Antonio Gramsci y el Trabajo Social. JuanManuel Latorre
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Название: Antonio Gramsci y el Trabajo Social

Автор: JuanManuel Latorre

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия:

isbn: 9789585188099

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СКАЧАТЬ presentadas por Parra (2007) para estas etapas, se destacan los siguientes aspectos:

      Fundación (1965-1968)

      En esta etapa, iniciada en Argentina, Brasil y Uruguay, se presentan tres acontecimientos que inician el movimiento latinoamericano de la reconceptualización: el primero, el I seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social; el segundo, la modificación del plan de estudios de la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay, y, el tercero, la creación de la revista Hoy en el servicio social en Buenos Aires, Argentina (p. 4). Estos escenarios permiten propagar las ideas sobre un trabajo social crítico, que, lentamente, como señala Parra (2007), introducen las ideas de la modernización profesional. Se destacan las publicaciones propias con artículos sobre trabajo social, escritos por trabajadores sociales que tienen como foco principal el papel de la profesión en el desarrollo y que amplían su producción académica al «debate sobre el papel ideológico y político del profesional, la formación profesional, los métodos de intervención, los fundamentos teóricos de la profesión, buscando dar respuesta a la realidad latinoamericana» (p. 6). En esta misma etapa, en 1967, se realiza también el I Seminario de Teorización del Servicio Social organizado por el Centro Brasileño de Cooperación e Intercambio de servicios sociales (CBCISS), donde se produce lo que posteriormente se conocerá como Documento de Araxá. Esta etapa también se identifica con la creación de grupos como la Generación del 65, la cual buscaba aplicar el desarrollo comunitario en sintonía con las ideas desarrollistas que llevaran a superar el subdesarrollo y la dependencia de grandes potencias, como Estados Unidos.

      Auge (1969-1972)

      Los espacios ganados en la primera etapa entran en una expansión en todo el continente. Se amplían las publicaciones sobre el trabajo social que contienen el debate sobre sus funciones y su papel respecto al desarrollo comunitario. Según Parra (2007), «aparece de manera contundente la influencia del marxismo en el trabajo social» (p. 7); esto se evidencia en particular en el IV Seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social, desarrollado en Chile, donde «aparece la preocupación sobre la ideología, la alienación, la praxis, la investigación, la marginalidad, la concientización, la revolución y las políticas sociales» (p. 7). Hay que destacar que en este periodo el trabajador social se empieza a entender desde un papel concientizador y revolucionario.

      En 1970, en el V Seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social, en Bolivia, se habla del «imperialismo» como causa del subdesarrollo, y se señala el compromiso del trabajo social con el diagnóstico de las realidades del continente, «rechazando los modelos estructural y funcionalista de la profesión, provenientes del extranjero, para que el ejercicio profesional se encuentre dirigido al cambio de estructuras al mismo tiempo que integrado a otras fuerzas que buscan también este objetivo» (p. 7). Otro momento importante en este periodo de auge fue en 1970 la realización del Seminario sobre Metodología del Servicio Social, organizado también por el CBCISS en la ciudad de Teresópolis, Brasil. El resultado de las reflexiones de este seminario constituye un refuerzo del Documento de Araxá, que permite consolidar la propuesta desarrollista en el interior de la profesión.

      Crisis (1974-1975)

      Se considera que esta etapa señala la crisis de la reconceptualización, aunque, bien apunta Parra (2007), se debe considerar una crisis y no el final de este proceso. Las dictaduras militares se entienden como parte de la causa del retraso; por ejemplo, países como Argentina, Chile y Brasil, bajo gobiernos dictatoriales, ven restringidos sus derechos y libertades. La crisis afectó todo un proyecto revolucionario. En este momento (1974) fue creado el Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELATS), como resultado de este proceso de reconceptualización:

      […] orientado a promover el conocimiento de las causas de la «marginación» de los grupos mayoritarios de América Latina para apoyar cambios estructurales necesarios para modificar dicha situación y ubicando al trabajo social como contribución para crear una sociedad más justa. (Parra, 2007, p. 10)

