El problema del porno. Vaughan Roberts
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Название: El problema del porno

Автор: Vaughan Roberts

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9788412393910

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СКАЧАТЬ solteros. El resultado es que estas personas pueden sentirse demasiado avergonzadas como para compartir con alguien su lucha.

      La vergüenza solitaria a menudo lleva al desánimo solitario. Puede que al leer estas palabras ya hayas perdido la esperanza. Sabes que el pecado sexual te aprisiona, pero te sientes incapaz de deshacerte de él. Estoy hablando sobre la pornografía en especial, pero estos mismos principios se pueden aplicar más allá, a todo tipo de pecado sexual o a cualquier pecado en general. Has intentado acabar con ello cientos y miles de veces y no has sido capaz, puede que incluso te hayas dado por vencido ya.

      Si queremos ayudar a cristianos que se sienten atrapados por el porno, tenemos que empezar por cambiar la cultura de nuestras iglesias. Necesitamos hablar de estos temas más abiertamente y animar a quienes luchan con esto y les cuesta sincerarse con sus amigos de confianza o pastores. Así, podrán salir de la oscuridad y de las mentiras que los mantienen presos y dirigirse a la luz y la verdad de Cristo que puede hacerles libres.

      La Biblia tiene grandes noticias para aquellos que empiezan a sentir que nunca verán la victoria en su lucha contra el porno. El evangelio de Jesús ofrece perdón completo y un nuevo poder, a través del Espíritu Santo, que nos capacita para luchar contra el pecado y crecer en santidad. Vivir sin pornografía es posible de verdad. Jesús es realista en cuanto al poder que el pecado ejerce sobre nosotros, pero también tiene un mensaje de esperanza gloriosa para nosotros, no importa cuán bajo hayamos caído:

      Todo el que peca es esclavo del pecado [... pero] si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres.

      Juan 8:34, 36

       El Sexo y el Diseño de Dios

      CAPÍTULO DOS

      Hace unos años, un artículo de la revista Time incluía estas palabras tan sorprendentes:

      De todas las cosas magníficamente ridículas y transcendentalmente gratificantes que los humanos hacemos, es el sexo […] lo que más desconcierta nuestro entendimiento. ¿Qué narices estamos haciendo? ¿Por qué nos obsesiona tanto? Puede que el impulso de procrear forme parte del sexo, pero […] lo que brota del centro de nuestra sexualidad es un conjunto de cosas completamente diferentes: arte, canciones, romance, obsesión, éxtasis, aflicción, compañerismo, amor, hasta violencia y criminalidad […] ¿A qué se debe esto? ¿Acaso a la naturaleza se le fue la mano y nos cargó de más cuando pasamos por el departamento de reproducción? ¿O se trata de algo más brillante y sutil, y existe una relación compleja entre la sexualidad, la vida y lo que significa ser humanos? 5

      Es una gran pregunta. Quienes tienen una cosmovisión plenamente materialista, que busca explicar todo únicamente por medio de procesos científicos, se ven obligados a reducir el sexo a un simple impulso biológico con el que somos programados para asegurar nuestra reproducción. Según esa idea, ahora que disponemos de métodos anticonceptivos bastante seguros, ¿qué puede frenarnos a la hora de satisfacer nuestros impulsos sexuales cuando nosotros queramos, siempre que haya consentimiento entre adultos?

      ¿Tienes hambre? Cómete una pizza.

      ¿Tienes sed? Tómate una coca-cola.

      ¿Estás excitado? Ten un orgasmo, con otra persona o tú solo. Y si el porno te ayuda, ¡adelante! No pasa nada; tan solo es satisfacer un impulso de tu cuerpo, eso es todo.

      Sin embargo, nuestro instinto nos dice que el sexo es más que eso. Nuestra sexualidad parece tocar lo más profundo de nuestro ser. Entonces, ¿de qué se trata el sexo? ¿Es posible que el autor o autora del artículo tenga razón, que tenga algo que ver con “lo que significa ser humanos”?

      ALGO MÁS

      El relato de la revolución sexual se basaba en que la moralidad sexual de la Biblia, y la del cristianismo en general, es represiva, induce a la culpa y la vergüenza y es sumamente anticuada. La única alternativa era rechazarla. Pero cuando nos fijamos en la Biblia, nos encontramos justo con lo contrario. Las Escrituras contienen una visión muy bella y elevada del sexo. Desde las primeras páginas —Génesis capítulo 1— leemos acerca de un Dios que hizo a los humanos como criaturas sexuales, a su propia imagen.

      Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras:

      «Sed fructíferos y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla».

      Génesis 1:27-28

      Fíjate en que la primera instrucción que Dios le da a la humanidad es… ¡que tengan sexo!: “sed fructíferos y multiplicaos”. Sexo con un propósito:

      ¡poblar la Tierra y hacerla fructífera!

      En el capítulo 2 de Génesis, Dios establece el matrimonio como el contexto de esta sexualidad fructífera. Cuando el hombre, Adán, ve por primera vez a la mujer, Eva, rompe a cantar de satisfacción y alegría:

       «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada».

      Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.

      En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.».

      Génesis 2:23-25

      Este arrebato de emoción de Adán no es la única canción de amor en la Biblia. De hecho, la Biblia contiene un libro entero lleno de poemas, Cantares, en el que un hombre y una mujer hablan de su amor de forma erótica y apasionada. La Biblia no es para nada pudorosa a la hora de tratar la realidad del sexo según el diseño de Dios. Adán y Eva disfrutan de una profunda intimidad sin miedo y sin culpa.

      Hay placer y emoción. Detrás de esta historia subyace la realidad de que el sexo no es simplemente para mi apetito y mis deseos. Su propósito va más allá y es algo mucho más profundo, que implica la unión de dos personas por medio del vínculo indisoluble del matrimonio. El sexo es para el placer, sí, pero también funciona como una especie de pegamento que une a una pareja de por vida y en una sola carne. Y este es el contexto en el que los hijos deben nacer: dentro de una relación de compromiso entre sus padres.

      Se podría decir que el sexo es el lenguaje corporal del compromiso de por vida. Todos estamos familiarizados con el lenguaje corporal; darle la mano a alguien es una expresión de amistad, dar un beso en la mejilla es una expresión de afecto, tener una relación sexual es (o debería ser) decirle a alguien: “Te quiero y me comprometo contigo por completo y para toda la vida”. Ese es el diseño de Dios. El sexo no es simplemente recreacional; es profundamente relacional.

      INSTINTIVO

      En el fondo, todos somos conscientes de esto. Recuerdo la vez que un hombre me confesó que había vivido su vida de forma promiscua y, muy honestamente, añadió: “Cada vez que tengo relaciones sexuales con alguien, dejo algo de mí mismo atrás”.

      Él se había dado cuenta de que el sexo está destinado a ser algo profundamente interpersonal. No es solamente algo físico; el alma está implicada en ello. Esto explica por qué nunca nos satisface el porno. Nuestros deseos sexuales no anhelan una mera sensación física. Al fin y al cabo, no solo buscamos tener un orgasmo o un momento de conexión íntima con otra persona. Anhelamos una unión profunda con otra persona, no solo a nivel físico, sino a todos los niveles de nuestro ser.

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