Relatos de vida, conceptos de nación. Raúl Moreno Almendral
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Название: Relatos de vida, conceptos de nación

Автор: Raúl Moreno Almendral

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Historia

isbn: 9788491347866

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СКАЧАТЬ entre identidad nacional y nacionalismo: contrástense Smith (2009), Özkirimli (2017), Calhoun (1997) y Billig (1995). Es cierto que la diferencia cualitativa que proponemos aquí es inestable y un tanto arbitraria, pero con todo consideramos que es una diferenciación que merece la pena. Una buena crítica a esta opción la plantea Malešević (2013: 176) a través de una discusión paralela sobre el concepto de «raza»: «The then-dominant view [se refiere a finales del s. XIX] that the “white race” was unique, authentic and superior to other “races” was at that time understood to be a self-evident reality. However, with the hindsight of a century or more it is commonplace to describe such views not as natural reflections of “racial identity” but simply as “racism”». No obstante, también se podrían considerar al respecto los casos de la «clase social» y el «género». ¿Acaso es lo mismo tener una identidad de clase que ser un clasista? ¿No son cosas diferentes el pensarse a sí mismo como hombre y el ser un machista?

      12 Aquí tomamos «construcción nacional» o nation-building como sinónimo de formación de naciones o nation formation, pese a que hay algunos autores que emplean este último término como concepto general y reservan el primero para incidir en el papel del Estado y otras instituciones (véase Lawrence, 2005).

      13 Este trabajo solo manejará material escrito en cuya creación el investigador no ha tenido ninguna participación. Sin embargo, gran parte de estas historias de vida se producen como resultado de una respuesta a una pregunta o requerimiento. Evidentemente, esto genera unas implicaciones epistémicas diferentes.

      14 Por otra parte, estas fuentes tampoco se pueden descartar completamente alegando que «no son fiables» y son «demasiado subjetivas», al contrario que otras fuentes supuestamente más «objetivables». Como indicamos más adelante, para un historiador de las percepciones y las representaciones culturales, los relatos de vida son valiosos precisamente por esa naturaleza profundamente subjetiva.

      15 En el espacio anglosajón, véase la reclamación de Greenfeld (1992: 23) y de Wilson (2003); en el hispánico, Andreu Miralles (2016b). Desde la historiografía italiana, también es interesante el trabajo de Rovinello (2013) sobre las «historias de familia» que fabricaban los candidatos a la naturalización en el Nápoles de principios del XIX. La obra de Maurer (1996) es impresionante por la extensión de su base empírica, pero su objeto de estudio no es exactamente el nacionalismo sino el desarrollo de los «valores burgueses» en el espacio germánico durante el siglo XVIII.

      16 Steven Hunsaker (1999) y Raj Kumar (2012) se interesan por la nación desde los márgenes en América y la India respectivamente. Claire Lynch (2009) utiliza autobiografías en gaélico e inglés de escritores irlandeses para revisitar la narrativa nacional previa y posterior a la creación de la Irlanda independiente, mientras Watson (2000) hace lo propio con Indonesia y la gestión de la (pos)colonialidad.

      17 Matilda Greig (2018) ha estudiado las memorias producidas por militares británicos, franceses y españoles que participaron en las guerras napoleónicas, incluyendo sus procesos editoriales. En ellos destaca el contraste del tópico del «autor accidental», ajeno al oficio literario, con la implicación efectiva que muchos de los soldados (con frecuencia oficiales) tenían en la publicación de sus obras, así como la frecuente intervención de los editores. Los veteranos de guerra constituyen un grupo bastante específico en la producción de egodocumentos que no puede generalizarse automáticamente al conjunto social. Sin embargo, sí que proporcionan una buena cantidad de evidencia empírica sobre las relaciones entre individuos y estructuras que se exploran en este capítulo.

      18 A tenor de esto, se podría argumentar que no hay que confundir la narratividad como cualidad intrínseca de la memoria y de la identidad, con las narrativas personales, que son sus productos. También puede haber narrativas mudas, que nos contamos a nosotros mismos pero que no escribimos o decimos. No obstante, una aproximación histórica empírica a estas es casi (si no completamente) imposible.

      19 La referencia seminal en esto es Austin (1962). Una adaptación a nuestro tema en el citado Abdelal et al. (2009). El análisis del discurso es ya una metodología clásica en este campo, especialmente aplicado a los partidos e intelectuales nacionalistas.

      20 Cf. las síntesis de Bayly (2010) y Osterhammel (2015), que intentan romper los modelos clásicos y eurocéntricos. Sobre el factor militar y el aspecto de la «guerra total», Bell (2007). El autor que difundió esta idea de la Age of Revolution como momento inicial de su «largo siglo XIX» es Eric Hobsbawm (2003). Una visión general clásica en Bergeron, Furet y Koselleck (1994). Otro concepto comprensivo interesante para los casos que manejamos es el de las «revoluciones atlánticas», cultivado primero en el contexto del atlantismo durante la Guerra Fría y luego renovado por Bailyn (2005). Un estudio comparado de las revoluciones en Estados Unidos, Francia, Haití y la América Hispana en Klooster (2009). Aunque el título parezca indicar lo contrario, el libro de Fradera (2015) es más una obra de historia imperial de la ciudadanía que una historia de los fenómenos nacionales, aunque en todo caso se ha convertido en imprescindible para el conocimiento del siglo XIX.

      21 Sobre este tema, Sánchez-Blanco (2013), Israel (2003 y 2011) y Munck (2013).

      22 Adicionalmente y ya colocados fuera de los límites cronológicos de nuestro trabajo empírico, podrían señalarse otros conceptos: el republicano, que convive con el genético durante la Edad Antigua y la Edad Media, el democrático, el cultural y el biológico. Lo que podríamos llamar «concepto republicano» corresponde al espacio semántico de la civitas romana y la polis griega. No se ha incluido en el modelo porque en la época esta idea de colectividad no solía expresarse con el significante «nación». Además, estaba muy limitada a las experiencias de las ciudades-Estado (que luego se proyectarán hacia grupos más amplios para conformar la nación liberal) y a algunos contenidos de las corporaciones medievales y del Antiguo Régimen, muy tamizados por el desarrollo de las monarquías (por lo tanto, realidades incluidas en el concepto etnotípico politizado). El concepto democrático sería una evolución de la nación liberal, definido por la búsqueda de derechos iguales y efectivos para todos los ciudadanos. El concepto cultural, muy influido por el romántico, se correspondería con los usos que encontramos en la «cuestión de las nacionalidades» del siglo XX. El concepto biológico es el que equipara la nación a la raza en un sentido sanguíneo (por ejemplo, como en el caso del nazismo alemán). Véanse de nuevo el propio Leerssen (2006), así como Kramer (2011) y Hastings (2018).

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