Название: Historia del pensamiento político del siglo XIX
Автор: Gregory Claeys
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
Серия: Universitaria
isbn: 9788446050605
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Fenianismo
El movimiento insurgente más importante del siglo XIX en Europa Occidental estuvo ligado al nacionalismo irlandés. Aunque había habido muchos grupos operando en Irlanda como los Whiteboys y los Ribbonmen (Clark y Donnelly, 1983; Whelan, 1996; Williams, 1973), fue el movimiento conocido como fenianismo el que continuó la labor iniciada por la Joven Irlanda (Davis, 1987; Duffy, 1896). (Entre los estudios modernos cabe citar los de Comerford, 1998; Davis, 1974; Garvin, 1987; Newsinger, 1994; Quinlivan y Rose, 1982; Walker, 1969.) El movimiento sociocultural y político de la Joven Irlanda cristalizó en 1842 en torno al semanario dublinés The Nation. En 1848 formaban parte de la misma John Mitchel, Charles Gavan Duffy, Thomas Davis y William Smith O’Brien, junto a radicales de izquierdas como Fintan Lalor (cfr. Lalor, 1918); entre sus seguidores posteriores se cuenta Michael Doheny. En cuestiones sociales algunos de estos hombres eran bastante conservadores y retrógrados, pues querían recuperar la visión romántica de un pasado perdido de campesinos propietarios. Mitchel también se opuso a los «Republicanos Rojos» franceses en 1848. Las generaciones de nacionalistas posteriores simpatizaron más con la idea de llegar a un compromiso entre capitalismo y socialismo, mientras que James Connolly, algo aislado, apostaba por el socialismo tout court (Connolly, 1917). Al igual que los polacos, muchos republicanos irlandeses siguieron siendo católicos, lo que contrastaba con el anticlericalismo de muchos revolucionarios franceses e italianos. Se ha dicho que los unió el hecho de que el movimiento fuera «expresamente republicano y separatista desde el principio» (Henry, 1920, p. 33).
El fenianismo surgió en Estados Unidos e Irlanda a finales de la década de 1850, tras el fracaso de la Repeal Association encabezada por Daniel OʼConnell, a mediados de la década de 1840, y la represión de la breve insurrección de 1848. Lo lideraban dos miembros de la Joven Irlanda exiliados en París, James Stephens, que volvió a Irlanda, y John O’Mahony, que fue a Estados Unidos. El término «feniano» derivaba de Fianna Errinn, aludía a una legendaria orden de guerreros precristiana y fue acuñado por OʼMahony (Pigott, 1883, p. 99). El nombre fue utilizado por primera vez en torno a 1859 y desde entonces se lo asociaba primero a la Hermandad Revolucionaria Irlandesa y luego a la Hermandad Republicana Irlandesa, que se disolvió en 1924. (Su contraparte estadounidense, la Hermandad Feniana, se constituyó en 1865. Cfr. The Fenian’s Progress: A Vision, 1865, pp. 68-91.) La organización feniana empezó a reclutar miembros en 1858, celebró su primera reunión general en 1863 y se vinculó a otra organización norteamericana, Clan-na-Gael, fundada en 1869, que por entonces contaba con más de 200.000 miembros. Existía por su cuenta en Irlanda desde 1858, bajo el nombre de Hermandad Republicana Irlandesa. Los fenianos se organizaban en torno a un «centro» o «A», apoyado por nueve «B», o capitanes, cada uno de los cuales contaba con nueve «C» o sargentos, que lideraban un grupo de nueve soldados. Cada nivel sólo conocía a las personas más cercanas de su grupo. Es probable que Stephens copiara este esquema a los blanquistas y otros conspiradores franceses, aunque también se ha dicho (en una fuente algo sospechosa) que los planes de Stephens diferían de los de sus homólogos continentales, puesto que él no buscaba una breve insurrección, sino armar a una parte sustancial de la población de manera permanente para derrotar al ejército británico (Rutherford, 1877, I, pp. 61-62). Los miembros juraban guardar secreto, obediencia a los superiores y lealtad a la meta de convertir Irlanda en una república democrática.
