Название: Excombatientes y fascismo en la Europa de entreguerras
Автор: Ángel Alcalde Fernández
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788491349280
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A lo largo de la primavera de 1919, varios acontecimientos demostraron que oficiales y exsoldados podían constituir una fuerza reactiva contra la izquierda, a pesar de que la abrumadora mayoría de los veteranos de guerra italianos no estaban interesados en unirse a las manifestaciones nacionalistas. Mientras las noticias de la creación de las Repúblicas Soviéticas de Hungría y Baviera, establecidas respectivamente el 21 de marzo y el 6 de abril, circulaban por toda Europa, en Italia proliferaban los periódicos y organizaciones independientes de veteranos de signo diverso. Por ejemplo, los miembros de la minúscula pero abiertamente antibolchevique Unión Nacional de Oficiales y Soldados (Unione Nazionale Ufficiali e Soldati (UNUS)), liderados por un oficial nacionalista llamado Giovanni Giuriati, lanzaron su propio manifiesto el 7 de abril.118 Mussolini era muy crítico con esta dispersión de fuerzas: solo unos días después del mitin en San Sepolcro, llamó a la unificación de todas las fuerzas «nacionales» de veteranos en un único y poderoso organismo que debía hacer frente al peligro interno que veían en el socialismo.119 En Roma, los socialistas convocaron una huelga general el día 10 de abril, pero el mismo día se celebró una contramanifestación de corte antisocialista en la que muchos oficiales del ejército participaron. El futurista y ex ardito Mario Carli se atrevió a afirmar que quienes habían tomado parte en esta marcha antibolchevique habían sido combatientes de toda condición, mostrando así su supuesto espíritu unificado.120 Por fin, el 15 de abril, tras una sucesión de huelgas y manifestaciones similares acaecidas en Milán, los arditi fascistas asaltaron y destruyeron la oficina del diario socialista Avanti!. El uso de armas de fuego y cuchillos en estos enfrentamientos dejó un saldo de cuatro muertos, unos hechos considerados por los historiadores como el primer caso de violencia squadrista.121 La destrucción de las oficinas de Avanti! tendría consecuencias todavía más funestas, ya que se vio sucedida por una serie de violentos ataques a manos de los arditi contra socialistas en diversos lugares.122
Sin embargo, es importante destacar que los perpetradores del asalto a los locales de Avanti! en Milán eran parte de una muy pequeña y radicalizada minoría –aunque excepcionalmente activa– de excombatientes italianos. En este contexto, es paradójico, aunque entendible, que la simple noción de «excombatientes» comenzase a asociarse exclusivamente a un grupo realmente marginal. Si bien es cierto que los veteranos eran un colectivo de individuos extremadamente diverso y heterogéneo, los contemporáneos tenían un limitado abanico de conceptos a su alcance para dotar de sentido a esta pluralidad. Los numerosos miembros del gigantesco ejército italiano albergaban opiniones políticas muy dispares, y las experiencias de desmovilización habían acentuado las contradicciones entre las expectativas de los soldados, por un lado, y las mentalidades de los mandos y oficiales, por otro.
Ciertamente, muchos militares profesionales y antiguos oficiales burgueses esperaban mantener los privilegios obtenidos durante la guerra y recibir el respeto y el honor del país. Igualmente, esperaban y deseaban que la conferencia de paz satisficiera los objetivos nacionales por los que el ejército había luchado. Pronto, no obstante, se sintieron decepcionados por la hostilidad y la frialdad que la nación mostraba hacia ellos.123 Desde el armisticio, los intervencionistas habían demandado que se cumpliesen las promesas hechas en el Pacto de Londres, y que la ciudad «italiana» de Fiume se incorporase territorialmente al país. Furibundos intervencionistas como Mussolini y el grupo de Il Popolo d’Italia, así como los antiguos arditi y los oficiales nacionalistas de la UNUS, despreciaban con violencia a los políticos que «renunciaban» a tales reclamaciones territoriales. Aunque los diplomáticos italianos defendieron las aspiraciones intervencionistas (las promesas del Pacto de Londres más la ciudad de Fiume), estas reclamaciones chocaban con el espíritu wilsoniano que presidía la conferencia de paz, por lo que el resultado de las negociaciones decepcionó a los italianos, que nunca recibirían ni Dalmacia ni Fiume. Este fracaso diplomático se produjo a finales de abril de 1919 y destruyó las esperanzas de fervientes nacionalistas e irredentistas como D’Annunzio, que sintieron que la victoria se había perdido. Aunque el creciente mito de la «victoria mutilada» era solo una media verdad,124 ciertos rumores comenzaron a circular sobre la inminencia de un golpe militar.
Estas elevadas preocupaciones patrióticas ocupaban únicamente las mentes de los veteranos educados de clase media, soldados u oficiales, que habían sido los principales promotores de la intervención en la guerra. Pero por su parte, los veteranos corrientes se mostraban más preocupados por hacer realidad las promesas materiales que habían recibido de parte del Estado italiano. Sin ir más lejos, en el medio rural, las masas de contadini ex combattenti manifestaron su impaciencia ante el incumplimiento de las promesas de reparto de tierras, lo que explica su protagonismo en los motines contra el elevado coste de la vida (carovita) estallados entre junio y julio de 1919 en todo el Mezzogiorno, especialmente en Cerdeña.125 Desde comienzos de dicho año en el Lazio, y durante el verano y el otoño en muchas provincias del Sur (Puglia, Calabria y Caltanissetta), también se produjeron ocupaciones de tierras por parte de veteranos de guerra que aspiraban a una distribución más justa de la tierra, e incluso a la revolución social.126 Aunque en esas manifestaciones no era difícil encontrar excombatientes proletarios ataviados todavía con ropas militares, los socialistas no movilizaron de forma sistemática la figura del veterano para legitimarlas. Fueron más bien los nacionalistas quienes afirmaron su voluntad de recompensar materialmente a cada soldado por su servicio, mientras denunciaban la idea, difundida por los socialistas, de que la guerra y el cumplimiento del deber militar habían sido sacrificios inútiles.127 ¿Cuáles eran las posiciones del movimiento fascista y de la ANC respecto a las masas de veteranos? El historiador Giovanni Sabbatucci señaló acertadamente que los Fasci di combattimento, pese a los esfuerzos de los colaboradores de Mussolini, no fueron capaces de atraer a demasiados excombatientes; la ANC absorbió a buena parte de ellos.128 Esta asociación alcanzó los 300.000 miembros en el otoño de 1919. Su base popular se encontraba en el Mezzogiorno y se componía, por ende, de campesinos, mientras que los veteranos de clase media de las ciudades del norte y el centro del país copaban los puestos dirigentes. Aunque su discurso político dominante adolecía de falta de claridad, definición y dirección, la ANC intentó articular una mayor concreción política. Todos sus veteranos parecían compartir una instintiva actitud antigubernamental y un sentido del patriotismo, fusionados en la idea de «renovación» (rinnovamento). Los líderes y representantes de secciones procedentes de toda Italia se reunieron en el primer Congreso nacional de la ANC, celebrado en Roma entre el 23 СКАЧАТЬ