Colección integral de Miguel de Cervantes. Miguel de Cervantes
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Название: Colección integral de Miguel de Cervantes

Автор: Miguel de Cervantes

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

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isbn: 4064066443474

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СКАЧАТЬ decir lo que quisiese.

      »—Aunque la conociera —respondió Lotario—, no encubriera yo nada, porque cuando algún amante loa a su dama de hermosa y la nota de cruel, ningún oprobio hace a su buen crédito. Pero, sea lo que fuere, lo que sé decir, que ayer hice un soneto a la ingratitud desta Clori, que dice así:

      Soneto

      En el silencio de la noche, cuando

      ocupa el dulce sueño a los mortales,

      la pobre cuenta de mis ricos males

      estoy al cielo y a mi Clori dando.

      Y, al tiempo cuando el sol se va mostrando

      por las rosadas puertas orientales,

      con suspiros y acentos desiguales,

      voy la antigua querella renovando.

      Y cuando el sol, de su estrellado asiento,

      derechos rayos a la tierra envía,

      el llanto crece y doblo los gemidos.

      Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento,

      y siempre hallo, en mi mortal porfía,

      al cielo, sordo; a Clori, sin oídos.

      »Bien le pareció el soneto a Camila, pero mejor a Anselmo, pues le alabó, y dijo que era demasiadamente cruel la dama que a tan claras verdades no correspondía. A lo que dijo Camila:

      »—Luego, ¿todo aquello que los poetas enamorados dicen es verdad?

      »—En cuanto poetas, no la dicen —respondió Lotario—; mas, en cuanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos.

      »—No hay duda deso —replicó Anselmo, todo por apoyar y acreditar los pensamientos de Lotario con Camila, tan descuidada del artificio de Anselmo como ya enamorada de Lotario.

      »Y así, con el gusto que de sus cosas tenía, y más, teniendo por entendido que sus deseos y escritos a ella se encaminaban, y que ella era la verdadera Clori, le rogó que si otro soneto o otros versos sabía, los dijese:

      »—Sí sé —respondió Lotario—, pero no creo que es tan bueno como el primero, o, por mejor decir, menos malo. Y podréislo bien juzgar, pues es éste:

      Soneto

      Yo sé que muero; y si no soy creído,

      es más cierto el morir, como es más cierto

      verme a tus pies, ¡oh bella ingrata!, muerto,

      antes que de adorarte arrepentido.

      Podré yo verme en la región de olvido,

      de vida y gloria y de favor desierto,

      y allí verse podrá en mi pecho abierto

      cómo tu hermoso rostro está esculpido.

      Que esta reliquia guardo para el duro

      trance que me amenaza mi porfía,

      que en tu mismo rigor se fortalece.

      ¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro,

      por mar no usado y peligrosa vía,

      adonde norte o puerto no se ofrece!

      »También alabó este segundo soneto Anselmo, como había hecho el primero, y desta manera iba añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su deshonra, pues cuando más Lotario le deshonraba, entonces le decía que estaba más honrado; y, con esto, todos los escalones que Camila bajaba hacia el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su marido, hacia la cumbre de la virtud y de su buena fama.

      »Sucedió en esto que, hallándose una vez, entre otras, sola Camila con su doncella, le dijo:

      »—Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que con el tiempo comprara Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad. Temo que ha de estimar mi presteza o ligereza, sin que eche de ver la fuerza que él me hizo para no poder resistirle.

      »—No te dé pena eso, señora mía —respondió Leonela—, que no está la monta, ni es causa para menguar la estimación, darse lo que se da presto, si, en efecto, lo que se da es bueno, y ello por sí digno de estimarse. Y aun suele decirse que el que luego da, da dos veces.

      »—También se suele decir —dijo Camila— que lo que cuesta poco se estima en menos.

      »—No corre por ti esa razón —respondió Leonela—, porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda, con éste corre y con aquél va despacio, a unos entibia y a otros abrasa, a unos hiere y a otros mata, en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos y en aquel mesmo punto la acaba y concluye, por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista. Y, siendo así, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase imperfecta la obra. Porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión: de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne y de sangre moza. Cuanto más, señora Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes cuán digno era Lotario de ser amado. Pues si esto es así, no te asalten la imaginación esos escrupulosos y melindrosos pensamientos, sino asegúrate que Lotario te estima como tú le estimas a él, y vive con contento y satisfacción de que, ya que caíste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no sólo tiene las cuatro eses que dicen que han de tener los buenos enamorados, sino todo un ABC entero: si no, escúchame y verás como te le digo de coro. Él es, según yo veo y a mí me parece,

      Agradecido,

      Bueno, Caballero, Dadivoso,

      Enamorado, Firme,

      Gallardo, Honrado, Ilustre, Leal,

      Mozo, Noble, Onesto,

      Principal, Quantioso, Rico,

      y las SS que dicen; y luego,

      Tácito, Verdadero.

      La X

      no le cuadra, porque es letra áspera;

      la Y ya está dicha;

      la Z,

      Zelador

      de СКАЧАТЬ