Название: Un Giro En El Tiempo
Автор: Guido Pagliarino
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Научная фантастика
isbn: 9788885356108
isbn:
Esa misma tarde del 15 de junio, después de haber recibido a Balbo y haberle dado las órdenes, el Duce habÃa encargado a la policÃa del OVRA, en la persona de Guido Bocchini, que supervisara el trabajo del gabinete recién creado y que le reportara cualquier novedad que mereciera la pena.
En un tiempo absolutamente récord, en todas las capitales de provincias se constituyó secretamente una âsección especial RS/33â especÃfica del OVRA, con la tarea principal de avisar a Bocchini de cualquier eventual nuevo avistamiento de aeronaves desconocidas, de cualquier forma, y de interesarse inmediatamente y de falsificar directamente los testimonios no militares. Cada avistamiento debÃa reportarse a través de un formulario ideado por el propio Bocchini, con las siglas RS/33.FZ.4, cuyo modelo se habÃa transmitido prontamente, con un mensaje adjunto, a todas las prefecturas italianas y, desde cada una de estas, a todos los comandos dependientes de las fuerzas de seguridad, asà como a los cuarteles locales de la Milicia; se habÃa enviado un modelo análogo, destinado a los oficiales de la Aeronáutica, desde la oficina ministerial de Balbo a todos los comandos aéreos para que lo distribuyeran a los departamentos dependientes. Mussolini también habÃa decidido que cualquier informe relativo a avistamientos por parte de personas civiles debÃa pasar por el OVRA y de ahà debÃan enviárselo directamente a él y a los cargos Italo Balbo, como ministro de aeronáutica, y Gian Galeazzo Ciano, como director entrante del Gabinete de Prensa, asà como a la sede romana del Gabinete RS/33.
Aunque no era un estudioso, también Balbo habÃa sido incorporado al mismo Gabinete, por su determinación al promover la Real Aeronáutica Militar, siendo su lema: âEs esencial sublimar la pasión por el vuelo para hacer de Italia el paÃs más volador del mundoâ. En cuanto a los cientÃficos miembros, a la cabeza del RS/33 se nombró a Guglielmo Marconi. Estando sin embargo de crucero en torno al planeta con su propio barco-laboratorio, el Elettra (el nombre era el mismo que el de su hija), Mussolini habÃa decidido que, por el momento, el Gabinete estarÃa dirigido por el astrónomo y matemático profesor Gino Cecchini, de Observatorio de Milán Merate: la intención del Duce era solo provisional todavÃa, pero dadas las ausencias sucesivas del premio Nobel en muchas otras investigaciones, Cecchini quedarÃa definitivamente al cargo del RS/33. Los otros cientÃficos pertenecÃan a las ramas de la medicina, las ciencias naturales, la fÃsica y las matemáticas de la Real Academia de Italia, además del presidente del Consejo Superior de Obras Públicas, el conde y senador Luigi Cozza, que habÃa sido asignado al Gabinete como referente organizativo y miembro de enlace con el Gobierno.
En primer lugar, se trataba de entender el funcionamiento de la aeronave extranjera, para poder construir no solo otras similares, sino posiblemente mejores, manteniendo asà a Italia âde una manera formidableâ según las palabras del Duce, a la cabeza de la tecnologÃa aeronáutica que, en esos años, era reconocida en el mundo y, con ella, la supremacÃa militar concreta en el aire y el sometimiento psicológico a Italia de sus potenciales enemigos. El programa comportaba la concentración de las investigaciones cuanto antes en un centro dotado de las instalaciones más modernas, que fue denominado de inmediato Instituto Central Aeronáutico y que se pretendÃa crear en las afuera de Roma, pero no lejos de la sede universitaria del RS/33; se habÃa identificado enseguida el lugar, que era el campo de aviación Barbieri en Montecelio, donde se levantarÃan las instalaciones entre 1933 y 1935 y en torno al cual se edificarÃa la nueva ciudad de Guidonia.
