Un Giro En El Tiempo. Guido Pagliarino
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Название: Un Giro En El Tiempo

Автор: Guido Pagliarino

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Научная фантастика

Серия:

isbn: 9788885356108

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СКАЧАТЬ dispuesto además a criticar al Duce a la cara, tal vez incluyendo alguna insolencia. Después de todo, disfrutaba de un gran predicamento en el país, compitiendo en popularidad con el mismo Mussolini. Era uno de los poquísimos en el ámbito político que le tuteaba, algo que el Duce aceptaba, pero con fastidio: sentía una gran envidia cuando se reunía con Balbo, aunque la ocultaba y no había hecho nada por el momento para hacerle daño, pero pretendía alejarse de él a la primera ocasión: eso pasaría al final del mismo año 1933, promoviéndole al máximo grado aeronáutico, mariscal del aire, después de haberle cubierto con grandes elogios y, poco después, el 26 de noviembre, haciendo que el rey le nombra gobernador de la llamada Cuarta Frontera, la colonia italiana de Libia, exiliándolo así en la práctica.

      Esa misma tarde del 15 de junio, después de haber recibido a Balbo y haberle dado las órdenes, el Duce había encargado a la policía del OVRA, en la persona de Guido Bocchini, que supervisara el trabajo del gabinete recién creado y que le reportara cualquier novedad que mereciera la pena.

      En un tiempo absolutamente récord, en todas las capitales de provincias se constituyó secretamente una “sección especial RS/33” específica del OVRA, con la tarea principal de avisar a Bocchini de cualquier eventual nuevo avistamiento de aeronaves desconocidas, de cualquier forma, y de interesarse inmediatamente y de falsificar directamente los testimonios no militares. Cada avistamiento debía reportarse a través de un formulario ideado por el propio Bocchini, con las siglas RS/33.FZ.4, cuyo modelo se había transmitido prontamente, con un mensaje adjunto, a todas las prefecturas italianas y, desde cada una de estas, a todos los comandos dependientes de las fuerzas de seguridad, así como a los cuarteles locales de la Milicia; se había enviado un modelo análogo, destinado a los oficiales de la Aeronáutica, desde la oficina ministerial de Balbo a todos los comandos aéreos para que lo distribuyeran a los departamentos dependientes. Mussolini también había decidido que cualquier informe relativo a avistamientos por parte de personas civiles debía pasar por el OVRA y de ahí debían enviárselo directamente a él y a los cargos Italo Balbo, como ministro de aeronáutica, y Gian Galeazzo Ciano, como director entrante del Gabinete de Prensa, así como a la sede romana del Gabinete RS/33.

      Aunque no era un estudioso, también Balbo había sido incorporado al mismo Gabinete, por su determinación al promover la Real Aeronáutica Militar, siendo su lema: “Es esencial sublimar la pasión por el vuelo para hacer de Italia el país más volador del mundo”. En cuanto a los científicos miembros, a la cabeza del RS/33 se nombró a Guglielmo Marconi. Estando sin embargo de crucero en torno al planeta con su propio barco-laboratorio, el Elettra (el nombre era el mismo que el de su hija), Mussolini había decidido que, por el momento, el Gabinete estaría dirigido por el astrónomo y matemático profesor Gino Cecchini, de Observatorio de Milán Merate: la intención del Duce era solo provisional todavía, pero dadas las ausencias sucesivas del premio Nobel en muchas otras investigaciones, Cecchini quedaría definitivamente al cargo del RS/33. Los otros científicos pertenecían a las ramas de la medicina, las ciencias naturales, la física y las matemáticas de la Real Academia de Italia, además del presidente del Consejo Superior de Obras Públicas, el conde y senador Luigi Cozza, que había sido asignado al Gabinete como referente organizativo y miembro de enlace con el Gobierno.

