Название: Añorantes de un país que no existía
Автор: Salvador Albiñana Huerta
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Oberta
isbn: 9788491346685
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Antonio Deltoro Martínez, Luis Buñuel, José Ignacio Mantecón, Wenceslao Roces, Ana Martínez Iborra, Carmen Dorronsorro y Ana Deltoro, en casa de Ana Martínez Iborra y Antonio Deltoro, Ciudad de México, ca. 1973. Archivo Ana y Antonio Deltoro Martínez, México.
También las cartas y los viajes episódicos tejieron esas redes. A comienzos de 1959, la joven Ana Deltoro viajó a Valencia para restablecer unas relaciones familiares casi interrumpidas desde el final de la guerra. En el verano lo hizo su madre, acompañada de su hijo Antonio. Regresaron juntos a México en septiembre. Algún tiempo después, en 1961, Antonio Deltoro viajó por vez primera a España. Fue una estancia breve, de apenas dos semanas: «Sufrí el trauma terrible del primer contacto con la España que perdimos», recordó Deltoro, pero fue feliz el reencuentro con su pueblo, con Chulilla, y el trato con sus hermanos, y con la más liberal familia de Ana. A comienzos de los años setenta las visitas se hicieron algo más frecuentes, aunque en ningún momento consideraron la idea del regreso definitivo. Vivieron ajenos al anhelo de la vuelta.62 En 1976 Ana Martínez Iborra trabajó temporalmente en el Instituto Ausiàs March de Gandía para tramitar su jubilación voluntaria como profesora de enseñanza media. Un derecho que le fue reconocido en diciembre de ese año, tras lo cual regresó a la ciudad de México.
Para mí ser refugiado es perder las raíces que todo ser viviente tiene, y no encontrar dónde enraizarse de manera plena. Estoy incorporado, pero hay cosas que…, uno ha nacido… […] Más que ser refugiado, siento la nostalgia de lo que pasó y de lo que pudiera haber sido uno de no haber sido desterrado o transterrado.
Ana y Antonio, como todos los refugiados, tuvieron un sentido de pertenencia múltiple, aunque esa percepción debió de ser oscilante y lábil, y por momentos, como le sucedió a Tomas Segovia, existió un sentimiento de no pertenencia al territorio de destino que entrañaba la pertenencia continua al lugar de origen.63 En la travesía del Sinaia entre Sète y Veracruz, en la primavera de 1939, Benjamín Jarnés, en una breve nota, advirtió «Contra la nostalgia»:
Circulan unas píldoras contra el mareo –señaló–, también debieran circular píldoras contra la nostalgia. Para extirparla radicalmente, porque no es este el momento de entregarnos al tiempo perdido sino de hincar nuestra voluntad en el futuro. No debemos reclinar la cabeza sobre el cojín de los recuerdos sino alzarla gallardamente para salir al encuentro del pueblo fraternal que nos acoge.
Pero no resultaba fácil vencerla. La añoranza de ese país que no existía estaba entreverada con la nostalgia y la creciente certeza de que aquellos tiempos de su juventud y de los anhelos republicanos habían desaparecido para siempre. Nostalgia de lo que pudo haber sido y ya nunca volvería a ser. Los refugiados fueron en cierto modo sobrevivientes de sí mismos. «Mis padres invocaban el exilio y la guerra, pero llegaba por las ventanas el Parque México».64 Fue el drama y el doble rostro del exilio: una vida entre la integración y el desarraigo. Una vida escindida entre México y España.
1. En el poema «Bajo el cielo de marzo».
2. Véase NC, 4.
3. Véase NC, 15.
4. En el archivo de la Universidad de Valencia no he encontrado el expediente disciplinario al que se refiere Deltoro. Véase NC, 32 y 33.
5. Juan Renau: Pasos y sombras. Autopsia (edición, introducción y notas de Rosa Martínez Montón), Sevilla, Renacimiento, 2011, p. 289; 1.a edición, México, Aquelarre, 1953.
6. Entre 1926 y 1929, y de nuevo entre 1931 y 1935, Deltoro cursó diferentes asignaturas de Letras y Derecho en Valencia y Murcia, universidad creada en 1915. El recurso a la matrícula no oficial en Murcia para la obtención de la licenciatura en Derecho era una práctica extendida. Renau dedicó un extenso comentario a Deltoro, Ángel Gaos y Francisco Carreño Prieto como redactores de Nueva Cultura, véase Textos y documentos, 10.
7. M. F. Mancebo: La Universidad de Valencia. De la Monarquía a la República (1919-1939), Valencia, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert-Universitat de València, 1994, passim. Ernest Sánchez Santiró y Ximo Revert: «Una arquitectura per a la ciència. La Facultat de Ciències de la Universitat de València (1909-1944)», Afers, 10, 1990, pp. 455-474. Véase NC, 35-37.
8. La creciente presencia de alumnas en la universidad fue lenta, pero sostenida, si bien Valencia –a enorme distancia de Madrid o Barcelona– ofrece porcentajes bajos respecto a distritos como Zaragoza o Santiago de Compostela. Mercedes Montero: La conquista del espacio público. Mujeres españolas en la universidad (1910-1936), Madrid, Minerva Ediciones, 2009, pp. 110-114. Dolores Sánchez Durá y Vicenta Verdugo Martí: Memoria. El acceso de las mujeres a la Universitat de València (1910-1965), Universitat de València. Unitat de Igualtat, 2011.
9. Véase NC, 13, 60 y 61.
10. J. Renau: Pasos y sombras…, pp. 296-297. Sobre Manuel Martínez Iborra y la FUE, véase NC, 34 y 50.
11. Mayte Gómez: El largo viaje. Política y cultura en la evolución del Partido Comunista de España, 1920-1939, Madrid, Ediciones de la Torre, 2005, p. 159. Renau: «Notas…», p. XVI.
12. [‘Ya tenemos las fotografías’] [‘Una joven alta y opulenta, morena de cabello y ojos negros como el azabache. Va tocada con una boina ligeramente ladeada, es muy atractiva’]. La exposición –que exhibió el retrato de Max Aub pintado por Genaro Lahuerta– fue organizada por el crítico Manuel Abril, promotor de la renovada Sociedad de Artistas Ibéricos. En el relato de Castelló aparecen Joan [Renau], Antoni Pons [Deltoro] y Bernat Claramunt [Clariana], amigos inseparables, asistiendo a la conferencia de Juan Chabás que acompañó la muestra de arte moderno, G. Castelló: València dins la tempesta, Valencia, Edicions del Bullent, 1987, pp. 19-23, 60-61. Javier Pérez Segura: «La Exposición Novecentista de Valencia», Arte moderno, vanguardia y estado. La Sociedad de Artistas Ibéricos y la República (1931-1936), Madrid, CSIC-Junta de Extremadura, 2003, pp. 81-88.
13. En el poema «Caligrafías» (1997), véase p. 260.
14. Véase NC, 44. La propuesta de Pérez del Muro no fue atendida. Santos de pueblo pertenece СКАЧАТЬ