Название: 100 Clásicos de la Literatura
Автор: Люси Мод Монтгомери
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9782378079987
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—Bueno, en cuanto a eso, creo que te equivocas al querer tener corazón. Lo hace a uno muy desdichado. Te aseguro que eres afortunado al no tenerlo.
—Cada uno opina lo que quiere —replicó el Leñador—. Por mi parte, soportaré en silencio todas mis desdichas si me das un corazón.
—Muy bien —admitió Oz con humildad—. Ven a verme mañana y tendrás tu corazón. He desempeñado el papel de Mago tantos años que bien puedo seguir haciéndolo un poco más.
—Y ahora —intervino Dorothy—, ¿cómo regresaré yo a Kansas?
—Eso tendremos que pensarlo —contestó el hombrecillo—. Dame dos o tres días para estudiar el asunto y trataré de hallar el medio de llevarte por sobre el desierto. Ahora, todos ustedes serán mis huéspedes, y mientras vivan en el Palacio, mis súbditos los atenderán y satisfarán sus más íntimos deseos. Sólo una cosa les pido a cambio de mi ayuda: tendrán que guardar mi secreto y no decir a nadie que soy un farsante.
Los amigos prometieron no decir nada de lo que acababan de saber y, muy animados, regresaron a sus respectivos dormitorios. Hasta Dorothy abrigaba la esperanza de que "El Grande y Terrible Farsante", como lo llamaba, pudiera hallar el medio de enviarla de regreso a Kansas. Si lo hacía, estaba dispuesta a perdonarle todo.
CAPÍTULO 16
LA MAGIA DEL GRAN FARSANTE
La mañana siguiente el Espantapájaros dijo a sus amigos:
—Felicítenme; al fin voy a ver a Oz para que me dé mi cerebro. Cuando regrese seré como todos los demás.
—Siempre me has gustado como eres —declaró Dorothy.
—Eres bondadosa al querer a un Espantapájaros— repuso él—. Pero seguramente me apreciarás más cuando te enteres de los maravillosos pensamientos que saldrán de mi nuevo cerebro.
Después se despidió de todos con gran alegría y fue hacia el Salón del Trono.
—Adelante —respondió Oz a su llamado.
Al entrar, el Espantapájaros vio al hombrecillo sentado junto a la ventana, sumido en profundas reflexiones.
—Vengo a buscar mi cerebro —dijo con cierta vacilación.
—Sí, sí. Haz el favor de sentarte en esa silla —repuso Oz—. Tendrás que perdonarme por sacarte la cabeza, pero lo haré a fin de poner tu cerebro en su sitio apropiado.
—Está bien. Puedes sacarme la cabeza, ya que me la habrás mejorado cuando vuelvas a ponérmela.
Y el Mago le quitó la cabeza y le vació la paja de que estaba rellena. Después fue a otra habitación y tomó una medida de afrecho que mezcló con gran cantidad de alfileres y agujas. Una vez que hubo mezclado bien todo esto, puso la mezcla en la parte superior de cabeza del Espantapájaros y terminó de rellenarla con paja para mantenerla en su lugar.
Cuando volvió a poner la cabeza sobre los hombros del paciente, le dijo:
—De aquí en adelante serás un gran hombre, pues acabo de ponerte un cerebro de primera.
El Espantapájaros sintióse tan complacido como orgulloso ante el cumplimiento de su gran deseo, y una vez que hubo agradecido debidamente a Oz, regresó al lado de sus amigos.
Dorothy lo miró con curiosidad al ver su cabeza que parecía haberse agrandado en la parte superior.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
—Muy sabio por cierto —contestó él con gran seriedad—. Cuando me acostumbre a mi cerebro, lo sabré todo.
—¿Por qué te sobresalen de la cabeza todos esos alfileres y agujas? —preguntó el Leñador.
—Esa es la prueba de que es agudo —comentó el León.
—Bien, ahora me toca a mí —dijo Leñador, y fue a llamar a la puerta del Salón del Trono.
—Adelante —le invitó Oz.
—Vengo en busca de mi corazón —anunció el hombre de hojalata.
—Muy bien. Pero tendré que abrirte un agujero en el pecho para colocar el corazón en su sitio adecuado. Espero que no te haga daño.
—En absoluto. No sentiré nada.
Oz fue a buscar un par de tijeras de hojalatero e hizo un orificio rectangular en el costado izquierdo del pecho del Leñador. Después abrió un cajón de la cómoda y sacó un bonito corazón hecho de seda roja y relleno de aserrín.
—¿Verdad que es hermoso? —preguntó.
—Lo es de veras —repuso el Leñador, muy complacido—. ¿Pero es un corazón bondadoso?
—Muchísimo. —Oz puso el corazón en el pecho del paciente y volvió a colocar la tapa del orificio, soldando las coyunturas con gran cuidado—. Ya está. Ahora tienes un corazón del que cualquiera se sentiría orgulloso. Lamento haber tenido que ponerte un remiendo en el pecho, pero fue inevitable.
—El remiendo no importa —exclamó el feliz Leñador—. Te estoy muy agradecido y jamás olvidaré tu bondad.
—Ni lo menciones —dijo el Mago.
El Leñador volvió al lado de sus amigos, los que lo felicitaron sinceramente por su gran fortuna.
El León fue entonces a llamar a la puerta del salón.
—Adelante —invitó Oz.
—Vengo en busca de mi valor —anunció el felino al entrar.
—Muy bien, iré a buscarlo —contestó el hombrecillo.
Fue hacia un armario y del estante más alto retiró una botella rectangular cuyo contenido vertió en un tazón de oro verdoso muy bien trabajado. Poniéndolo delante del León Cobarde —que lo olió como si no le agradara —le dijo:
—Bebe.
—¿Qué es?
—Verás —fue la respuesta—, si lo tuvieras en tu interior sería valor. Naturalmente, ya sabes que el valor está siempre dentro de uno, de modo que a esto no se le puede llamar realmente coraje hasta que lo hayas bebido. Por lo tanto, te aconsejo que lo bebas lo antes posible.
Sin vacilar un momento más, el León bebió hasta vaciar el contenido del tazón.
—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Oz.
—Lleno de coraje —repuso el León, y regresó muy contento al lado de sus amigos para hacerles partícipes de su gran alegría.
Una vez solo, Oz sonrió al pensar en el éxito que acompañó a su tentativa de dar al Leñador, al Espantapájaros y al León exactamente lo que cada uno creía desear.
—¿Cómo СКАЧАТЬ