Название: Luz Nocturna
Автор: Amy Blankenship
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Зарубежное фэнтези
Серия: Lazo De Sangre
isbn: 9788873042587
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La iglesia estaba prácticamente a oscuras, a excepción de un par de ventanas que todavÃa mostraban luz en el segundo piso. Por lo que recordaba, probablemente era el área de oficinas. Se preguntó si el sacerdote que habÃa dejado cuidadosamente en el armario en realidad vivÃa aquÃ. Era algo que nunca habÃa pensado asumir hasta ahora. Los católicos eran un grupo dedicado, él les reconocÃa eso.
Ya habÃa puesto al dÃa a Nick con lo que habÃa pasado la otra noche... bueno, al menos la mayor parte. De ninguna manera él le iba a resumir el incidente de la túnica del muchacho del coro. Sacudiendo la cabeza, Steven tiró de la puerta principal esperando que estuviera cerrada pero tristemente, se abrió.
âNo es muy inteligenteâ, Nick frunció el ceño mientras sacaba la navaja de su manga y se escabullÃa dentro. âUno pensarÃa que después de lo que pasó la otra noche, empezarÃan a cerrar las puertas con llaveâ.
âTal vez como dice el refrán... siempre está abiertoâ, Steven se encogió de hombros pero entró cautelosamente. âO tal vez el viejo sacerdote esté esperando compañÃaâ.
âRepito, no muy inteligenteâ, dijo bruscamente Nick, sabiendo que no eran las únicas criaturas paranormales dentro del edificio. âHuelo a los humanos arriba pero hay algo más aquà y dudo que haya venido para confesarseâ.
Voy a asegurarme de que el sacerdote esté a salvo. Si encuentras vampiros, sé inteligente y déjalos en paz hasta que pidamos refuerzos. Steven subió las escaleras dejando que Nick tomara su propia decisión.
Nick asintió y comenzó a buscar el sótano de la iglesia. Por lo general, entre más malos fueran los monstruos... más abajo les gustaba estar. No se molestó en esconderse mientras investigaba porque el enemigo podÃa ver en la oscuridad tan bien como él.
Al encontrar la puerta con la etiqueta de âsótanoâ, Nick la abrió y bajó rápidamente las escaleras. Arrugó la nariz por el olor frÃo y húmedo, y estornudó. Siempre habÃa odiado los sótanos.
Steven estaba haciendo lo mismo arriba, abriendo puertas y mirando mientras pasaba. Al ver la luz filtrarse bajo la puerta de la misma oficina de la otra noche, esta vez tocó primero. PodÃa percibir el olor más allá de la puerta y sabÃa que el viejo estaba solo.
â¿Eres tú, Jewel?â, gritó la vieja voz.
Steven retrocedió un paso cuando la puerta se abrió... y el sacerdote y él se encontraron cara a cara. El rostro amable del viejo y su expresión calma cambió lentamente, sus ojos y sus labios se abrieron. Steven extendió la mano sabiendo lo que vendrÃa a continuación, y no se sorprendió para nada cuando el sacerdote trató de cerrarle la puerta en la cara.
Empujando la puerta, Steven entró en la habitación dejando que el peso del anciano cerrase la puerta de nuevo detrás de él. Girando rápidamente, agarró el arma que ya veÃa venir y lo arrojó a través de la habitación un poco enfadado. âSe lo dije la última vez, no soy un vampiroâ.
âMe desperté en el armarioâ, le recordó el sacerdote mientras se apoyaba en su escritorio. Steven suspiró mientras observaba cómo las manos del anciano rebuscaban en el escritorio, obviamente tratando de encontrar otra arma. Arqueó una ceja al ver que sus dedos se envolvÃan alrededor de una grapadora grande.
âNo quiero hacerle dañoâ, dijo Steven. âPero si no suelta esa grapadora, volverá a despertar en ese armarioâ. Asintió agradecido cuando el hombre la soltó lentamente y se quedó de pie, totalmente erguido, lo que dejó a plena vista que le faltaba mucho para alcanzar la altura de Steven.
âTengo la sensación de que no has venido a confesarteâ. TodavÃa se podÃa oÃr el miedo en la voz del anciano.
âOh padre, sé que he pecadoâ, Steven sonrió, pero al ver que la broma no fue bien recibida, agarró una silla y la giró, dándose cuenta de que el pobre hombre se estremeció ante el rápido movimiento. Se abstuvo de rodar los ojos y se sentó a horcajadas sobre la silla, apoyando los brazos en el respaldar. â¿No cuenta que soy parte de la razón por la que todavÃa está vivo? Si no lo hubiera sacado del camino, ya no estarÃa del lado de los ángelesâ.
â¿Cómo...?â el sacerdote de repente se veÃa más viejo mientras caminaba detrás de su escritorio y se sentaba de golpe. âCuando desperté, bajé y encontré a desconocidos limpiando. El desastre... Me quedé escondido. Fueron tan rápidos y silenciosos. ¿Tú podrÃas hacer todo eso?â
â¿Me creerÃa si le dijera que tenÃamos un ángel de nuestro lado?â Cuando el hombre levantó su barbilla y le dirigió una dura mirada, Steven continuó: âMi amigo y yo estamos aquà para asegurarnos de que la iglesia está limpia todavÃaâ.
â¿Crees que hay más?â, El sacerdote se frotó la cara.
âSé que hay más. La pregunta es, ¿están aquÃ?â Steven se levantó sabiendo que habÃa dejado a Nick solo por demasiado tiempo ya. Su amigo era conocido por ser temerario y eso lo ponÃa nervioso. âNo queremos repetir el mismo suceso de la otra nocheâ.
El sacerdote lo miró detenidamente, como si buscara una mentira. Finalmente, el hombre mayor suspiró y asintió con la cabeza. âDe acuerdo, por alguna razón te creo. A veces Dios trabaja de maneras misteriosas. Haz lo que tengas que hacerâ.
âEsperemos que esta vez no encontremos ningún... demonio y usted puede permanecer despierto si promete quedarse aquÃâ. De repente recordó lo que el sacerdote dijo cuando él abrió la puerta. â¿Espera a alguien?â
âSÃ, se suponÃa que ella debÃa venir la otra noche, pero...â él sacudió el pulgar hacia el armario. âLlamó hace una hora diciendo que ya venÃa de caminoâ.
Steven sintió que su pulso saltaba. âHabÃa una chica aquà la otra noche y tengo que hablar con ella... cabello rubio, hermosa. ¿La conoce?â
â¿Jewel?â Preguntó el sacerdote. âClaro, estamos en los preparativos del matrimonio.â
â¿Qué?â Steven dijo un poquito alto y luego preguntó, â¿Desde cuándo los viejos sacerdotes se casan con chicas jóvenes?â
âDe verdad que eres brillanteâ, el sacerdote sacudió su cabeza y luego dijo con determinación: âNo es su matrimonio conmigo... y no es de tu incumbencia de todos modos. Deja a esa niña sola. Tiene suficientes problemas con los monstruos que ya conoce. No la arrastres a una batalla de demoniosâ.
Steven frunció el ceño ya que no le gustó cómo sonaba todo eso. ApostarÃa dinero que el sacerdote habÃa estado a punto de decir los mafiosos en lugar de monstruos. No le importaba ninguno de los dos, ya que tenÃa que lidiar con su propia cuota СКАЧАТЬ