Todos nosotros, haciendo una completa abnegación de nuestras doctrinas y convicciones erróneas o exageradas, debemos ponernos al entrar a este santuario, un pedazo de nieve al corazón, invocando la justicia divina para aplicarla en la tierra a los hombres y haciendo lo que conviene a la ventura de la patria.65
Como vemos, en las palabras anteriores también se hablaba del Parlamento como un «santuario». La relación entre el espacio político y el religioso era tan estrecha en el Perú y el Ecuador del siglo XIX, que a menudo los rituales políticos contenían gran cantidad de simbología religiosa. De hecho, los actos políticos de mayor relevancia, como la jura de la Constitución o los procesos electorales, eran acompañados de ritos religiosos que le daban un cierto carácter sagrado a un poder «que se seguía sintiendo frágil y poco seguro de su legitimidad».66 En este sentido, resultaba significativa la importancia otorgada a los aspectos rituales durante las actividades parlamentarias, los cuales también quedaban contemplados en los reglamentos de las cámaras. Así, por ejemplo, en el texto peruano se establecían cuestiones como que las sesiones parlamentarias debían comenzar con la invocación: «En nombre de Dios Todopoderoso, se abre la sesión», o que sobre la mesa de la Cámara se situaba, además de la Constitución, el Reglamento y el libro de actas, un crucifijo.67 Por tanto, podemos observar el carácter religioso que se otorgaba a cuestiones políticas como la representación parlamentaria, quizá para conferir de este modo una legitimación sagrada al Parlamento y a los representantes. De esta forma, el liberalismo trajo consigo la concepción del Parlamento como un nuevo espacio sagrado.
Por último, hay que mencionar que los reglamentos de las cámaras legislativas establecían que la mayoría de las sesiones eran públicas, quedando registradas en los diarios de debates o actas de sesiones, y pudiendo asistir a ellas algunos individuos que no formaban parte de la representación, a los cuales se les asignaba determinados espacios. Por ejemplo, podían asistir por invitación expresa del poder legislativo los ministros de Estado o los secretarios de Estado, si bien debían abandonar la sala antes de la votación. Incluso el reglamento peruano albergaba la posibilidad de que acudieran como espectadoras algunas mujeres: «el bello sexo podrá asistir en la galería del medio».68 No obstante, en determinadas ocasiones el presidente y los secretarios de cada cámara podían decidir que las discusiones se hicieran en sesión secreta.
Ahora que conocemos la composición y funcionamiento de los Parlamentos instalados en Perú y en Ecuador en la década de 1860, en el siguiente capítulo voy a analizar los textos legislativos más importantes que surgieron de dichas Cámaras: las constituciones y leyes electorales.
1 Ana Buriano Castro: «El constitucionalismo conservador ecuatoriano: un instrumento en la construcción de la hegemonía», Signos Históricos 11, 2004, pp. 65-94, esp. p. 71.
2 María Cristina Cárdenas Reyes: «El progresismo ecuatoriano en el siglo XIX. La reforma del Presidente Antonio Flores (1888-1892)», ANDES 18, 2007, Salta (Argentina), Universidad Nacional de Salta, p. 1. Además, la creación de partidos políticos en el último tercio del siglo XIX seguiría esta tendencia, pues los principales líderes del Partido Liberal Radical Ecuatoriano procedían de la costa, especialmente de Guayaquil, mientras que los miembros del Partido Conservador Ecuatoriano surgían en su mayoría de la sierra.
3 Carlos Espinosa Fernández de Córdoba y Cristóbal Aljovín de Losada: «Conceptos clave del conservadurismo en Ecuador, 1875-1900», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42-1, 2015, pp. 179-212.
4 Todo lo referente a la caracterización de las dos «escuelas de integración» ecuatorianas procede de Juan Maiguashca: «El proceso de integración nacional en el Ecuador...», pp. 410-412.
5 A. Buriano Castro: «El constitucionalismo conservador ecuatoriano...», pp. 89-90.
6 Rodolfo Pérez Pimentel: El Ecuador profundo: mitos, historias, leyendas, recuerdos, anécdotas y tradiciones del país III, Guayaquil, Editorial de la Universidad de Guayaquil, 1988.
7 A. Buriano Castro: «El constitucionalismo conservador ecuatoriano...», p. 90.
8 J. Maiguashca: «El proceso de integración nacional en el Ecuador...», pp. 410-412.
9 AFL, Actas de Sesiones del Congreso de Ecuador, «Acta de instalación de la Convención Nacional de 1861», 10/01/1861.
10 A. Buriano Castro: «El constitucionalismo conservador ecuatoriano...», pp. 74-75.
11 El Industrial 16, Quito, 7/02/1861. La cursiva es textual.
12 AFL, Actas de Sesiones del Congreso de Ecuador, «Acta de instalación de la Convención Nacional de 1869», 16/05/1869.
13 A. Buriano Castro: «El constitucionalismo conservador ecuatoriano...», pp. 72 y 75.
14 El Comercio, «Congreso. Proyectos contra la Constitución», 10/07/1860.
15 El Comercio, «Congreso», 11/07/1860. Se han mantenido las palabras en cursiva y las mayúsculas originales.
16 Heinrich Ahrens: Curso de derecho natural o filosofía del Derecho con arreglo al estado de esta ciencia en Alemania II, Madrid, Boix, 1841, p. 11.
17 Víctor Samuel Rivera: «Liberal/Liberalismo-Perú», en Javier Fernández Sebastián (dir.): Diccionario político y social del mundo iberoamericano. La era СКАЧАТЬ