo, te aterran mi caso, mis razones y mis consecuencias.
âEs cierto âsuspiraâ, pero soy madre. Antes de ser policÃa soy madre más que nada.
âEntonces, de madre a madre, me entenderás. âSus ojos lucen llorosos. Hay un profundo pesar en esa mirada.
La oficial Fátima se mantuvo silente por unos segundos. Estaba impresionada. La mujer habÃa tocado fibras en su ser. Le hizo sentir un vacÃo por lo desconocido y un dolor por lo que conocerÃa en las próximas dos horas.
âSÃ. âBaja la cabeza, la levanta y se acerca más a la reja, quedando sus rostros muy cerca. Solo los frÃos barrotes les separanâ. De madre a madre, lo prometo.
âBien. âSe retira de los barrotes y se sienta en el suelo al fondo de la celda. Se ve solo el humo y la pequeña luz del casi terminado cigarrillo.
âDebo decirle que es muy extraño todo esto. Yo conozco este caso muy bien, he interactuado con la familia del niño, he visto su sufrimiento, pero debo admitir que su misterio me tiene totalmente cautivada. Es una pequeña esperanza.
â¿Esperanza? Entonces, ¿me cree inocente? SerÃa un milagro. Todos en este Estado y en esta nación me creen culpable. СКАЧАТЬ