Название: Cómo trabajar para un idiota
Автор: John Hoover
Издательство: Parkstone International Publishing
Жанр: Самосовершенствование
isbn: 978-84-315-5452-1
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Tú estás aquí; yo también. Sea cual sea su procedencia, los idiotas están aquí. Ellos son los únicos que no lo saben. ¿No podemos intentar llevarnos bien y ya está? Yo diría que sí… bueno, depende. Tenemos que concentrarnos en nuestro viaje personal hacia la rehabilitación, la iluminación y el enriquecimiento propio. Los auténticos idiotas probablemente no leerán este libro, así que podemos decir que esto es una conversación privada entre nosotros. La buena noticia es que podemos tener una vida plena y gozar de una carrera profesional gratificante a pesar de trabajar para idiotas; la mala noticia es que tenemos que hacer todo el trabajo. No te enfades conmigo. Los idiotas en activo (que no están en recuperación) no tienen ni la menor idea de lo que ocurre a su alrededor, así que dime: ¿cómo podrían ayudar? ¿No te parece que una vida plena y una carrera gratificante sí que merecen ese esfuerzo? Yo diría que sí, rotundamente. Ahora dirijámonos al paso uno de nuestro viaje hacia el nirvana a prueba de idiotas (por así decirlo).
¿Te has fijado que he intentado dejar a mi idiota interior fuera de este último sermón? Mi conciencia no está tranquila si no me incluyo: debo ser sincero, coger a mi idiota interior de la mano y unirme a la fiesta. Estoy rehabilitado, pero sigo siendo un idiota. Trato de no olvidar que he sido un trabajador idiota, un jefe idiota, un esposo idiota, un estudiante idiota y un profesor idiota. He sido un grano en el culo para tantísimas personas que ya he perdido la cuenta. Así pues, te invito a que me acompañes, admitas tus errores, sufras en tus propias carnes la catarsis de hablar abiertamente sobre tus «idiotasincrasias» e inicies tu propio viaje hacia una experiencia sin idiotas. Al igual que los programas de rehabilitación típicos, el programa de idiotas anónimos cuenta con doce pasos.
PASO UNO: «ADMITO QUE NO PUEDO ACTUAR SOBRE LA ESTUPIDEZ
DE LOS DEMÁS Y QUE MI VIDA SE HA VUELTO TAN ESTÚPIDA
QUE NO PUEDO MANEJARLA».
No dejes que este primer paso te deprima demasiado. De hecho, la estupidez no es una enfermedad, aunque al menos debería clasificarse como un síndrome. No podemos iniciar nuestro camino hacia la recuperación hasta que confesemos y admitamos el lío en que nos hemos metido. A la mayoría de la gente le resulta intolerable sentir impotencia, y ni piensa en admitirla, pues implica una pérdida de control (un dominio que, por cierto, jamás han tenido) y no están dispuestos a llegar tan lejos. Te presento a los muertos vivientes: estos zombis merodean por nuestro planeta pensando que pueden cambiar a los idiotas que les rodean. Mi propuesta es alcanzar el éxito a pesar de los idiotas que pululan por nuestra vida.
Si intentaras dominar la estupidez ajena en vez de la propia, tu vida sería incontrolable. ¿Tengo que repetirlo otra vez? Es una carga demasiado pesada; déjala pasar. Tu Poder Interior puede soportar la idiotez de los demás. Tú y yo tenemos que invertir nuestros recursos en gestionar nuestra propia estupidez: ahora estamos siendo razonables. Si no perdemos la perspectiva ni olvidamos el contexto de este asunto del idiota universal, hay esperanza. Intentar gestionar nuestra estupidez sin respetar la que nos rodea es como conducir en sentido contrario por la autopista; de esta manera nos buscamos problemas, problemas serios. Sin embargo, si conduces por tu carril y te preocupas sólo de tus asuntos, esto no te garantiza que algún idiota pirado acabe chocando contra ti. Cada uno de nosotros es un coche en una carretera abarrotada de vehículos; no le quites ojo a tu retrovisor.
La confesión es buena para el alma; aunque siempre requiere algo de creatividad, déjate llevar. Reconocer la propia impotencia es el primer paso de la recuperación. Los siguientes revelarán quién tiene el poder y qué técnicas puedes utilizar para alcanzar la serenidad. Reflexiona sobre lo que he comentado antes sobre el autocontrol. Al fin y al cabo, tú eres tu propio jefe, aunque estés bajo las órdenes de otra persona. ¿Eres tu propio jefe idiota, como yo? ¿Puedes ser un i-jefe rehabilitado, como yo? El hecho de que la relación con tu jefe sea más o menos efectiva depende de ti. ¿Serás el típico empleado «mono de feria»? ¿O el simio se dará cuenta del mal comportamiento de su jefe y se lo pensará dos veces?
