La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en la Valencia ilustrada. Autores Varios
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СКАЧАТЬ en las medidas de los arcos terrestres y en la cartografía y la topografía, o bien en la introducción del sistema métrico decimal. Debemos recordar a José Chaix y a Gabriel Císcar, este último sobrino de Mayans, autor de una importante propuesta para construir las nuevas medidas a partir de la tradición hispana, lo que suponía una preocupación por la lengua y la cultura propias que siempre fue habitual en estas generaciones de inteligentes militares.

      JARDINES Y FLORES

      La historia natural es una disciplina básica en el mundo moderno, que cuenta además con una muy importante tradición desde el clásico. Se puede decir que se actualizan las tradiciones heredadas, en especial a partir del Renacimiento. Hay tres líneas principales que se pueden encabezar con tres nombres de la Antigüedad. Una sería la médica, con Dioscórides como apóstol, en la que se acentúan los intereses en la curación del enfermar. Otra, la científica, con Plinio como representante, en la que es esencial la admiración de las obras de la naturaleza. Aúna la curiositas pagana con la contemplatio cristiana, siempre con tirantez entre ambas (Gadamer, 1993). Y, por último, estaría la agrícola, con Teofrasto al frente. En España serían sus representantes Andrés Laguna, Gonzalo Fernández de Oviedo y Gabriel Alonso de Herrera. Personajes de alto vuelo como Francisco Hernández o Cavanilles reúnen varias tendencias.

      Hay varios motivos de este auge de la historia natural, en especial la botánica. En primer lugar, la influencia de los científicos europeos, en especial de los franceses y de Linneo. También se relaciona con un gusto estético, en cambio, el prerromanticismo de la Ilustración. Si bien se puede considerar herencia de los paisajes de Velázquez o de los bodegones de Zurbarán, ahora cambian esos códigos de expresión, aprisionando la historia natural –ahora convertida en saber– entre códigos científicos y artísticos, neoclásicos y románticos. Se sale a herborizar al campo, que puede ser la cercanía de las ciudades valencianas, pero también las lejanas tierras de América o de Australia. Se vive un nuevo interés por el paisaje, por la naturaleza bruta, la que nos sobrecoge al llegar a América, como sucedió con Mutis cuando acompañó como médico al virrey. Se puede considerar defensa de la naturaleza pero también defensa del Antiguo Régimen. Es la sensibilidad de Rousseau, es el anuncio del Romanticismo.

      Pero también es una muestra del poder real: se representa al joven Carlos III con una rama en la mano a través del pincel de Jean Ranc, y Meléndez hará deliciosas naturalezas muertas para un infante. De la real mano se ponen en marcha el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia Natural de Madrid. El primero procede de boticarios y médicos reales, el segundo de un coleccionista americano. Pero está por detrás el interés de poner bajo la real mirada las riquezas del Imperio, que dan valor al rey y son valorizadas por éste. Las expediciones científicas sirven a este deseo y sus magníficas colecciones de semillas, plantas, dibujos, minerales, animales, antigüedades..., son atesoradas por estas instituciones. Los especímenes peninsulares y foráneos son necesarios para la economía que se apoya desde el poder, la agricultura, el comercio, la manufactura, en especial textil, la minería, la medicina y la farmacia. Si se descubre la platina, un oro blanco, también se encuentra el oro verde.

      La historia natural como ciencia reúne las tres tradiciones a las que me he referido: se buscan las plantas por su belleza y demostración del orden natural y divino, por su interés por su acción médica, como es el caso de la quina, y por su valor como alimento y riqueza, como sucederá con el cultivo creciente del maíz. Se desea conocer de forma científica las plantas, en general se intenta su descubrimiento, clasificación y descripción. Se quiere mostrar que el botánico afortunado ha sido el primer descubridor, al intentar encontrar nuevas especies y géneros; también hay preocupación por la fisiología de la planta, floración y fructificación, por el sistema sexual, siguiendo a Linneo, pero también por la relación con el medio, que es el camino hacia la geobotánica. Esta línea es la que siguieron los que se interesaron por la geografía humana en el pasado, los que escribieron la historia natural de Indias, o las topografías médicas, que toman a Hipócrates como modelo y se reinventan mediante Cisneros en México, o Casal en Asturias.

