Название: Una hoja de ruta
Автор: Miguel Ángel Garrido Gallardo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Pensamiento Actual
isbn: 9788432153907
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He comentado muchas veces que esta cultura contemporánea, que algunos relacionan con razón con el mayo francés de 1968 y con otros acontecimientos del siglo XX, tiene su origen remoto en el nominalismo, filosofía propuesta por el fraile franciscano Guillermo de Occam (1280-1349), que, sin darse cuenta de todas sus implicaciones, inició lo que hoy llamaríamos el proceso de la modernidad, el giro lingüístico. Viene a decir que no hay compromiso entre los nombres y las cosas, el lenguaje y la realidad, lo cual, tomado a pecho, se llama relativismo: no podemos estar seguros de nada. ¿Conocemos la realidad o nos engañamos?
Hay un libro, Metafísica de la opción intelectual de Carlos Cardona, que sigue el itinerario de la modernidad a partir de Descartes. Examina los antecedentes y la marcha de lo que Paul Ricoeur llamó la “filosofía de la sospecha” y vemos que la pregunta de Occam está presente también, en último término, en el Discurso del Método (1637) de Descartes (1546-1650), en la Crítica de la razón pura (1787) de Kant (1724-1804), en la obra de Hegel (1770-1831) y en Nietzsche (1844-1900).
Es precisamente Nietzsche quien nos muestra cómo ha sido posible que cristalicen, siglos después, las consecuencias filosóficamente ateas, la pérdida de un centro, de una línea que viene de tanto tiempo atrás. En su libro La gaya ciencia (1882) ofrece este texto vibrante:
¿No habéis oído hablar de aquel loco que, en una mañana luminosa, encendió la linterna, corrió al mercado y gritaba incesantemente: «¡Yo busco a Dios, busco a Dios!»! Como allí había muchos que no creían en Dios, suscitó una gran carcajada. «¿Es que se ha perdido?», decía uno. «¿Se ha escapado como un niño —decía otro—, o es que se ha escondido?». «¿Nos tiene miedo?, ¿se ha embarcado?, ¿ha emigrado?», se gritaban divertidos unos a otros.
El hombre loco irrumpió entre ellos, y los traspasó con la mirada:
—¿Dónde ha ido Dios? —gritó—, os lo diré yo: ¡Lo hemos matado!, vosotros y yo ¡Todos nosotros somos sus asesinos! Pero ¿cómo hemos hecho eso? ¿Cómo hemos podido trasegarnos el mar? ¿Quién nos ha dado una esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hemos hecho, al desligar la tierra de su sol? ¿Hacia dónde se mueve la tierra ahora? ¿En qué dirección nos movemos nosotros? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos precipitamos continuamente? ¿Hacia atrás, a los lados, adelante, por todas partes? ¿Es que hay aún un arriba y un abajo? ¿No vamos errantes por una nada infinita? ¿No alienta sobre nosotros el espacio vacío para aspirarnos? ¿No hace ahora más frío? ¿No anochece continuamente y cada vez es más de noche? ¿No hay ya que encender las linternas por la mañana? ¿No nos llega nada del hedor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se corrompen! ¡Dios ha muerto! ¡Dios está muerto! ¡Y lo hemos matado nosotros! ¿Cómo nos consolaremos nosotros, los más asesinos entre todos los asesinos? La cosa más santa y más poderosa que hasta ahora había tenido el mundo se ha desangrado, degollada por nuestros cuchillos. ¿Con qué nos lavaremos para purificarnos de esta sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos de expiación, qué fiestas sagradas deberemos inventar? ¿No es demasiado grande para nosotros la grandeza de este acto? ¿No habremos de convertirnos nosotros mismos en dioses, solo para mostrarnos dignos de ellos? No se realizó jamás una acción mayor; y todo el que nazca después de nosotros pertenecerá ya, gracias a esta acción, a una historia superior a todas las que han existido hasta ahora.
Al llegar a este punto, el hombre loco calló, y de nuevo miró a la cara a sus oyentes. También ellos callaban y lo miraban sorprendidos. Al fin estrelló en el suelo la linterna, que se hizo añicos, apagándose.