CapÃtulo 4
Tal y como aparecÃan en el segundo fragmento de pelÃcula, los nudistas alienÃgenas eran personas similares a los seres humanos, aparte de algunas caracterÃsticas importantes:
TenÃan una cara similar al rostro del koala terrestre, pero sin pelambrera y con cuatro dedos en cada mano, igual que eran cuatro los esqueletos humanoides recuperados, y por eso la aritmética de esa especie inteligente, como se deducÃa de las hojas con cuentas y se habÃa podido verificar tras descifrar los sÃmbolos, gracias los cálculos de la doctora de 29 años Raimonda Traversi, genio matemático y estadÃstico del equipo, era de base ocho25: los ancestros de esos koalas antropomorfos debÃan haber empezado a contar en un pasado lejano con sus ocho dedos, mientras que los seres humanos habÃan usado para ese mismo fin sus diez dedos creando, por el contrario, una aritmética decimal; otra diferencia relevante era un marsupio en el vientre de las mujeres: âEspecie mamÃfera marsupial placentadaâ, habÃa decretado con absoluta obviedad el doctor mayor Aldo Gorgo, de 50 años, desliñado y desgarbado, cirujano militar de a bordo y biólogo coordinador del grupo cientÃfico astrobiológico.
Todo lo recuperado indicaba que, en el momento de su desaparición, la civilización del planeta 2A Centauri26 se encontraba en la misma situación cientÃfico-tecnológica que la Tierra en la primera mitad del siglo XX; sin embargo, una primera datación aproximativa de los diversos objetos y los esqueletos habÃa indicado que estos eran de una edad equivalente a los años terrestres entre 1650 y 1750, por lo que la civilización alienÃgena, en el momento de su extinción, habÃa precedido en más de dos siglos a la de nuestro planeta: al volver a casa, se repetirÃa la datación con instrumentos más sofisticados que los portátiles de la cronoastronave 22, pero muy probablemente no se habrÃan equivocado por mucho.
Entre los cientÃficos habÃa un gran deseo de descubrir la causa de la desaparición de aquella raza inteligente. En primer lugar, habrÃan podido obtener respuestas de la grabación del disco fónico recuperado, después de la limpieza sonora y un trabajo de interpretación, lo que no era fácil a pesar de la ayuda de los robots traductores, y también podrÃan haber ayudado dos documentos en papel recuperados en la misma habitación; pero este estudio y otros solo podrÃan llevarse a cabo tras volver a la Tierra en la Universidad de La Sapienza de Roma, en nombre la cual habÃa llegado la misión cientÃfica a ese planeta; y ahora era el momento de regresar a casa, al haber pasado el periodo, correspondiente a un máximo de tres meses terrestres después de la partida, tras el cual era obligatorio volver, debido a una ley del Parlamento de los Estados Confederados de Europa, la Ley del Cronocosmos.
Tras la cena, la mayor ingeniera Margherita Ferraris habÃa comunicado sin preámbulos a los oficiales fuera de servicio y los cientÃficos, todos sentado con ella en torno a la gran mesa de la sala de comidas y reuniones: âSeñores, pronto volvemos a casaâ: Margherita era una soltera de 37 años estilizada y de casi un metro ochenta y cinco, de cabello negro y rostro redondo y gracioso: una persona decidida y una oficial absolutamente brillante; se habÃa licenciado con la máxima nota hacÃa una docena de años en ingenierÃa espacial en el Politécnico de TurÃn y, habiendo sido admitida por concurso durante el último bienio también en la Academia Cronoastronáutica Europea, asociada con ese y otros politécnicos del continente, habÃa obtenido el grado de teniente del cuerpo al mismo tiempo que la licenciatura; tras entrar en servicio, fue asignada al principio como segundo oficial en una nave cronoastronáutica СКАЧАТЬ