      Cavanilles pertenece a la tradición de los clérigos ilustrados, si bien su formación es peculiar, ya que estudia Filosofía y Teología en la Universidad de Valencia y con los jesuitas, por lo que entra en el círculo de Vicente Blasco y Pérez Bayer..., y tiene relación con Juan Bautista Muñoz (González Bueno, 2002). Pasa por el seminario de San Fulgencio, un centro de renovación de la Ilustración eclesiástica, y redacta unos «Apuntes lógicos». Pronto, su camino se separará por entero de las aulas o los confesionarios, para convertirse en un elegante clérigo de tipo francés, interesado por la ciencia, la belleza y la sociedad. Entra como preceptor en más elevados aposentos, con la familia del duque del Infantado; también tiene relaciones con Santa Cruz o Aranda. Es cercano pues a la nobleza alta y a la nobleza renovadora, lo que le valdrá mucho en el futuro. De momento, estas relaciones lo llevan a París, la capital cultural europea.

      Como preceptor y capellán de la familia Infantado vive en París entre 1777 y 1789, cuando las terribles convulsiones francesas lo alejan. Conoce a muy distinguidos sabios, por ejemplo a los científicos Sigaud de la Fond y Valmont de Bomare, o a André Thouin en el Jardin du Roi (Peset, 1997). Animado y pagado por Floridablanca contesta a Masson, asesorado por Juan Andrés. Estudia botánica, en relación con la Académie des Sciences, con Antoine-Laurent de Jussieu y Jean-Baptiste Lamarck. Conoce la nueva ciencia, en especial le serán de utilidad la historia natural, la física y la lógica. Estudia la Monadelphia linneana, y publica también gracias a Floridablanca hermosos y sabios volúmenes de descripción. Intenta entrar en las instituciones madrileñas, pero tiene la oposición de Gómez Ortega y su escuela. Poco a poco va consiguiendo permisos, hasta que llegará a dirigir el Jardín en 1801, al retirarse el boticario. Será director de expediciones, siguiendo el ansia centralizadora de Gómez Ortega. Asimismo, mantiene fuertes polémicas con sus contrarios en la literatura científica internacional.

      Por los rigores de la Revolución vuelve a Madrid, trayendo muchos trajes, un notable herbario y útiles libros comprados durante su estancia francesa. Entra en la Academia de Medicina, y cuenta con el favor de Montijo, Urquijo y Aranda. Aunque persisten allí las polémicas, aporta notables trabajos, como los dedicados a los arroces valencianos, un peligro para el paludismo. También se interesa por las posibilidades terapéuticas de algunas plantas, por ejemplo contra la rabia. Gracias a Floridablanca publica sus Icones y consigue entrar a dibujar en el jardín. En 1791 se plantea la realización de una Historia natural de España. Jovellanos iría a Asturias, él a Valencia en 1791. Busca la felicidad como buen ilustrado, a veces en contra de los terratenientes, los intermediarios e incluso de la Iglesia, que está a favor de propietarios ilustrados. Se publican las Observaciones entre 1795 y 1797, y suponen un importante aporte a la tradición de historias naturales hispanas. Es notable su trabajo geográfico, así como su preocupación por la morfología geológica.

      Es consultado sobre la enseñanza en el Jardín, del que en 1801 será su profesor único; aporta su biblioteca, equipo, organización...; mejora las estufas y los semilleros, las relaciones internacionales, propone un manual..., y, por tanto, reforma por completo la enseñanza. Sus estudiantes logran las cátedras e impulsa los jardines botánicos; así sucedió en Valencia a través del rector Blasco. Muere en 1804, por lo que se queda sin publicar su estudio de plantas del Hortus Regius Matritensis. Ampara a Mutis y a su escuela, pero como hábil clérigo también es generoso con los discípulos de Ortega, elogiando mucho las láminas de la expedición del Perú. Aunque reconoce la calidad de las extranjeras, las considera en exceso caras y lujosas. Piensa mejor en unas láminas claras y sencillas, como las de Ruiz y Pavón.

      En 1799 Urquijo consigue la publicación de Anales de Historia Natural (1799-1804), dirigida por los más distinguidos científicos. Aporta a sus páginas sus más notables características: rigor intelectual, utilidad pública, servicio a la Corona y credo católico. Vemos al Cavanilles completo, en sus más amplias variantes, al botánico descriptor de nuevos especímenes, que toma tanto de la península como de los descubrimientos de las expediciones, tanto del Jardín Botánico como СКАЧАТЬ