Название: Un Giro En El Tiempo
Автор: Guido Pagliarino
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Научная фантастика
isbn: 9788885356108
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âDejamos la idea de que tal vez en esta Tierra haya un Valerio alternativo, una Margherita alternativa y asà con todoâ, habÃa dicho la comandante, ây nos concentramos en lo positivo: ¡si estamos ahora sobre la lÃnea continua del gráfico A, donde la Tierra ha convertido por un accidente del pasado en una Tierra nazi alternativa y por tanto no hay universos paralelos, podemos hacer que las cosas vuelvan a ser como antes!â.
Silencio.
âSÃ, señores, yendo al único pasado y actuando para que se convierta en punteado, es decir, en solo hipotético, el trazo continuo nazi y haciendo que se convierta por el contrario en continuo, es decir, en real, lo que después del giro en el tiempo se ha convertido en punteado, es decir, aquel mundo democrático que conocemos y que por el momento ya no existe, pero necesitamos recuperarâ.
HabÃa intervenido por primera vez la investigadora Anna Mancuso, dirigiéndose al propio director y amigo profesor Faro: âPor desgracia, Valerio, me temo que nunca será posible establecer con seguridad si es verdad el esquema A o el esquema B. Si, por una desdichada posibilidad, los universos paralelos del esquema B fueran reales, si fuéramos al pasado y elimináramos la causa del giro en el tiempo serÃa posible que esta Tierra nazi alternativa no dejara de existir, sino que sencillamente nosotros, en ese momento, al saltar a un universo donde el nazismo no haya vencido y donde recuperáramos, en el año 2133, nuestra sociedad perdida al partir hacia 2A Centauri, no nos acordarÃamos de la existencia de una Tierra alternativa ni del hecho de haber vuelto sencillamente a lo largo del paralelo binario donde está nuestra Tierraâ.
Valerio: âSÃ, estoy de acuerdo, Anna; en todo caso, es una cuestión de mera fe, un poco como las decisiones que toman todos más o menos inconscientemente, incluidos nosotros los cientÃficos, de estar en el mundo o de ser un mundo. No es en realidad posible demostrar que el solipsismo sea verdadero o falsoâ.
âEl solip... ¿qué?â, habÃa preguntado el ictiólogo Elio Pratt, más formado en disciplinas cientÃficas que en asuntos humanÃsticos.
Le habÃa respondido: âEl solipsismo, palabra que deriva de los términos latinos âsolusâ, âsoloâ, e âipseâ, âuno mismoâ, y que significa por tanto âsolo uno mismoâ es esencialmente la idea metafÃsica de que todo lo que existe es creado por la conciencia de la persona y no es objetivo. Por ejemplo, si fuera verdad la tesis solipsista, yo estarÃa solo en la mente de quien me esté escuchando, no serÃa un Valerio Faro real y evidentemente para mà serÃais los productos de mi mente, no serÃais objetivos, solo yo existirÃa realmente y, por decirlo asÃ, os crearÃa en mi propio interior. El hecho es que es imposible demostrar experimentalmente si el solipsismo es verdadero o falso o por el contrario, demostrar que es verdadera o falsa la realidad del mundo, porque también el experimento y sus presuntos resultados podrÃan ser meras creaciones del yo: es solo un acto de fe lo que nos hace creer que somos parte de un mundo objetivo y, por tanto, que puede conocerse gracias a la experienciaâ.
HabÃa intervenido el pragmático Jan Kubrich: âCon todo, querido Valerio, solipsismos aparte, para mà lo esencial es que este yo mÃo que está hablando acabe volviendo a la sociedad que ha dejado; si hubiera otros yos innumerables en otros universos paralelos, nunca los llegarÃa a conocer y por tanto no me podrÃan importarâ.
Anna le habÃa dicho: âSi embargo, a mà me importarÃa muchÃsimo saberlo, aunque lo considere imposible en esta vida: en el más allá, si acaso; y por cierto, ¿te das cuenta, Jan?, se plantea un problema teológico esencial...â.
â... no, la teologÃa, no ¡apiádate de mÃ!â, le habÃa interrumpido sonriente y simulando alarmarse el antropólogo, que a pesar de encontrarse, como todos, en una situación de alta tensión, parecÃa tener ganas de bromear, igual que Anna tenÃa el deseo, a pesar de todo, de discutir sobre teologÃa, tal vez ambos queriendo aliviar la tensión existente.
âHm... peroâ, habÃa dicho Anna, que no habÃa entendido el intento de broma: âpensaba que serÃa interesante, Janâ.
âPerdónameâ, le habÃa contestado Kubrich, âsolo bromeaba: si solo dependiera de mÃ, de verdad que te escucharÃa encantadoâ.
Pensando que las divagaciones tal vez fueran buenas para aliviar la ansiedad de todos, la comandante habÃa tolerado â... pero sÃ, Anna, te escuchamosâ.
âBueno, estaba a punto de decir antes que, tomando como verdadera la conjetura, que para mà es terrible, de los múltiples universos reales, la misma persona tiene al tiempo méritos y deméritos morales diferentes, de acuerdo con el universo en el que esté, será más o menos bueno o malo, de lo que se deduce que cada una de sus decisiones será más o menos altruista o más o menos egoÃsta; asà que, en su caso más extremo, el mismo sujeto, pongamos un Francisco de AsÃs, en una dimensión temporal ha sido honrado hasta la santidad (objetivo trascendente: la salvación eterna) pero ha sido completamente malvado en un universo en el otro extremo, por tanto destinado a la muerte eterna sin resurrección en Dios, en otras palabras, a la condena eternaâ.31
âSÃ, Annaâ, Valerio habÃa recuperado el turno de palabra, âpero aparte del discurso sobre el paraÃso y el infierno que solo nos interesa a los creyentes, la idea de múltiples universos es de por sà terrible: en el caso de múltiples universos reales, el yo, parafraseando a Pirandello, aunque sea subjetivamente y no en juicios subjetivos de otros, uno y cien mil o miles de millones, podrÃamos decir que no es en el fondo nada,32 porque si existe todo lo que es posible, si la persona es millares y millones de individuos en otros tantos universos y no una sola, no es un yo y por tanto resulta absurdo y también contrario a la humanidad: el hombre resulta ser un cero. Para mà es inaceptable y creo, como Einstein, que Dios no juega a los dados y por tanto pongo mi fe en un único universoâ.
âTambién yo, evidentementeâ, habÃa corroborado Anna.
La comandante: âPor tanto, ahora se trata de actuar en el pasado para cambiar este, esperemos, único universo y devolverlo a la condición anterior al giro en el tiempoâ.
Se habÃa preguntado a las memorias de las calculadoras de a bordo de la cápsula.
La computadoras habÃan respondido que en el momento del salto cronoespacial hacia el sistema Alfa Centauri sobre el cual, como sabÃamos, se habÃan registrado datos de todo tipo tomados de calculadoras públicas de la Tierra, la única cronoastronave que resultaba no haber vuelto todavÃa del pasado era la número 9, que habÃa llevado a la Italia del año 1933 una expedición dirigida por el filósofo e historiador profesor Arturo Monti de la Universidad de La Sapienza de Roma. Al haberse interrumpido las comunicaciones de la 22 con la Tierra tras el salto, no podÃan tener noticias posteriores.
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