Название: Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano
Автор: Gonzalo Restrepo Sánchez
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9789587462050
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Fue en el Teatro Mainero donde se estrenó con lleno completo para ver: Edison en su Laboratorio, Desfile de un Batallón, Saltos de Bañistas en una Piscina y otros documentarios por el estilo. Recuerdo que el mago de Menlo Park me dio dolor de cabeza (p. 50).
A la base de esta reminiscencia, Ballestas estaba hablando de Thomas Alba Edison, quien en 1876, creó una fábrica de inventos, en Menlo Park, New Jersey, que más tarde le valdría el remoquete de el mago de Menlo Park. Allí nacieron muchas de las invenciones para el siglo XX: el primer micrófono, el fonógrafo y la primera lámpara eléctrica, entre muchos otros.
El teatro se llamó Mainero por ser de propiedad del comerciante y filántropo italiano, Juan Bautista Mainero y Trucco, quien lo había adquirido de su anterior propietario, Manuel González Brieva.
En el año de 1934, y siguiendo cronológicamente la filmografía de los Acevedo —todas sus películas pertenecen a la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano—, ruedan el Noticiero Nacional No. 30, presentando la visita del presidente Franklin Delano Roosevelt a la ciudad de Cartagena de Indias. Aunque no hay seguimiento total del encuentro entre el mandatario Rooselvet y el presidente colombiano Enrique Olaya Herrera, existen muchas imágenes mudas en archivo. Sin olvidar la experiencia del chocoano Belisario Díaz, el Noticiero Nacional No. 30, podría ser lo segundo que filmaron los cineastas colombianos en Cartagena de Indias. Como dato curioso demostrable, de todo lo que se ha filmado en Cartagena de Indias, en documentales y ficción, el ochenta o noventa por ciento corresponde a cineastas extranjeros y del interior del país. Con esto, quizás observa el estereotipo que marca al caribeño: alegre, parrandero, mamador de gallo, lúdico, simpático, que no accede a cultivar la inteligencia, el conocimiento y la investigación. Un estereotipo que nace del interior del país.
Algunas ideas sobre el tópico del hombre del Caribe colombiano: la imagen del hombre en la hamaca, desprevenido, despreocupado y en plan de meditación, está más cerca de la figura del maestro Echandía que de la del empresario Julio Mario Santodomingo (...) Es cierto que el tiempo transcurre más apaciblemente en la Costa. Se vive mejor y más intensamente porque se vive más lento. Andar acelerado no equivale, en manera alguna, a ser más eficiente; ni siquiera a producir mejor. Parece que muchos Bancos, en el oriente, están buscando como gerentes a filósofos y no a apresurados economistas. Pero la siesta —la dulce siesta— no es exclusiva de la Costa. Por lo menos en el Tolima y en el Huila, la tenemos como una institución, y además somos lentos al hablar (Gómez, 2002).
Existen otros estereotipos, desde luego, como el que los habitantes del Caribe son abiertos, claros y francos y los del interior son taimados, astutos, ladinos y calculadores. Ni todos los habitantes del interior son falsos en la expresión de sus sentimientos, ni todos los costeños son perezosos. Hay de todo un poco, en las regiones de Colombia. Entonces, como propone, a propósito del caribeño, Bell (1999):
Por qué insistir en ese falso, lastimoso y finalmente indignante estereotipo sobre la costeñidad (...) Contrario a lo que se piensa, el atraso regional, a pesar de las profundas diferencias en recurso humano, no es producido por sus gentes. La Academia y los centros de investigación deben seguir buscando las causas estructurales del subdesarrollo, la pobreza y la estrechez económica (p. 5).