A los fenianos se los asociaba, sobre todo, a un intento frustrado de invadir Canadá en mayo de 1866 y a un levantamiento en Irlanda en 1867, igualmente infructuoso. A principios de la década de 1870 comenzaron a planear una prolongada campaña de violencia, pero, durante un tiempo, les hicieron sombra la Liga Agraria y el partido por el autogobierno o Home Rule League, de Charles S. Parnell, de los que diferían en las tácticas (Henry, 1920, p. 34; Samuels, s.f.). Elaboraron un plan para tomar Dublín y defenderla con barricadas (Bussy, 1910, p. 26). En 1873 los fenianos adoptaron la decisión de no organizar nuevas insurrecciones armadas hasta contar con el apoyo evidente de la mayoría del pueblo irlandés. En 1876 OʼDonovan Rossa, contrariado por la inactividad de los fenianos, trazó su propio plan de resistencia violenta contra Inglaterra recaudando un «fondo de escaramuzas» para golpear «uno de sus puntos vulnerables» (The Times-Parnell Commission Speech, 1890, p. 56). Según declaró, «Prefiero la dinamita. Arrasar ciudades inglesas; matar al pueblo inglés. Matar y masacrar es aceptable a los ojos de Dios y de los hombres, al igual que el pillaje» (Adams, 1903, II, p. 565). A partir de aquel momento, la «propaganda de la dinamita» o «propaganda por medio del terrorismo» (la expresión es de Michael Davitt: The Times-Parnell Commission Speech, 1890, p. 100) quedaría en especial asociada al nombre de Rossa (Davitt mismo rechazó la «teoría de la dinamita» por considerarla «el sacrificio de la mente, la rendición de la razón ante la ira y la del juicio ante la ciega e irreflexiva temeridad»; The Times-Parnell Commission Speech, 1890, p. 408; cfr. F. Sheehy-Skeffington, 1908, p. 141.)
A partir de 1878 los fenianos defendieron el autogobierno (Home Rule), la política de obstruccionismo en el Parlamento y la guerra agraria [Land War] que había empezado en 1879 liderada por la Liga Nacional Agraria de Parnell. Esta coalición se mantuvo hasta 1882, cuando Parnell se peleó con los fenianos y creó la Irish National League. El logro más tristemente célebre de los fenianos en aquella época fue el asesinato, a manos de una sociedad secreta liderada por P. J. Tynan y conocida como los Invencibles, del jefe de la Secretaría para Irlanda, Lord Frederick Cavendish, y de su segundo, Thomas Burke, en el Parque Phoenix (1882). La mayoría de los terroristas eran miembros dublineses de la Hermandad Feniana u organizadores de la Liga Agraria. Después desaparecieron y fue el fin de los flirteos de Parnell con el movimiento (Davitt, 1904, p. 363). (Se ha dicho, no obstante, que esta acción fue obra de la Liga Agraria y que era contraria a la política feniana de entonces. Cfr. OʼBrion, 1973, p. 122 y la History of the Irish Invincibles, 1883.) En cambio, el Tratado de Kilmainham, que permitió liberar a Parnell a cambio de nuevas leyes que promovieran los derechos de los aparceros, dio un nuevo impulso a la propaganda de la «dinamita» que pretendía convertir en algo «imposible el latifundismo […] en Irlanda» (Davitt, 1904, p. 427). Hubo conspiraciones para asesinar a la reina Victoria, para volar la Cámara de los Comunes y para hundir buques británicos usando un submarino (construido en Nueva Jersey). De ahí que se dijera que los fenianos «predicaban y ponían en práctica las mismas feroces doctrinas» que los anarquistas. «Es un deber de todo ciudadano irlandés», gritaba un orador irlandés en 1883, «matar a los representantes de Inglaterra dondequiera que se encuentren. El incienso más sagrado a los ojos del Cielo sería el humo de Londres ardiendo» (Adams, 1903, II, pp. 563-564). También había agentes provocadores infiltrados y se negaba con frecuencia que este tipo de tácticas «gozaran de la aprobación de la organización feniana ni en Norteamérica ni en lugar alguno» (Sullivan, 1905, p. 170). Supuestamente se estableció un «Comité de Asesinatos» para acabar con los traidores en el seno del movimiento. Pero sólo un hombre –un agente provocador e informante–, el jefe de policía Talbot, tuvo un fin violento y los líderes, como Davitt, siempre negaron la existencia de semejante comité (Moody, 1981, p. 511). Entre 1882 y 1885 hubo una docena de explosiones en Glasgow, Birmingham y Dublín, pero sobre todo en Londres, donde las estaciones de metro eran objetivos especialmente propicios. Una bomba muy potente causó graves destrozos en la Cámara de los Comunes el 24 de enero de 1885. Y la estrategia pareció funcionar: líderes fenianos citaban con aprobación la conclusión a la que se llegaba en la revista Westminster Review: «La dinamita ha llevado el autogobierno (Home Rule) al ámbito práctico de la política» (Denieffe, 1906, p. 289).
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