Y concluye:
—Yo llego demasiado pronto —dijo entonces— : este no es aún mi tiempo. Este acontecimiento monstruoso está aún en camino y en marcha, aún no ha llegado a los oídos de los hombres. También el relámpago y el trueno necesitan tiempo, la luz de las estrellas tiene necesidad de tiempo, las acciones precisan tiempo, aun después de haber sido hechas, para ser vistas y oídas. Esta acción está para los hombres todavía más lejos que las estrellas más lejanas, ¡y, sin embargo, han sido ellos mismos los que la han llevado a cabo! (n.º 125).
AYER Y HOY
Pues bien, ha llegado el tiempo, la Posmodernidad manifiesta hoy las últimas consecuencias del Nominalismo. Veamos.
Podríamos decir que a lo largo del siglo XX los patrones culturales básicos se pueden ilustrar con la biografía de algunos de nuestros intelectuales más conocidos. Por ejemplo, en el caso de Umberto Eco, a los veinte años era un católico progresista, a los cuarenta años era un declarado marxista, a los cincuenta años era un posmoderno. Esto que se da en la biografía de este intelectual es, mutatis mutandis, la biografía intelectual de muchos intelectuales del último siglo y del comienzo de este siglo XXI, el orden de relatos que se han sucedido en nuestro tiempo.
Para ilustrar estos relatos acudo siempre al esquema simplificado que señaló en 1966 el semiólogo A. J. Greimas como el mecanismo del lenguaje humano que vale para explicitar todo relato, sea real o ficticio, bueno o malo, vulgar o literario. Tomemos como ejemplo ilustrativo un cuento popular bien conocido por todos.
Caperucita Roja
Sujeto | Caperucita |
Remitente | La madre |
Objeto | La entrega de la cestita |
Destinatario | La abuelita |
Ayudante | Los leñadores |
Oponente | El lobo feroz |
El sujeto Caperucita tiene como remitente a la madre que le da por objetivo la entrega de la cestita a la abuela, que es la destinataria de la acción. Los otros dos elementos básicos (actantes, los llama Greimas) que componen el relato son el elemento ayuda, concretado en los avisos de prudencia de los leñadores y el elemento oponente, que es el lobo feroz.
Relato cristiano
Sujeto | El ser humano |
Remitente | Dios |
Objeto | La salvación |
Destinatario | La persona |
Ayudante | La gracia |
Oponente | Mundo, demonio, carne |
El relato cristiano podemos extraerlo de cualquier catecismo tradicional: el ser humano está llamado por Dios a la salvación, con el auxilio de la gracia, y tiene como oponente eso que el catecismo llama el mundo, el demonio y la carne, o si se quiere ser más teológico, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, según manifiesta san Juan Evangelista. Así ve las cosas el cristiano, la civilización cristiana. Llamo la atención sobre que el destinatario es la persona —no el individuo, no la colectividad—, ser humano, que por ser imagen de Dios es absolutamente digno e inviolable.
Relato marxista
Sujeto | El ser humano |
Remitente | Historia |
Objeto | Sociedad sin clases |
Destinatario | Humanidad |
Ayudante | La lucha de clases |
Oponente | Clase burguesa |
En un momento dado, como mentalidad dominante, se empieza a sustituir el relato cristiano por un relato materialista. Dios, como remitente, se sustituye por la Historia que orienta la colectividad según un sentido que terminará —como decía Lenin— viviendo el reino de la libertad en el reino de la necesidad. Como destinatario, la persona ha sido sustituida por la Humanidad en abstracto, lo cual quiere decir que si una persona —por lo que sea— va en contra del sentido de la Historia, es eliminable, porque lo que importa no son los seres humanos singulares, sino esa marcha de la historia que está llamada a un triunfo definitivo, aunque ahora no se vea.
Relato posmoderno
Sujeto | El ser humano |
Remitente | (Entre paréntesis: Agnosticismo) |
Objeto | ¿? (Indeterminado) |
Destinatario | El
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