mis humores. Fernanda del Monte
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Название: mis humores

Автор: Fernanda del Monte

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: serie Habitaciones

isbn: 9786079931605

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СКАЧАТЬ queda ahí por mucho tiempo. Cuando sale un támpax o se cambia una toalla sanitaria el color es oscuro y el olor invade los baños y los basureros. La sangre siempre intenta ocultarse y paradójicamente es lo que nos mantiene con vida. Podemos vivir sin un riñón pero no podemos vivir sin sangre. Es vital. Cuando hablamos de vitalidad, hablamos de la sangre. Cuando nos emocionamos, se dice: se le subió la sangre a la cara; si se sube la sangre al cerebro, ahí comienzan los problemas. No debemos dejar que la sangre nos nuble la razón. Eso es lo que se busca. No perder la razón. Como si esta estuviera en el cerebro.

      La sangre es lo primero que los doctores tratan y lo último que se saca de un cuerpo cuando muere. Nadie quiere enterrar a un muerto lleno de sangre. Eso hace que se descomponga más rápido. ¿Entonces, la sangre de los miles de muertos, dónde está? Alimenta a los recién nacidos.

      De la sangre viene también la descendencia. Se han hecho largos textos argumentando la línea de sangre de las familias. Se dice que se comparten y se mezclan, algunas son afortunadas y otras mezclas envenenan. Qué paradoja. La propia descendencia puede envenenar la vida. Otras veces la puede salvar. Un hermano puede darte un riñón u otro pedazo de órgano. Compartimos la conformación de la sangre y los pedazos de carne comidos en la infancia.

      Antes de la aparición de la genética era la sangre la que determinaba mucho de nuestro destino filiar y familiar. La sangre sigue siendo lo que une la vida con la muerte y lo que une a un hermano con otro. Somos sistemas familiares unidos por el rojo de la sangre y su derramamiento. A eso le llaman venganza. Las familias se han matado unas a otras desde el principio de los tiempos. Pero también se enferman, dentro de ellas, entre ellas, y con otros. /

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      La necesidad de mantener al clan trae consigo su propia caída y enfermedad. La paradoja es que mientras más se intenta cuidar a un clan, más logramos su desaparición. Lo mismo sucede con la antisepsia. Mientras más se intenta que un lugar esté libre de bacterias y parásitos, más hacemos que el humano que crece en ese ambiente no pueda compartir la contaminación del mundo. Necesitamos la enfermedad para sobrevivir. Mientras más intentamos ser positivos y sanos, más locos aparecen con metralletas derramando la sangre de otros clanes. Quizás sea solo el síntoma de la enfermedad del cuerpo social. Pensar en Hobbes, en estos tiempos, parece a veces una buena idea, en tanto que la guerra de todos contra todos es una imagen en los medios de comunicación todos los días.

      Yo quisiera que me chuparan la sangre.

      Volver a sentir cómo mi cuerpo se hincha

      y explota.

      El sexo sin sangre no es tan erótico,

      es lo mismo que el sexo sin violencia.

      El desborde tiene que ver con ver sangre

      fuera de los cuerpos,

      con destazarlos para ver cómo están construidos.

      Dejemos de evitar el horror

      quizás así se haga menor.

      Siempre que se piensa en la perversión

      se debe pensar en la represión de la misma.

      Si todos nos sacáramos un poco de sangre

      tal vez habría menos muertos.

      Si todos tuviéramos más sexo

      quizás esos hombres dejarían de querer mirar

      debajo de todas esas faldas

      o dejarían de echar cuerpos de mujeres muertas

      sobre las carreteras.

      Pensar en los dioses antiguos y su violenta

      represalia contra los humanos.

      Los aztecas sacaban corazones

      para fertilizar las tierras y cumplir promesas,

      pero estos hombres no lo hacen por un rito

      porque lo pagano es el sexo

      la violencia inconsciente es locura

      están enfermos.

      Deformes

      inhumanos

      se dice

      no humanos

      monstruos

      les llaman.

      Quizás también a ellos

      les deberían sacar un poco de sangre

      que se la bebieran en rito pagano

      para liberar a su espíritu encapsulado

      cansado, desgastado e insalubre.

      Un rito donde todos esos hombres y mujeres

      pudieran expiar sus culpas

      chupándose la sangre de las costras.

      Como cuando eran niños.

      Una solución poética.

      Una imagen imposible.

      ¿Es esto una enfermedad?

      ¿Podríamos decir que el cuerpo social está enfermo?

      ¿Existe algo así como una enfermedad social?

      ¿La locura es enfermedad?

      ¿La salud es entonces la sanidad?

      ¿Como los humanos del primer mundo con su consumo exacerbado?

      ¿Es posible un estado de salud cuando siempre tenemos bacterias que nos fortifican?

      ¿Es necesario erradicar la enfermedad?

      ¿Se puede vivir en un mundo aséptico?

      ¿Se quiere vivir en un mundo saludable?

      ¿Se puede vivir en salud sin vivir la represión de la perversión?

      ¿Qué es la salud?

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      Cuando yo era chica me chupaba la sangre, /

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      me rompía las costras y me las chupaba. La costra volvía a salir y de nuevo la volvía a arrancar. También me gustaba quitarme los pellejos de las manos y chupar la sangre de la carne viva que quedaba. Lo mismo hacía con los pies, porque era muy flexible y llegaba a morderme las uñas y los dedos de los pies, que a veces dejaba en carne viva. La sensación de dolor me hacía sentir más viva. Aunque al mismo tiempo me provocaba culpa. Esa sensación de no poder parar, de tener un vicio, de no saciarlo más que a través del dolor, hacía que mis hermanos me miraran de forma extraña СКАЧАТЬ