En los próximos capítulos, iremos al grano y examinaremos el tema del idiota a fondo y los distintos papeles que jugamos en él. Si consigues ver paralelismos con tu propia experiencia, te darás cuenta de que es mucho más sencillo tratar con tu i-jefe en la oficina. No estoy sugiriendo el tipo de reflexión que conduce al arrepentimiento, pero cambiar tu forma de pensar y conducta no ocurre de forma natural ni sin esfuerzos por tu parte. Echar un vistazo a tu pasado sólo servirá para predecir tu futuro, a menos que decidas tomar otro camino. Bienvenido al viaje.
Piensa en lo que más te molesta de la relación con tu jefe o con tus compañeros de trabajo. Elabora una lista con tres columnas. Titula la primera: «Cosas que no puedo cambiar»; la segunda: «Cosas que sí puedo cambiar», y la tercera: «Actividades en las que invertiré esfuerzos». El ejercicio te ayudará a organizar tus ideas y a centrar tus esfuerzos en actividades en las que puedas destacar. Esta tarea te servirá para liberarte de la tiranía y las opresión de aquellas cosas que no puedes controlar. De este modo, te verás desafiado a tomar responsabilidad de todas aquellas cosas que sí puedes controlar.
Del mismo modo que uno jamás no comunica, la gente no hace nada sin motivo. Si te has estrujado el cerebro al acabar el ejercicio y te preguntas por qué te preocupas tantísimo por controlar cosas que están más allá de tu control y evitas asumir un dominio activo sobre las cosas que sí puedes controlar, tengo una pregunta aún más sorprendente para ti. En el largometraje El último show, Jearlyn Steel cantaba ¿Por qué trabajamos tanto para conseguir lo que no queremos?. Si consigues responder a esta pregunta, por favor, envíame un mensaje.
Existe una razón que explica por qué algunos de nosotros nos comportamos así. Las soluciones que dependen de cambiar procesos de pensamiento seguramente no ayudarán mucho, puesto que para empezar fue el pensamiento ilógico el que nos metió en este lío. Tan sólo un comportamiento totalmente nuevo efectuará el cambio que tú y yo queremos. Haz el ejercicio: no intentes darle muchas vueltas. Invertir esfuerzos en actividades que sí puedes controlar producirá resultados positivos: diviértete.
2. ¿El verdadero idiota puede levantarse, por favor?
Si piensas que eres más listo y tienes más talento, recursos e ingenio que tu jefe, y estás molesto con él por todo lo anterior, ¿quién es el auténtico idiota aquí? Si verdaderamente eres más inteligente y tienes más talento y recursos que tu superior, aquí tienes la oportunidad de demostrarlo, aunque sólo sea para tu propia tranquilidad. Cuando digo demostrarlo me refiero al fino y elegante arte de controlar cada milímetro de tu bienestar físico, emocional y espiritual a pesar de trabajar para un idiota.
No todos los jefes son idiotas, ni viceversa. Algunos jefes se encuentran bastante por encima de la idiotez, e incluso los jefes idiotas tienen sus virtudes. La mayoría de los jefes tienen alguna habilidad. Aquí, hasta el más tonto hace relojes: ya conoces el refrán. El jefe idiota no es, por norma general, bueno; sin embargo, cuando aprendas algo más de los demás tipos de jefe, agradecerás tener a uno que es simplemente idiota. Ha llegado el momento de ajustar tu radar para empezar a distinguir las señales que emiten todos los jefes. No son iguales, y, por lo tanto, no podemos enfrentarnos a ellos del mismo modo.
Es un error, quizá uno fatídico, asumir que tu jefe es idiota si en realidad no lo es. Enseguida te darás cuenta de que utilizar técnicas de modificación de idiotas sobre un no-idiota es tan efectivo como emplear un aerosol nasal para eliminar una piedra del riñón. Según el tipo de jefe para el que trabajes, el uso de un enfoque equivocado puede conducir al desesperado estado de desear tener una piedra en el riñón. He organizado el mundo de los jefes en diez categorías muy generales:
• Buenos jefes
• Jefes СКАЧАТЬ