Economía española y del País Valenciano. Autores Varios
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Название: Economía española y del País Valenciano

Автор: Autores Varios

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия: Educació. Sèrie Materials

isbn: 9788437082837

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СКАЧАТЬ para los países también la progresiva desvinculación de las restricciones impuestas por la naturaleza.

      No hay mejor futuro que un buen pasado. De hecho, para disfrutar de altos niveles de productividad y renta hay que mantener en el tiempo la inversión en los diversos tipos de capital. Por otro lado, es falaz la visión del crecimiento a escala internacional como un juego de suma cero, en el que un participante debe perder lo que gana otro. Otra cosa muy distinta es que, cada día más, las interrelaciones entre los países crecen y la competencia también, o que las estrategias competitivas en este marco sean diversas y cambiantes (Pérez, 2007: 25-29).

      En todo caso, como los países han recorrido caminos diferentes, los historiadores distinguen entre unos y otros, e intentan hacer tipologías al respecto. Una muy útil es la que distingue entre first comers (los primeros países industrializados) y second comers.

      Los países del sur de Europa son países retrasados en el cambio estructural en comparación con los del centro y norte europeo (Gran Bretaña, Francia o Alemania). Es decir, son second comers, como lo demuestra el hecho de que la convergencia en términos de renta per cápita en los del sur ha sido lenta e incompleta (a excepción de Italia) y muy tardía. Prácticamente, hasta la segunda mitad del siglo XX no hay un claro acercamiento socioeconómico, un catch-up, de la Europa mediterránea (e Irlanda) a la Europa central y septentrional.

      Tanto España como el País Valenciano siguen, pues, la senda mediterránea hacia la sociedad industrial, es decir, son claramente casos de second comers, si bien se constata la existencia de núcleos industriales sólidamente implantados desde principios del XIX.

      En el marco español, tendríamos el caso vasco (particularmente Vizcaya y Guipúzcoa) y el catalán (particularmente Barcelona y Gerona). En el caso valenciano, la comarca de l’Alcoià y, a finales de ese siglo, la Conca del Vinalopó, la Foia de Castalla, l’Horta y la Plana. Sin esta base industrial preexistente, todo hay que decirlo, difícilmente el arranque industrial generalizado posterior habría sido posible. Un arranque que deberá esperar a la segunda mitad del siglo XX y, por ello, hablamos de second comers.

      Además, la economía española ha estado siempre por debajo de las economías centrales europeas, en términos de producto real per cápita. Las causas de este menor ímpetu en el crecimiento y la modernización social y económica son múltiples. Aun así, podemos destacar algunas que son comunes a los otros países mediterráneos (García Delgado, 2007: 25).

      Causas como la desigual distribución de la propiedad de la tierra y la ineficiencia que eso generaba en momentos en los que la agricultura era decisiva para crear oportunidades de cambio en el conjunto de la economía; la falta de una cultura empresarial generalizada que apostara por la acumulación del capital físico, humano y tecnológico como estrategia de cambio y progreso; la ineficacia fiscal y financiera del Estado que le incapacitaba para implementar el crecimiento económico, y todo eso hay que aderezarlo con un importante aislamiento económico que dificultaba la asimilación de los impulsos que pudieran venir del exterior.

      Concretamente, hasta los años cincuenta del siglo pasado, la Formación Bruta de Capital sólo representaba el 10% del PIB y, lo que es más grave, el 90% de la población no tenía ningún nivel de instrucción completado. Las cosas cambian cuando, posteriormente, la inversión alcanza el 20% del PIB y se mejora sustancialmente la formación de capital humano.

      En este contexto, la economía valenciana encontró lógicas dificultades de crecimiento, si bien lo vivió con más intensidad que la española y con rasgos muy peculiares. Porque fue una parte importante de la agricultura valenciana la que garantizó pautas de modernización económica. Nos referimos a la que trascendió la etapa de producir para subsistir, caracterizada por mercados de ámbito local, y pudo convertirse en agricultura comercial, incluso –mejor dicho, sobre todo– con mercados internacionales. La pasa, el vino y, posteriormente, la naranja fueron los productos que permitieron el salto, en la segunda mitad del siglo XIX.

      Así podemos entender que, a principios del siglo XIX, hacia 1802, los ingresos medios de la población valenciana se situaban alrededor del 70% de la media española, según ha estimado Gabriel Tortella, y sólo Galicia, Murcia, Canarias y Asturias tenían una renta per cápita más baja. Pero que, en 1860, los ingresos por habitante llegan ya en torno al 95% de la media. Y que nuevamente las tres primeras décadas del siglo XX refuerzan este mejor comportamiento relativo de la economía valenciana hasta llegar, en los años treinta, a un nivel superior en un 20% a la media española.

      ETAPAS PRINCIPALES:

      • 1870-1913

      La primera etapa se caracteriza por la «Segunda Revolución industrial» –la revolución tecnológica derivada, entre otros, de la electricidad, la química o el cemento artificial–, la hegemonía económica del Imperio británico y el poder ascendente de la Alemania unificada, un sistema monetario basado en el patrón oro y un sistema comercial basado en el bilateralismo. En todo caso, para muchos historiadores es aún parte del largo siglo XIX.

      España empieza esta primera etapa cuando acaba de conseguir la unión económica y monetaria mediante la desaparición de las aduanas interiores, la construcción de la red ferroviaria y la creación de la peseta en 1868. Además, una serie de hechos contribuyen a la transición hacia un sistema económico homologable con el resto de Europa, como la desaparición del régimen señorial y sus bienes vinculados y la revisión del marco jurídico-mercantil (Ley de sociedades anónimas de 1856, por ejemplo).

      Ahora bien, a pesar de la incorporatión de capitales extranjeros en sectores básicos y estratégicos como los de los recursos mineros, la banca o el ferrocarril y de una inicial política de apertura al exterior, simbolizada por el Arancel Figuerola de 1868, muy pronto –prácticamente desde el inicio del régimen de la Restauración, en 1875–, los intereses cruzados de la industria periférica y los cerealistas del interior llevaron a un largo período de aislamiento comercial mediante el proteccionismo arancelario.

      De hecho, a partir de 1890 el proteccionismo habrá conseguido los primeros éxitos significativos, que se consolidarán en la Ley de bases arancelarias de 1906, muy influida, además, por la pérdida de las colonias en 1898. En los años veinte, la economía española era la que tenía los muros arancelarios más altos de toda Europa, según la Sociedad de Naciones, el precedente de las actuales Naciones Unidas.

      Es la reacción al fenómeno de la revolución de los transportes, que originó la incorporación de la máquina de vapor a los transportes (barcos y ferrocarriles) СКАЧАТЬ