      La reconceptualización está paralelamente acompañada por algunos desarrollos conceptuales que influencian las ideas de cambio, renovación y ajuste del trabajo social latinoamericano. Se destaca en este documento la influencia de las ideas desarrollistas que circulaban en el continente, y, como se observa al presentar las etapas anteriores de fundación y auge, ponen al trabajo social en el escenario del desarrollo comunitario como «agente de cambio». Se destaca también la apropiación de teorías marxistas que colocan al trabajador social en el escenario del cambio estructural, revindicando las clases subalternas y explotadas. Los dos procesos se fusionan y las concepciones asidas de estas dos corrientes por parte de la profesión influyen sobre lo que hoy se reconoce como el trabajo social crítico. En este texto se consideran principalmente el desarrollismo y el marxismo, pese a que se identifican otras influencias en la teoría de la dependencia, las propuestas concientizadoras de Paulo Freire y la teología de la liberación (Alayón, 2004, p. 32).

      Precisamente sobre las ideas desarrollistas, Manrique Castro (1982) destaca el protagonismo que viene a ocupar el trabajo social como profesión que, interactuando con los equipos multidisciplinarios, aporta en el desarrollo comunitario como campo de intervención profesional. La creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) y del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, que incluye la Sección de Servicio Social como órgano anexo, lleva a una directa influencia de la OEA en la formación y práctica de trabajadores sociales latinoamericanos y a una preocupación por la formación profesional en el campo del desarrollo comunitario. De este modo, la comunidad como método de intervención y los métodos previos como caso y grupo quedaron en segundo plano ante la potencialidad que suponía el ejercicio del desarrollo comunitario, en donde, además de atender problemas individuales o de grupo, se vinculaban proyectos generales de desarrollo. De esta manera, el trabajo social pasó por una etapa de revalorización que lo impulsó hacia nuevas responsabilidades y a una situación más expectante dentro de las administraciones públicas que pasaban también por un proceso de modernización en aquel momento (Manrique Castro, 1982, pp. 137-138).

      Adicional a lo anterior, Manrique Castro (1982) señala que este impacto sobre la profesión fue mayor cuando el desarrollo pasó de ser una propuesta para resolver los problemas de atraso a convertirse en práctica y directiva de acción política de diversos regímenes latinoamericanos, lo que impulsó una «humanización» del capitalismo en sus diferentes facetas. Debido a esto, los trabajadores sociales del continente procedieron a suscribir con su práctica el programa de desarrollismo, y crearon identidad, compromiso y reconocimiento social de la profesión. Ante estas condiciones, las universidades debieron responder a las exigencias de desarrollo, adecuando los planes de estudio, sus métodos de enseñanza y sus sistemas de prácticas a la reorientación que estaba tomando la profesión. Manrique Castro (1984), en su detallado recuento, refiere que se crea un consenso sobre el papel de los trabajadores sociales como agentes de cambio, lo que implica no solamente una transformación del individuo, sino también un cambio en las estructuras e instituciones sociales, las cuales se convirtieron en vocero de las necesidades de los individuos y de su derecho para promover un cambio.

      En cuanto al marxismo, su apropiación en el trabajo social, como afirma Iamamoto (2018), pasa de la militancia a la profesión, en una relación que se deduce no era delimitada ni clara y que colocaba al profesional en un papel «revolucionario» que no le correspondía ejercer. Refiere la misma autora que lo anterior explica las primeras aproximaciones teóricas al marxismo por medio de «manuales de divulgación del “marxismo oficial”, autores descubiertos en la militancia política (Lenin, Trotsky, Mao, Guevara) cuyas producciones eran selectivamente apropiadas en una óptica utilitaria en función de exigencias practicas inmediatas» (p. 214).

      La principal crítica al movimiento de reconceptualización fue su carácter partidario. Para Montaño (2006), una de las críticas a la reconceptualización radica en confundir la tarea profesional con la tarea político-partidaria. Hubo un acelerado proceso de politización que llevó a una desvalorización de la profesión, enfatiza Alayón СКАЧАТЬ