Contra la corriente. John C. Lennox
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Название: Contra la corriente

Автор: John C. Lennox

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9781646911936

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СКАЧАТЬ a esta idea cuando analicemos Daniel 9.

      Es fácil hablar de lo que hizo Abraham, pero no es fácil hacerlo. La mayoría, si no todos nosotros, tenemos problemas con la identidad. A veces nos resulta difícil encontrarles sentido a nuestras vidas, y nos preguntamos con tristeza: «¿para qué estoy aquí?» Al mismo tiempo, observamos claramente cómo otros tienen vidas llenas de logros y hasta deseamos ser uno de ellos. Son más talentosos que nosotros y tienen una personalidad más profunda e interesante. A veces pensamos que no enfrentan muchos problemas en sus familias o en sus trabajos. Es como si fuera sencillo reconocer el «nombre» de ellos, pero muy difícil reconocer el nuestro. Parecen tener definido «el porqué» de sus vidas mientras que nosotros no.

      Seamos sinceros: en ocasiones es una batalla, incluso para los creyentes, aceptar el sentido que Dios nos ha dado. Es muy fácil buscar nuestro sentido en algo aparte del Señor y desgarrarnos en el proceso.

      La pregunta: «¿quién soy realmente?», es una de las más profundas que podemos hacernos. La sicóloga Nola Passmore lo expresa con claridad:

      La raza humana clama con desespero por un significado y un propósito, por un sentido de pertenencia cuando las relaciones humanas no satisfacen, por la necesidad de saber que alguien nos ama sin condiciones a pesar de nuestras circunstancias, por la necesidad de saber que no somos producto de la casualidad, sino de un diseño, por saber que tenemos un futuro y una esperanza incluso cuando todo a nuestro alrededor se está derrumbando.

      Viktor Frankl, el psicoterapeuta vienés que sobrevivió al Holocausto, escribió un libro titulado El hombre en busca de sentido, en el que describe un tratamiento psicoterapéutico que llamó «logoterapia» (de la palabra griega logos, que significa «palabra» o «significado», la misma que los filósofos estoicos utilizaron para expresar el principio racional detrás del universo y que luego los cristianos usaron en el Nuevo Testamento para referirse a Cristo como el Verbo de Dios.) Él creía que la principal fuerza motivacional humana es la búsqueda de sentido. El hecho de que millones de ejemplares de su libro se hayan vendido en muchos idiomas, demuestra el doloroso vacío que existe en el corazón del hombre. Pensaba que lo más importante que podemos hacer por nuestros semejantes es darles esperanza para el futuro. Eso fue lo que Dios hizo con Abraham al darle promesas que se cumplieron después. Le dio un logos, una palabra esperanzadora.

      En este contexto, vale la pena pensar no solo en los nombres individuales, sino en el nombre genérico de toda la raza humana. ¿De dónde vino? La respuesta bíblica es que vino de Dios. Génesis lo relata:

      Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán [hebreo: adam], el día en que fueron creados (Génesis 5:1-2).

      Lo interesante del relato de la creación en Génesis, es que hay muy pocas partes en las que Dios asigna nombres (día, noche, cielo, tierra y mares en Génesis 1:5, 8, 10), pero le asigna a Adán la tarea de nombrar a los animales.

      Al señalar que Dios en persona nombró a los humanos, Génesis enfatiza que el sentido último de nuestra raza parte del hecho de haber sido creados a imagen de Dios. Deducimos entonces que al separamos de Él perdemos tal sentido. (No estoy insinuando que los ateos no pueden o no crean un sentido de significado y de propósito para su existencia. Lo que estoy sugiriendo es que su propia visión del mundo les impide conocer el sentido último de sus vidas.)

      La afirmación más importante del cristianismo es que Jesús es el Verbo (Logos), idéntico a Dios y con Dios desde el principio (Juan 1:1-2). Él es la Palabra que se hizo humana para que pudiéramos oír de Su boca las palabras que nos dan sentido. De hecho, ese es el motivo de este libro: que, cuando leemos lo que dice Daniel, escuchamos que Dios nos habla. De hecho, ese es el tema del libro: Dios le habla a Daniel y por medio de él lo hace con nosotros. Es una afirmación bastante atrevida en una sociedad secular y escéptica. Luego profundizaremos en este sentido.

      Finalmente señalamos la gran diferencia entre Abraham y Daniel. El primero, por un llamado de Dios, salió de Mesopotamia. Se fue por su voluntad y se convirtió en nómada, con rumbo a la tierra que más tarde llevaría el nombre de su nieto, Israel (Jacob). Aprendió lo que significa confiar en Dios; y el Nuevo Testamento nos lo presenta como un reto para nosotros (Hebreos 11). El segundo, por el contrario, fue forzado a entrar en la tierra prometida, en la misma región de la que Abraham había salido. El Señor llamó a Daniel, como un verdadero hijo de Abraham, a vivir y a testificar su fe públicamente dentro de Babilonia. Esta es la otra parte de la lección. Cuando aprendemos, al igual que Abraham, a confiar en Dios como peregrinos en el camino de la vida, Él nos enviará de nuevo a la sociedad para que seamos «sal y luz» (Mt 5:13-14), para que allí provoquemos sed de Dios y alumbremos el camino hacia Él por medio del Señor Jesucristo, Su Hijo encarnado.

      Matthew Arnold

      A menudo, en las más concurridas calles del mundo,

      En los más estruendosos conflictos,

      Se levanta un deseo inexplicable

      Después del conocimiento de nuestra vida enterrada;

      Una sed de derrochar nuestro fuego y el inquieto vigor,

      De seguir nuestro rumbo verdadero;

      Un anhelo de investigar

      El misterio de este corazón latiente,

      Tan salvaje, tan profundo en nosotros, para conocer

      El origen de nuestras vidas y hacia dónde van.

      La vida enterrada (1852)

      Friedrich Nietzsche

      Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo.

      Crepúsculo de los ídolos [Maxim 12] (1889)

      La confusión del lenguaje

      El pasaje en Génesis que registra los orígenes de Babilonia nos enseña el significado de su nombre:

      Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:5-9).

      Según la Escritura aquí se originaron los múltiples idiomas que existen, y fue lo que provocó que el hebreo fuera diferente del arameo y del caldeo. Como hemos visto, Nabucodonosor estaba claramente decidido a revertir los efectos de las diferencias lingüísticas y culturales a través de su política educativa, al insistir en que los jóvenes cautivos como Daniel y sus amigos aprendieran el idioma y la literatura del Imperio babilónico. Fue incluso más lejos cuando les cambió los nombres, como si intentara sacarlos de circulación.

      Pudieran reprocharme que profundizo demasiado en este aspecto, pero hacerlo no le resta fuerza a lo que quiero expresar. La ola de relativismo que inunda hoy día el pensamiento occidental, presiona cada vez más para eliminar ciertas palabras de nuestros idiomas y reemplazarlas por otras que promuevan los planes seculares de descomponer la naturaleza misma de los seres humanos y de la sociedad en la que СКАЧАТЬ