En espera de que surja el debate, volvamos a la revisión historiográfica del cine en el Caribe. Al revisar la década de los años veinte, destaca el filme documental: Barranquilla Moderno (Francesco y Vincenzo Di Doménico, 1925), que se exhibe un 18 de septiembre. La empresa S.I.C.L.A., creada por los hermanos italianos, rodaría sin prisa los trabajos en Las Flores —un antiguo corregimiento, hoy un barrio de Barranquilla— para la apertura de Bocas de Ceniza y otros semblantes de la vida local. Al mismo tiempo que la familia Acevedo filma para su noticiero: Carnavales estudiantiles en Bogotá, Olimpiadas de Cali, actos sociales, etc., el cine de los Estados Unidos produce sus últimas obras maestras anteriores al advenimiento del sonido: Moana (Frances H. Flaherty, Robert J. Flaherty, 1926) y Alas (Wings, William A. Wellman, 1927). Otras películas producidas en 1926 son: El pirata negro (Albert Parker, 1926) y Mare mostrum (Rex Ingram, 1926). La llegada del cine sonoro supuso el inicio de la industria de Hollywood como hegemonía mundial.
Para el mes de abril de 1926, de acuerdo con Restrepo (1980):
Los hermanos Warner obtienen la patente Vitáfono e inician la sonorización musical de una película muda en rodaje con Don Juan (Alan Crosland, 1926) y actuada por el actor John Barrymore, con acompañamiento musical de la Ópera de Mozart —grabación en disco—. Esto no convenció a nadie, pero estimuló a un nuevo ensayo: El cantor del jazz (The Jazz Singer, Alan Crosland, 1927). El filme está basado en una obra de teatro homónima, de mucho éxito en Broadway por aquellos años. A finales del año de 1926, tres métodos permiten la realización de los primeros filmes sonoros: dos procedimientos norteamericanos con registro sobre discos (el Vitáfono y sobre película el Movietone) y un procedimiento alemán con registro sobre película Tobis. De todas formas, la primera película enteramente hablaba se produce en los Estados Unidos: Las luces de Nueva York (The light of New York, Bryan Foy, 1928, p. 48).
Es imprescindible recordar como un aspecto trascendental de la cinematografía universal que el ruso Eisenstein dirige, en la década de los años veinte, dos películas vitales para la historia del cine: El Acorazado Potenkin (Bronenosets Potyomkin, Sergei Eisenstein, 1925), por un lado —cinta de culto y objeto de estudio por parte de estudiantes de cine— y Octubre (Oktyabr, Sergei Eisenstein, Grigori Aleksandrov, 1927), rodada en la ciudad de Leningrado —capital que cambió de nombre muchas veces—, donde el cineasta había vivido los primeros ocho meses de la revolución.
El año de 1928 —época de la huelga de trabajadores en la región bananera del Departamento del Magdalena, que termina con la masacre de Ciénaga— también sería una fecha importante para la literatura universal, el 6 de marzo nace Gabriel José García Márquez en Aracataca, quien, en el devenir de la vida, sería: periodista, crítico de cine, guionista y también productor (Producciones Amaranta). Y es que Aracataca ha dado muchos cataqueros universales. Rafael Darío Jiménez, en su libro Hijos ilustres de Aracataca (1994), instruye sobre el fotógrafo Leo Matiz —de quien hay un documental rodado en el 2013—, Mario Críales, Eduardo Márceles Daconte y otros de carácter regional.
Cinematógrafo Lumière (1895). Según el historiador de cine George Sadoul: Louis Lumière rodó más de 1420 películas (imágenes de dominio público. Ley No. 23 de 1982).
Una fecha importante para Colombia fue el 8 de diciembre de 1929. La radio colombiana nace en Barranquilla con la emisora fundada por Elías Pellet Buitrago: La Voz de Barranquilla. Después se fundó La Voz de Bogotá, por Gustavo Uribe; luego Radio Boyacá, en Tunja y La Voz de los laboratorios Fuentes, en Cartagena —llamada después Emisora Fuentes—. La investigadora musical Ofelia Peláez sostiene que en Medellín: La Voz de Antioquia, Radio Libertad y la Voz de Medellín tenían programas en los que se presentaban, no solo los principales artistas llegados del exterior, sino los primeros colombianos en interpretar boleros —Manuel Astudillo, Maruja Yepes y Hernando Muñoz, los más destacados.
La costa Atlántica, con una extensión de 132.288 Km2, representa el 11.6% de territorio nacional, con ocho departamentos.
Desde el año de 1907, en Ciénaga (Magdalena), ya se hablaba de cine. Foto: Gonzalo Restrepo Sánchez.