Название: Paso a la juventud
Автор: Sandra Souto Kustrín
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437093284
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El incremento de los enfrentamientos callejeros entre grupos de jóvenes de ideologías opuestas a lo largo del primer semestre de 1934 llevó al gobierno a tomar medidas que limitaban la participación política de los jóvenes. Los incidentes del 10 de junio de 1934 en la provincia de Madrid, en los que murieron una joven socialista –Juanita Rico–, y un falangista, y resultaron heridos otros seis jóvenes en diversos enfrentamientos producidos entre grupos juveniles falangistas y socialistas o comunistas; y los enfrentamientos producidos ese mismo día en la capital de la República entre guardias de asalto y grupos de excursionistas obreros (jóvenes principalmente), llevaron al Ministerio de la Gobernación a prohibir «los grupos en formación con insignias, banderas, emblemas», frente a la «reiteración de manifestaciones que a pretexto de jiras [sic] campestres o ejercicios de gimnasia se celebran en los alrededores de Madrid, constituyendo a veces actos políticos más o menos disimulados, y degenerando en ocasiones en reyertas que han producido diversas víctimas». Se estableció también que se impondrían multas a las organizaciones que realizasen estos actos y que se realizarían cacheos, principalmente los días festivos, en las salidas de Madrid. Renovación habló de «la continuas recogidas [del periódico juvenil], los camaradas encarcelados, la clausura de juventudes, la prohibición de actos y otras arbitrariedades más», para concluir que «en breve nos veremos precisados a actuar en la clandestinidad».133
Las medidas gubernamentales no frenaron la violencia juvenil: por ejemplo, el 7 de julio hubo un nuevo enfrentamiento entre falangistas y socialistas, con 3 jóvenes heridos; y el 24 de agosto otro en el que murió una persona y otras dos resultaron heridas, todas ellas jóvenes. El gobierno optó por prohibir –por decreto de 28 de agosto de 1934– la militancia política a menores de 16 años y a los que tuvieran menos de 23 sin el consentimiento de sus padres. La FJS consideró que era un «decreto fascista que pretende inutilizar nuestras actividades revolucionarias» y anunció que no lo cumpliría.134 Al día siguiente, 29 de agosto, la muerte de un miembro del Comité Central de la UJCE, Joaquín de Grado, en un enfrentamiento en Madrid con miembros de los sindicatos falangistas, llevó a las tres organizaciones juveniles obreras más importantes de la capital –la Juventud Socialista Madrileña (JSM), la Juventud Comunista Madrileña (JCM) y las Juventudes Libertarias– a firmar un llamamiento conjunto con numerosos sindicatos de oficio, para que se asistiese a su entierro, el 31 de agosto, como «homenaje a todos los militantes obreros asesinados». Los jóvenes socialistas y comunistas desfilaron juntos y uniformados, en la cabecera del cortejo fueron delegados de las organizaciones socialistas y comunistas, incluyendo diputados y dirigentes de ambas organizaciones, y en el acto intervino Enrique Puente, presidente de la JSM.135
Mientras tanto, se iba afirmando en la FJS el rechazo a la posición de la Internacional Juvenil Socialista, tras la reunión celebrada por su buró político en Lieja el 3 de agosto, en la cual uno de los temas tratados fue el frente único y la lucha contra el fascismo. La organización juvenil socialista española consideró que esta reunión había ratificado una «línea claudicante», al rechazar las posiciones de la izquierda de la IJS (las secciones francesa, española, belga e italiana), que habían propuesto iniciar conversaciones con la Internacional Juvenil Comunista, y que era «de todo punto imposible salvar a la Internacional». Esta ruptura con la Internacional Juvenil Socialista no supuso todavía un acercamiento a la comunista, ya que la FJS planteó que la organización juvenil tercerista debía «renunciar a la idea de que las secciones que se desgajen» de la IJS entraran en su seno y que eran «muchos los errores» de la Tercera Internacional. Definió como «peregrina» la propuesta que le hizo la UJCE de ingresar en la IJC y dijo que eran los jóvenes comunistas los que debían ingresar en la organización juvenil socialista: «Porque somos los más, porque nuestra influencia es mayor y porque vamos directamente a la conquista del poder proletario».136
