Название: Conflicto cósmico
Автор: Elena G. de White
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789875678019
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Repentinamente un terror misterioso cayó sobre esa hueste. Sin dar un solo golpe, esa tremenda fuerza se disolvió y se esparció como empujada por un poder invisible. El ejército husita persiguió a los fugitivos, y un inmenso botín cayó en manos de los vencedores. La guerra, en lugar de empobrecer, enriqueció a los bohemios.
Pocos años más tarde, bajo un nuevo Papa, se emprendió aun otra cruzada. Otra vez un ejército enorme entró en Bohemia. Las fuerzas husitas se retiraron atrayendo a los invasores más al interior del país, e induciéndolos a creer que ya habían ganado la victoria.
Por fin el ejército de Procopio avanzó para presentarles batalla. Tan pronto como oyeron el son del ejército que se les aproximaba, aun antes que los husitas estuvieran a la vista, de nuevo el pánico se apoderó de los cruzados. Príncipes, generales y soldados rasos arrojaron sus armaduras y huyeron en todas direcciones. La derrota fue completa, y de nuevo un inmenso botín cayó en manos de los vencedores.
Así fue como por segunda vez un ejército de hombres aguerridos, preparados para la batalla, huyó sin asestar un golpe contra los defensores de una nación pequeña y débil. Los invasores fueron heridos con un terror sobrenatural. El que hizo huir a los ejércitos de Madián ante Gedeón y sus trescientos hombres, de nuevo había extendido su brazo (ver Jueces 7:19-25; Salmo 53:5).
Traicionados por la diplomacia
Los dirigentes papales por fin recurrieron a la diplomacia. Se acordó hacer una transigencia, y ésta entregó a los bohemios al poder de Roma. Se habían especificado cuatro puntos como condición para la paz con Roma: (1) la predicación libre de la Biblia; (2) el derecho de toda la iglesia a participar tanto del pan como del vino de la comunión y el uso del idioma nativo en el culto divino; (3) la exclusión del clero de todos los cargos seculares y de todo puesto de autoridad; y, (4) en caso de crímenes, la jurisdicción de las cortes civiles sobre el clero y sobre los legos por igual. Las autoridades papales estuvieron de acuerdo en que los cuatro artículos debían ser aceptados, “pero el derecho de explicarlos... debía pertenecer al concilio. En otras palabras, al Papa y al emperador”.[20]Roma ganó por simulación y fraude lo que no había podido ganar por la guerra. Colocando su propia interpretación por encima de los artículos husitas, así como por encima de la Biblia, pudo pervertir el significado para cumplir sus propósitos. Un gran número del pueblo de Bohemia, viendo que sus libertades habían sido traicionadas, no aceptó el convenio. Surgieron disensiones y luchas entre los bohemios mismos. El noble Procopio cayó, y las libertades de Bohemia perecieron.
De nuevo los ejércitos enemigos invadieron Bohemia, y los que permanecieron fieles al evangelio fueron objeto de una sangrienta persecución. Sin embargo, su firmeza era inconmovible. Aunque obligados a buscar refugio en las cavernas, seguían reuniéndose para leer la Palabra de Dios y unirse en su culto. Por medio de mensajeros enviados secretamente a diferentes países llegaron a saber que “en medio de las montañas alpinas había una iglesia antigua, que se fundaba en las Escrituras, y que protestaba contra las corrupciones idolátricas de Roma”.[21]Con gran gozo, se inició correspondencia con los cristianos valdenses.
Fieles y firmes al evangelio, los bohemios, aun en la noche de su persecución y en la hora más sombría, dirigieron su mirada al horizonte como personas que aguardan la madrugada.
[1]Wylie, lib. 3, cap. 1.
[2]Ibíd.
[3]Bonnechose, The Reformer Before the Reformation [Los reformadores antes de la Reforma], t. 1, pp. 147, 148.
[4]Ibíd., t. 1, pp. 148, 149.
[5]Ibíd., t. 1, p. 247.
[6]Jacques Lenfant, History of the Council of Constance [Historia del Concilio de Constanza], t. 1, p. 516.
[7] Bonnechose, t. 2, p. 67.
[8]D’Aubigné, lib. 1, cap. 6.
[9]Bonnechose, t. 2, p. 84.
[10]Wylie, lib. 3, cap. 7.
[11]Ibíd.
[12]Ibíd.
[13]Bonnechose, t. 1, p. 234.
[14]Ibíd., t. 2, p. 141.
[15]Ibíd., t. 2, pp. 146, 147.
[16]16 Ibíd., t. 2, pp. 151, 152.
[17]Wylie, lib. 3, cap. 10.
[18]Bonnechose, t. 2, p. 168.
[19]Wylie, lib. 3, cap. 17.
[20]Ibíd., lib. 3, cap. 18.
[21]Ibíd., lib. 3, cap. 19.
Capítulo 7
En la encrucijada de los caminos
De entre los héroes que fueron llamados a conducir la iglesia desde la oscuridad del papismo hasta la luz de una fe pura, sobresale nítidamente Martín Lutero. Sin conocer ningún otro temor más que el temor de Dios, y no aceptando ningún fundamento para la fe fuera de las Sagradas Escrituras, Lutero fue el hombre de su tiempo.
Sus primeros años los pasó en el humilde hogar de un aldeano alemán. Su padre quería que fuera abogado, pero Dios se proponía hacer de él un constructor del gran templo que se estaba levantando lentamente a través de los siglos. Las durezas de la vida, las privaciones y la severa disciplina fueron la escuela en la cual la infinita Sabiduría preparó a Lutero para la misión de su vida.
El padre de Lutero era un hombre de mente activa. Su sentido común lo indujo СКАЧАТЬ