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СКАЧАТЬ conseguiré entregarlo en la fecha asignada. Además, acabo de darme cuenta de que tengo que volver a calcular todas las medias de los últimos seis años». Haz que tu trabajo parezca excesivo y agobiante. El jefe sádico te dedicará una sonrisa en señal de aprobación y supondrá que ya tienes demasiado trabajo para hacerte sufrir. Quizá inventarte el tema de las medias sea un poco exagerado, pero mientras estés trabajando duro y esforzándote mucho, ¿qué importa una pequeña hipérbole de vez en cuando?

      • Debes estar siempre preparado para responder con rapidez, aunque no con alegría, a un jefe sádico. Acepta el trabajo adicional que te manda, pero no con una sonrisa. Asegúrate de mencionar que te ocuparás de ese tema después de que acabes con las otras doce tareas que te ha pedido hacer desde que has llegado esa mañana. Debes entender de una vez por todas que, a ojos de un sádico, el dolor es poder; en concreto, tu dolor es su poder. Si intentas luchar contra este, sólo estarás entrando en el juego. Para no perder la cordura, has de intentar encontrar un modo de discernir entre los asuntos importantes y los superficiales. Tienes que aplicar este criterio cuando haya una figura de autoridad institucional a tu alrededor. No entierres el hacha de guerra en tu propia cabeza.

      • Los jefes sádicos disfrutan viéndote sufrir hasta límites insospechados, pero jamás quieren verte agonizando. Eso significaría que deberías estar de baja médica y, de este modo, el sádico no podría hacerte la vida imposible. (Un sádico realmente superdotado y creativo puede exigirte que trabajes desde la camilla del hospital en vez de permitir que veas ¿Quién quiere ser millonario?, pero no te podrá obligar a trabajar desde el ataúd). De hecho, los jefes sádicos se lo pasan de maravilla cuando ven que todos sus subordinados están con el agua al cuello.

      • No organices actividades en un departamento dirigido por un jefe sádico. En el caso de que se celebren, mantenlas en el más absoluto secreto. No salgas de la oficina vestido con el uniforme de jugar al fútbol. Si el jefe sádico te ve a punto de irte a pasar un rato de diversión, ten pon seguro que te obligará a quedarte en el despacho a trabajar y te perderás el partido. Quizá puedas programar gemidos y lamentos para que suenen por los altavoces de tu ordenador, después de salir de hurtadillas de la empresa. Pensándolo mejor, olvídalo: ni siquiera un libro empresarial en tono satírico sobre jefes horrendos puede ir tan lejos. Si un sádico descubriera tal artimaña, se daría inicio a la temporada de caza. Tu cubículo parecería una zona de guerra, con pilas y pilas de informes que llegarían hasta el techo y una papelera llena a rebosar.

      • No permitas que te pille perdiendo el tiempo. La holgazanería invita al castigo en forma de trabajo y más trabajo. No estoy diciendo que finjas trabajar. De hecho, tienes bastaste que hacer y puedes estar ocupado en actividades productivas sin tener que comportarte como un embustero. Para crear un mejor ambiente laboral, debes trabajar en actividades importantes que te proporcionen una gratificación personal. Si alguna vez has probado a devolverle el golpe a un jefe sádico, no hace falta que te recuerde qué puede pasar.

      • Mírale a los ojos. Todo el dolor que inflige lo ha sentido en sus propias carnes por culpa de alguien más poderoso. Esto también ocurre en el caso del matón. Sea cual sea la razón, el sufrimiento se ha convertido en un modo de vida para ambos. A veces, establecer contacto visual alivia un poco la tensión, siempre y cuando lo mires con empatía y audacia; ¡una señal de miedo y serás historia! Si el contacto visual le exaspera todavía más, no insistas.

      Si trabajas en el departamento de un jefe sádico, te aconsejo que des la impresión de estar ocupado y concentrado en tu trabajo y dejes a un lado actitudes más serias que son difíciles de ignorar por él. Esto no significa que no puedas mostrarte positivo y optimista cuando estás lejos de la órbita del sádico; todo lo contrario, aumentarás las posibilidades de que alguien te contrate y te aleje de su lado.

      El hecho de que tu jefe sea un sádico seguramente no es algo nuevo en la empresa. La gente ubicada en los puestos más altos de la cadena alimenticia de la empresa saben más de lo que tú imaginas, aunque no lo demuestren cuando tú andas por ahí. Si te comportas de forma adusta y seria en cualquier situación y con todos tus compañeros, no sabrán si el problema es tuyo o de tu jefe.