A pesar de la continuación de las discrepancias, el rechazo al decreto que limitaba la militancia política de los jóvenes hizo que la FJS y la UJCE realizaran por primera vez acciones conjuntas no derivadas del asesinato previo de algún miembro de sus organizaciones. Sus secciones de Madrid convocaron una manifestación de protesta para el 6 de septiembre, que tuvieron que suspender al no ser autorizada. Finalmente, el 14 de septiembre, la JSM y la JCM celebraron por primera vez un acto unitario. Aunque convocado formalmente contra el decreto sobre la militancia juvenil, intervinieron no solo representantes nacionales de la FJS y de la UJCE, sino también del PSOE y del PCE, y los oradores se centraron en criticar la situación de la República, defender la toma revolucionaria del poder por parte de las organizaciones obreras y apoyar la unidad de acción.137
En las acciones violentas más importantes realizadas en Madrid durante la insurrección de octubre de 1934 participaron principalmente jóvenes e, ineficaz el comité revolucionario socialista, la escasa coordinación y dirección que hubo en la capital de la República fue realizada por los miembros jóvenes de las milicias, como José Laín Entralgo, del que se dijo que fue el que dio la orden de vuelta al trabajo a los milicianos, o Fernando de Rosa, destacado socialista italiano. Ellos eran también los responsables de los dos sectores de las milicias que más actuaron en octubre y la organización juvenil tuvo también un «mártir» madrileño, Ángel San Juan, de 21 años, muerto en un enfrentamiento con las fuerzas de orden público en uno de los círculos socialistas de la ciudad.138
Y sí el importante papel de la juventud en los sucesos de octubre fue destacado ya en su momento por mayores de diferentes tendencias políticas, también los jóvenes fueron muy conscientes de éste, como indica la frase con que se inicia este apartado. José Leiva agregaba que en Asturias «las juventudes marxistas y libertarias desempeñaron funciones responsables y principalísimas», pero desde la juventud socialista ya se había dicho en abril de 1936 que los jóvenes habían sido «la vanguardia del proletariado en octubre».139
La represión de los sucesos de octubre de 1934 afectó en mayor o menor medida a todas las organizaciones juveniles progresistas y de izquierdas, no sólo a las relacionadas con los diferentes partidos obreros. Como cuenta Tagüeña, «las asociaciones profesionales de estudiantes habían sido expulsadas de sus locales universitarios y los falangistas, prácticamente, eran los dueños de la Universidad. El fracaso de la revolución de octubre resolvió la pugna entre la FUE y la Falange en provecho de esta última»: se anuló definitivamente la representación escolar de la UFEH, se cerraron sus locales y se prohibió que celebrara asambleas y congresos.140 Sin embargo, las organizaciones juveniles de izquierda continuaron actuando y relacionándose aunque fuera clandestinamente y con limitaciones.
La nueva situación política no impidió el funcionamiento de las Juventudes Libertarias –probablemente, además, más acostumbradas que las socialistas a la actuación en clandestinidad. Por ejemplo, el 22 de octubre de 1934 las Juventudes Libertarias de La Unión (Murcia) informaron al Comité Peninsular de que habían empezado a organizar el primer congreso provincial de la organización. El congreso se celebró finalmente el 13 de enero de 1935, con representantes de ocho secciones locales, mientras otras seis no pudieron asistir por falta de medios económicos.141 Sin embargo, los distintos grados de represión implicaron numerosas diferencias regionales y locales, como muestran los informes enviados por el Comité de Relaciones del Norte, que en agosto y septiembre de 1935 decía que poco a poco se iban reorganizando las secciones que habían quedado «destrozadas» tras octubre. El comité juvenil libertario reconocía su escasa influencia, cifrando en unos 64 los militantes concentrados en Beasain, Rentería, Reinosa y San Sebastián, mientras que no tenía noticias de otras cuatro secciones: Tolosa, Vitoria, Pasajes y Santander. La Federación Local de Juventudes Libertarias de Melilla decía el 21 de marzo de 1935 que «en el protectorado no hay libertad ninguna y se persigue toda la prensa obrera y liberal». Hablaba de la existencia СКАЧАТЬ