Название: Contra la corriente
Автор: John C. Lennox
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781646911936
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En el horizonte de la ciudad se erguía una colosal torre o zigurat (zaqqaru en acadio, que significa «ser alto o elevado») llamada Etemenanki. Este nombre sumerio significa Casa de la fundación del cielo y de la tierra, detalle que de inmediato nos recuerda a Babel, la ciudad original que se encontraba en el mismo lugar, y su famoso intento por construir una torre que llegara al cielo (Gén. 11:4).
Por supuesto que la antigua torre se había derrumbado desde hacía bastante tiempo y la sustituía otra que había tardado 100 años en construirse. Sus siete pisos de gran altura se elevaban a casi 100 m sobre la calle, y probablemente esta fue la construcción del mundo antiguo más parecida a un rascacielos. En la parte superior había varias salas dedicadas a las deidades babilónicas de primer rango. Marduk, el dios principal, compartía la habitación con su esposa Sarpanitu; Nabu, el dios-escriba y su esposa Tasmetu, ocupaban una segunda habitación; y en otras habitaciones vivían Ea, el dios del agua, Nusku, de la luz, y Anu, el del cielo. Al final, había un lugar para el dios sumerio Enlil (Señor del Aire), predecesor de Marduk. Existía una séptima habitación llamada «la Casa de la Cama». Contenía un trono y una cama. Había otra cama en el patio interior del templo, en la plataforma más elevada del zigurat. Nadie sabe a ciencia cierta la finalidad de las camas. Algunos pensaban que Bel vendría a dormir en ellas; otros, que una mujer babilónica dormía sola en el lugar. Es probable que el techo se utilizara como observatorio, un campo muy desarrollado en Babilonia ya que la astrología ocupaba un lugar preponderante.
Muchos otros edificios majestuosos bordeaban la Avenida de las procesiones. Entre ellos destacaba el palacio de Nabucodonosor, situado al oeste de la puerta de Ishtar, cuyo nombre sumerio significaba «La casa que asombra a la humanidad». La sala del trono era espectacular y estaba diseñada para que los visitantes sintieran un temor reverente e, incluso, miedo del emperador. Sus jardines en la azotea eran una de las llamadas siete maravillas del mundo antiguo. Según reza la historia se diseñaron para que la esposa de Nabucodonosor, una muchacha de procedencia campesina, se sintiera más cómoda. Su verdadera apariencia continúa siendo motivo de imaginativas especulaciones y tema para muchas obras pictóricas.
Al pasar Etemenanki y en el mismo lado de la Avenida de las procesiones estaba la Esagila (la casa de cabeza erguida), el vasto complejo de templos dedicados a Marduk, el dios supremo. Se le consideraba tan santo que su nombre nunca se pronunciaba, y le llamaban Bel, «el señor». Pero Babilonia era mucho más que un centro religioso: era también un centro comercial e intelectual. Muchos de sus templos poseían importantes bibliotecas; y existían lugares para el estudio del derecho, la astronomía, la astrología, la arquitectura, la ingeniería, la medicina y el arte. En términos modernos, era una exitosa ciudad universitaria.
De seguro hubo dos aspectos de esta ciudad que desconcertaron a Daniel y sus amigos. En primer lugar, la virtuosa elegancia arquitectónica y el alto nivel de conocimientos que ostentaba; en segundo lugar, que la idolatría impregnaba de forma increíble toda la sociedad. Había dioses por todas partes: las puertas principales llevaban sus nombres, y había una cantidad enorme de templos, más de 1.000 por aquella época.
Tal amalgama debió plantear una difícil interrogante para Daniel y sus amigos. Sus profetas hebreos les habrían dicho que los dioses de los babilonios eran deificaciones idólatras de los poderes elementales de la naturaleza, el sexo, la agresión, la codicia, el poder, la riqueza, etc.