      Por último, jamás despotriques de tu jefe sádico delante de sus superiores. De hecho, nunca lo critiques, estés donde estés. Si los demás ven una actitud positiva en ti cuando tu jefe no merodea por los alrededores, se lamentarán por tu situación e incluso puede que admiren tu tenacidad. Con un jefe sádico, procura no hacerte el listillo.

JEFES MASOQUISTAS

      Decir en voz alta lo que un jefe masoquista quiere oír – «Eres un baboso»– no es lo más apropiado. Y, además, si alguien escucha por casualidad el comentario e ignora por completo la situación, puede enfrentarse a ti. Desgraciadamente, felicitar a los masoquistas sólo sirve para molestarlos aún más y, en general, responden con un acto despreciable para poner las cosas en su lugar.

      Tal y como su nombre indica, los masoquistas creen que deberían recibir todo tipo de castigos y están dispuestos a arrastrar a todos los que entren en su área de influencia hacia su agujero negro de inutilidad. Su necesidad de ser castigados es tan imperiosa que incluso se castigarían a sí mismos si nadie decide hacerlo. En casos extremos, un jefe masoquista puede negarse a creer que nadie le critique como se merece. Los jefes masoquistas no son idiotas en el sentido clásico de la palabra, pero se acercan bastante. Este tipo de jefes atraen a codependientes como moscas a un picnic de domingo; estos últimos se vuelven locos para llenar ese agujero negro del alma del masoquista, lo cual es imposible, por supuesto. Sin embargo, el esfuerzo hercúleo continúa un día tras otro. Los codependientes llenan por completo los oídos del masoquista, quien les vomita encima todas sus afirmaciones. Si quieres jugar al exorcista, tú mismo.

      Es muy fácil distinguir aquellos departamentos que están gestionados por jefes masoquistas. Para empezar, nadie moverá un dedo, a menos que no sea para marcar el número de la policía e informar de que el jefe masoquista está a punto de arrojarse por la ventana. Si logran acabar un par de tareas podríamos decir que están a punto de conseguir alguno de los objetivos del departamento. Pero eso podría parecer todo un éxito y, como todos sabemos, este es lo opuesto al fracaso absoluto; así que de eso nada. Los jefes masoquistas se aseguran de que su departamento fracase para que sus superiores les castiguen por eso, lo cual ellos valoran mucho, desde luego.

      El mejor modo para tratar con un jefe masoquista es salir del departamento donde trabaja. Estos jefes jamás consiguen estar satisfechos con su trabajo y tampoco están dispuestos a permitir que tus logros les hagan sentir mejor, o más valorados. Hacer algo que pueda contentar a tu jefe puede desembocar en una respuesta de este tipo: «Oh, genial, me alegro por ti. Supongo que en breve te ascenderán y no dudarás en darme una patada para que me caiga por la escalera empresarial. Perfecto, adelante. Si eso te hace feliz, acepta el ascenso». Ese comentario basta para coger tu logro, hacer una pelota y lanzarlo a la basura. Lo más probable es que tu jefe masoquista ya se haya colocado la papelera sobre la cabeza para darse golpes contra la pared. Aquí tienes una lista de cosas que debes recordar cuando te enfrentas a un jefe masoquista:

      • La mayoría de los jefes masoquistas interpretan el típico «yo gano, tú ganas» de otra forma. Entienden que si uno gana, el otro pierde. Retorcido, ya lo sé, pero no encuentro una forma más sencilla de explicarlo. Un jefe masoquista ve su vida como un fracaso monumental y desea arrastrarte hacia su derrota. Tu jefe masoquista está convencido de que cualquier logro o éxito que tú consigas le hará parecer, en comparación, un fracasado. Es aconsejable, tanto para ti como para él, que sobrevivas a esta tralla. Lo que es bueno para ti también lo es para él, porque de ese modo el masoquista consigue parecer el malo de la película.

      • La mayoría de los jefes esperan que todos sus empleados los incluyan en las cadenas de correos electrónicos y en el anuncio de algún acontecimiento especial porque les gusta decidir si asistirán o no, dependiendo de lo que haya en juego. Sin embargo, el jefe masoquista sólo quiere confirmar que todo el mundo está precisamente СКАЧАТЬ