      En primer lugar, se trataba de entender el funcionamiento de la aeronave extranjera, para poder construir no solo otras similares, sino posiblemente mejores, manteniendo así a Italia “de una manera formidable” según las palabras del Duce, a la cabeza de la tecnología aeronáutica que, en esos años, era reconocida en el mundo y, con ella, la supremacía militar concreta en el aire y el sometimiento psicológico a Italia de sus potenciales enemigos. El programa comportaba la concentración de las investigaciones cuanto antes en un centro dotado de las instalaciones más modernas, que fue denominado de inmediato Instituto Central Aeronáutico y que se pretendía crear en las afuera de Roma, pero no lejos de la sede universitaria del RS/33; se había identificado enseguida el lugar, que era el campo de aviación Barbieri en Montecelio, donde se levantarían las instalaciones entre 1933 y 1935 y en torno al cual se edificaría la nueva ciudad de Guidonia.

      Capítulo 4

      Tal y como aparecían en el segundo fragmento de película, los nudistas alienígenas eran personas similares a los seres humanos, aparte de algunas características importantes:

      Tenían una cara similar al rostro del koala terrestre, pero sin pelambrera y con cuatro dedos en cada mano, igual que eran cuatro los esqueletos humanoides recuperados, y por eso la aritmética de esa especie inteligente, como se deducía de las hojas con cuentas y se había podido verificar tras descifrar los símbolos, gracias los cálculos de la doctora de 29 años Raimonda Traversi, genio matemático y estadístico del equipo, era de base ocho25: los ancestros de esos koalas antropomorfos debían haber empezado a contar en un pasado lejano con sus ocho dedos, mientras que los seres humanos habían usado para ese mismo fin sus diez dedos creando, por el contrario, una aritmética decimal; otra diferencia relevante era un marsupio en el vientre de las mujeres: “Especie mamífera marsupial placentada”, había decretado con absoluta obviedad el doctor mayor Aldo Gorgo, de 50 años, desliñado y desgarbado, cirujano militar de a bordo y biólogo coordinador del grupo científico astrobiológico.

      Todo lo recuperado indicaba que, en el momento de su desaparición, la civilización del planeta 2A Centauri26 se encontraba en la misma situación científico-tecnológica que la Tierra en la primera mitad del siglo XX; sin embargo, una primera datación aproximativa de los diversos objetos y los esqueletos había indicado que estos eran de una edad equivalente a los años terrestres entre 1650 y 1750, por lo que la civilización alienígena, en el momento de su extinción, había precedido en más de dos siglos a la de nuestro planeta: al volver a casa, se repetiría la datación con instrumentos más sofisticados que los portátiles de la cronoastronave 22, pero muy probablemente no se habrían equivocado por mucho.

      Entre los científicos había un gran deseo de descubrir la causa de la desaparición de aquella raza inteligente. En primer lugar, habrían podido obtener respuestas de la grabación del disco fónico recuperado, después de la limpieza sonora y un trabajo de interpretación, lo que no era fácil a pesar de la ayuda de los robots traductores, y también podrían haber ayudado dos documentos en papel recuperados en la misma habitación; pero este estudio y otros solo podrían llevarse a cabo tras volver a la Tierra en la Universidad de La Sapienza de Roma, en nombre la cual había llegado la misión científica a ese planeta; y ahora era el momento de regresar a casa, al haber pasado el periodo, correspondiente a un máximo de tres meses terrestres después de la partida, tras el cual era obligatorio volver, debido a una ley del Parlamento de los Estados Confederados de Europa, la Ley del Cronocosmos.

      Tras la cena, la mayor ingeniera Margherita Ferraris había comunicado sin preámbulos a los oficiales fuera de servicio y los científicos, todos sentado con ella en torno a la gran mesa de la sala de comidas y reuniones: “Señores, pronto volvemos a casa”: Margherita era una soltera de 37 años estilizada y de casi un metro ochenta y cinco, de cabello negro y rostro redondo y gracioso: una persona decidida y una oficial absolutamente brillante; se había licenciado con la máxima nota hacía una docena de años en ingeniería espacial en el Politécnico de Turín y, habiendo sido admitida por concurso durante el último bienio también en la Academia Cronoastronáutica Europea, asociada con ese y otros politécnicos del continente, había obtenido el grado de teniente del cuerpo al mismo tiempo que la licenciatura; tras entrar en servicio, fue asignada al principio como segundo oficial en una nave cronoastronáutica СКАЧАТЬ