Pero si esto era así, ¿cómo pudo una cultura tan encumbrada (superior en muchos sentidos a la cultura que Daniel había dejado atrás) haber surgido de ideas religiosas y filosóficas inadecuadas, ingenuas y, en su opinión, completamente erróneas? ¿En verdad era posible que un comercio, una cultura y una educación de este nivel tuvieran como base una filosofía falsa? ¿O era una fuerte evidencia de que su Dios era una ilusión? Había demasiadas cosas que sopesar en sus primeros días en Babilonia.
CAPÍTULO 3
UNA CUESTIÓN DE VALORES
Daniel 1
Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios (Daniel 1:2).
La mención de la toma de los utensilios del templo de Jerusalén y el traslado a Babilonia por parte de Nabucodonosor puede parecer extraño en un primer momento, pues podríamos pensar en un inicio que es un detalle de poca importancia en comparación con la derrota del rey de Judá y la deportación de Daniel y de muchos otros. Sin embargo, Daniel decide mencionar estos utensilios aquí por lo que seguiría.
Quizás se encontraban en el complejo del templo Esagila donde Nabucodonosor tenía su casa del tesoro. Es probable que fuera similar a un museo, con habitaciones que contenían bellos e innumerables artefactos de gran valor, lo mejor de los «tributos» (¡botín, en realidad!). Este Nabucodonosor acumuló de forma regular de todos los estados súbditos en su vasto imperio durante sus conquistas. En la actualidad, muchos de estos objetos aún se pueden apreciar en los principales museos del mundo.
En el Libro de Esdras aparece un inventario del tesoro que se tomó de Jerusalén, al menos un inventario de lo que Ciro, rey de Persia, finalmente les dio a los judíos para que devolvieran a Jerusalén al fin del exilio en Babilonia. La cantidad era 5.400 utensilios de oro y plata (Esdras 1:11).
Una cuestión de valores
Pudiéramos imaginar que Daniel y sus amigos iban de vez en cuando al museo para admirar los utensilios que Nabucodonosor había tomado de Jerusalén, y reflexionar sobre su significado. Para ellos, esos utensilios de oro que brillaban sobre las mesas de exhibición eran sagrados, en el sentido original de la palabra: eran utensilios apartados para la gloria de Dios. El oro con el que se habían hecho era el metal más precioso que se conocía en aquella época. Además, era muy difícil de conseguir en Israel, por lo que era especialmente apropiado para expresar la gloria de Dios y el hecho de que Él era «el valor supremo» (como pudiéramos expresar) de la nación. Los utensilios del templo de Jerusalén habían sido hechos por artesanos que amaban a Dios, como lo hacían Daniel y sus amigos.
Los cristianos también deben estar familiarizados con este concepto de santidad. Cuando el Señor Jesús enseñó a Sus discípulos a orar, indicó que debían comenzar con las palabras Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre (Mateo 6:9). La palabra «santificado» es una variante más antigua de la palabra «santo». Lo primero y más importante que los creyentes deben hacer es, de su propia voluntad, apartar el nombre de Dios como especial. Dios debe ser su valor supremo, y ellos deben recordar esto cuando se dirigen a Él. (Lo más triste es, entonces, cuando este concepto, fundamental para la expresión de la vida cristiana, se pierde en una oración formal susurrada sin pensar por una congregación.)
Aquellos utensilios de oro hechos de obra primorosa representaban todo lo que era esencial para la vida de aquellos cuatro jóvenes. Para ellos, eran un vínculo bien tangible con el templo de Dios en Jerusalén y todo lo que este representaba. El hecho de que no estuvieran más en el templo era un triste recordatorio de la catástrofe moral y espiritual en la que había sucumbido su tierra natal. Les recordaba que su nación había perdido el sentido de la gloria y la santidad de Dios.
Algo similar puede aún suceder hoy. No es necesario hacer un gran esfuerzo para darse cuenta de que, a los ojos de muchas personas, Dios ha perdido Su gloria y valor; la santidad se ha degenerado a un concepto exclusivamente negativo. Lejos de pensar en la santidad de Dios como algo glorioso, se asocia con monotonía y ausencia de vida y color, todo lo opuesto a gloria.
Cuando vemos imágenes tomadas por el telescopio Hubble de la belleza impresionante СКАЧАТЬ