El equipo habla. Enric Lladó Micheli
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Название: El equipo habla

Автор: Enric Lladó Micheli

Издательство: Bookwire

Жанр: Зарубежная деловая литература

Серия: Directivos y líderes

isbn: 9788418811340

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СКАЧАТЬ probable es que se la acaben robando.

      En cambio, cuando los pases son constantes, la dificultad para quitarle la pelota al equipo se multiplica.

      De la misma manera, el verdadero motor de cualquier equipo de alto rendimiento es la relación que se genera entre sus miembros.

      La cantidad y la calidad de las interacciones entre ellos.

      Qué hacen juntos y, sobre todo, cómo lo hacen.

      Una vez se arranca ese motor, una vez se establece la relación adecuada, entonces empieza la magia.

      Exponencialidad

      La capacidad de un grupo aumenta a medida que las personas se relacionan e intercambian entre ellas.

      Porque a través de ese intercambio su trabajo se enriquece mutuamente y muy pronto salta a un nivel que nadie del grupo hubiera podido alcanzar por sí solo.

      En un grupo de tres, el número de interacciones posibles entre personas diferentes es de tres.

      En uno de cuatro personas, ya son seis. Con siete personas, las conexiones posibles ascienden a veintisiete.

      Con doce, hay sesenta y seis interacciones posibles entre personas diferentes…

      Cuando en el grupo se facilitan todas esas relaciones, el potencial crece de manera exponencial.

      Reunión de propietarios

      Las reuniones de las comunidades de propietarios son un verdadero suplicio. Da igual cuál sea la comunidad de vecinos en la que residamos, da igual la buena intención con la que acudamos a las juntas.

      Tarde o temprano se convierten en un calvario interminable de discusiones y malos rollos que se repiten una y otra vez como el día de la marmota.

      La relación y el intercambio entre personas diferentes pueden multiplicar la inteligencia del conjunto.

      Pero lo más habitual es que simplemente multipliquen su estupidez.

      Porque lo más normal es que el tipo de relación que se genere entre ellas no sea el adecuado.

      Entonces los grupos, los equipos y las organizaciones se convierten en las máquinas más sofisticadas al servicio de lo absurdo, la parálisis y lo inútil.

      Competir o colaborar

      El director comercial de una importante empresa me muestra orgulloso el ranking que utilizan en sus convenciones de ventas.

      En este ranking aparecen todos sus vendedores, del primero al último, ordenados en función de los resultados que han obtenido en el último mes.

      Cuando le pregunto para qué comparten este ranking en el equipo, me responde que para fomentar la «sana competencia» entre ellos.

      Entonces le pregunto qué pasaría si en lugar de fomentar una relación de competencia entre ellos fomentáramos una relación de colaboración.

      Qué pasaría si se apoyaran unos a otros para conseguir el máximo resultado del grupo en lugar de querer quedar los unos por encima de los otros.

      Si queremos ser competitivos en el mercado, en nuestra empresa lo mejor es colaborar.

      Cuanto más competitivos somos dentro, menos competitivos somos fuera.

      Unir o separar

      Como de costumbre, el director comercial está discutiendo con la directora de marketing sobre quién tiene la culpa del bajón en la cifra de ventas de esta semana.

      Me cuelo audazmente en mitad de su discusión y un poco burlón les suelto un:

      –Queridos amigos, cada vez que dos de vosotros os dedicáis a discutir, hay alguien en la competencia que se está partiendo de risa…

      Me dan la razón y bajan el tono. A ver si ahora podemos avanzar…

      Efectivamente, cuando discutimos, nuestros competidores se parten de risa, y no solamente porque al competir internamente perdemos competitividad fuera.

      Es también porque cuando discutimos estamos destruyendo el equipo.

      Cuando yo discuto es porque veo al otro como una amenaza. Temo que pueda perjudicarme y por eso siento rechazo hacia él.

      Mi rechazo me separa emocionalmente de esa persona.

      Entonces no puedo evitar hablarle de otra manera, con más intensidad, puede que incluso sin darme cuenta.

      Hablándole así acabo consumando esa separación, que hasta ahora estaba solo en mi mente. Porque al sentirse atacada, esa persona reacciona exactamente de la misma manera.

      Discutir nos separa, mientras que colaborar nos une.

      Un grupo de personas que discute es como el montón de piezas de moto tiradas por el suelo.

      Ni las piezas son una moto ni las personas un equipo.

      Flow

      Peloteando con las palas en la orilla de la playa. Un poco cansados de recoger pelotas todo el rato.

      –¿Jugamos sin puntos? –propone mi hija.

      Entonces empezamos a pasarlo realmente bien, a fluir. Y en ese fluir jugamos muchas más pelotas y las jugamos mucho mejor.

      Cuando desarrollamos un equipo de alto rendimiento lo importante no es buscar los puntos.

      Lo importante es buscar el flow.

      Si buscamos los puntos, perdemos el flow y, acto seguido, los puntos. Pero si buscamos el flow, los puntos acaban llegando sin buscarlos.

      El alto rendimiento es fluir en el intercambio.

      Consiste en dejarnos llevar por el mero disfrute de relacionarnos con otras personas. Ese disfrute es precisamente el instinto de equipo dirigiendo nuestras acciones.

      Mesas de ping-pong

      El director de Recursos Humanos me da un hospitalario tour por las nuevas oficinas de su sede central. «Un sitio realmente acogedor y agradable para trabajar», pienso.

      En una enorme sala polivalente, un par de mesas de ping-pong.

      –Para que la gente pueda desconectar y fluir un poco más –me dice.

      Me acompaña a la sala de juntas, donde asisto por primera vez a una reunión del Comité de Dirección.

      La competitividad interna es brutal.

      Mucho ping-pong, pero aquí se comen vivos entre ellos.

      No, cuando hablamos de flow y juego no estamos hablando de que la gente se ponga a jugar al ping-pong en la oficina.

      Aportar

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