Название: Así se murió en Chile
Автор: Liborio Justo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: El hombre es tierra que anda
isbn: 9789874490612
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Como señala el autor, la agudización de la lucha de clases concluyó en la determinación del presidente Allende de dar concesiones, y negociar con los sectores que exigían una rectificación de su Programa. Así, optó por conciliar con la oposición y por incorporar las Fuerzas Armadas al gobierno. Todas las fuerzas políticas de la Unidad Popular rodearon al presidente y justificaron la formación de un gabinete cívico-militar para solucionar el paro de camioneros de octubre de 1972, aunque esta solución se presentaba como transitoria hasta las elecciones parlamentarias que debían realizarse en marzo de 1973.
De este modo, sostiene el autor, el combate político pasaba del “terreno insurreccional” a librarse en el terreno institucional y electoral. Así, el general Carlos Prats se incorpora como Ministro del Interior, el contralmirante Ismael Huerta como Ministro de Obras Públicas y Transportes, y el general de Brigada Claudio Sepúlveda (Aviación) como Ministro de Minería.
Por otro lado, el gabinete con militares despertó críticas fundadas de diversos sectores como por ejemplo del MIR. Los militares actuaban como garantía para las patronales de las industrias ocupadas durante el lockout, intervenidas por el Estado para exigir su devolución.
En consecuencia, como demuestra Liborio Justo, el poder obrero entra en conflicto abierto con el gabinete cívico-militar del presidente Allende, ya que los obreros solicitaban la incorporación de las empresas ocupadas en todos los Cordones Industriales, al Área Social de la economía.4
En las elecciones de marzo de 1973, donde se renovaba la Cámara de Diputados y la mitad del Senado, la oposición contaba con “derrotar” a Allende y no “derrocarlo”. Pero el resultado fue relativamente favorable a la coalición oficial de la UP que sorprendió obteniendo el 43,9%, un porcentaje superior al de 1970. Sin embargo, la Democracia Cristiana con un 29% de los votos se convirtió en el partido opositor más importante en el Parlamento y se negó sistemáticamente a integrar el gabinete de Allende.
Los militares dejaron sus cargos ministeriales y se elevó la lucha ideológica, el nuevo Parlamento aprobó la Ley de Control de Armas (proyecto de la Democracia Cristiana) dirigida a desarmar a grupos civiles pero que apuntó fundamentalmente a debilitar y disminuir el Área de Propiedad Social de la economía. Así, la Ley instrumentó requisas violentas en los Cordones Industriales, poblados y locales de izquierda. El control de armas habilitó los allanamientos de fábricas y la represión a los que realizaran tomas, también de locales, calles o tierras.
El 29 de junio de 1973 las Fuerzas Armadas, dispuestas a derrocar al “gobierno marxista de Chile”, desencadenaron el Tancazo, un intento fallido de golpe militar: movilizaron los tanques del Regimiento blindado Nº 2 y avanzaron por las calles de Santiago hacia el Palacio de la Moneda. Sin embargo, la respuesta popular fue contundente: la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) llama a ocupar todos los lugares de trabajo, más de 500 fábricas. El general Prats dirigió la represión al Tancazo, logró desarmar a los sediciosos y detuvo al jefe del levantamiento.
Pero los acontecimientos de junio, sostiene el autor, desencadenaron “la guerra civil” abierta, el enfrentamiento y lucha armada de una clase contra otra. Los Cordones Industriales organizaron brigadas, prepararon explosivos, hubo grandes movilizaciones populares, se confiscaron radios y otros medios. El movimiento estudiantil organizado en escuadras, decidió abandonar las facultades y colegios situados en la ciudad y dirigirse todos juntos (secundarios, universitarios y profesores) hacia los Cordones Industriales y poblaciones populares de los cerros.
Liborio Justo documenta extraordinariamente los últimos meses de Allende hasta el golpe militar de septiembre de 1973 y postula la hipótesis de la “guerra civil” que cierra el libro. En este período, los propietarios de camiones volvieron a declarar la huelga general. Las Fuerzas Armadas, en abierta beligerancia, realizaron la requisa de armas y brutales allanamientos, como el de carabineros en la TV de la Universidad de Chile, en el local de la CUT, fábricas estatizadas, operaciones contra los Cordones Industriales, todos operativos castrenses que se realizaban bajo la aparente legalidad de la Ley de Control de Armas. Eduardo Frei denunció en el Senado que los Cordones “se estaban armando” y el diario El Mercurio afirmó: “cuentan con arsenales”. Mientras el presidente Allende se pronunciaba contra “la guerra civil” y volvía a incorporar militares a su gabinete.
En su crónica de los hechos, Liborio Justo fue incorporando distintas voces, declaraciones de las fuerzas políticas y partidarias, publicaciones de izquierda,5 los testimonios de obreros partícipes de los Cordones Industriales,6 periódicos y corresponsales extranjeros para dar cuenta de la agonía de “la vía socialista” y del gobierno popular de Salvador Allende.
Es importante destacar que en el momento de esta interpretación de los acontecimientos (redactados en 1975) aún no se conocían el Plan Cóndor, ni la metodología represiva que fue antesala de las dictaduras del cono sur, con sus técnicas de la “guerra sucia”, el papel de la CIA y de la DINA, los métodos de la lucha antisubversiva y de “acción psicológica”7 contra una población desarmada, que por lo tanto no podía asumir el nivel de enfrentamiento que el autor postula como “guerra civil”.
Como intento de explicación y, tal vez subestimando la relación de fuerzas, Liborio Justo postula a los Cordones Industriales como verdaderos órganos de “poder obrero”, de ahí sus conclusiones para entender la tragedia chilena. El gobierno de la Unidad Popular desarmó a los Cordones y propició la devolución de las industrias ocupadas durante el “Tancazo”.8 Así su lectura crítica es coherente: apunta a las propias contradicciones de la coalición oficial que en su póstumo intento de construir “poder popular” ya había socavado la única posibilidad de sostener al gobierno de Salvador Allende, que “pagaría con su vida la lealtad del pueblo”.9
1 Escrito en 1975 a raíz de una carta que recibió de un profesor de la Universidad de Chile pocos días después del golpe militar.
2 Justo, L. Bolivia, la revolución derrotada, Buenos Aires: Razón y Revolución, 2007. (La primera edición es de 1967).
3 Liborio Justo analiza estos Cordones Industriales en el capítulo 5, como órganos nuevos de poder obrero, resultado de la ocupación de fábricas. Reunían representantes gremiales de un mismo sector geográfico y funcionaron al margen de la organización sindical, aunque ésta aspiraba a convertirlos en organismos de base de la CUT, para la defensa colectiva de empresas y de sus territorios. El primer Cordón fue el de Cerrillos, que coordinaba las luchas de todas las fábricas incautadas o intervenidas por el Gobierno.
4 El programa de la UP anunciaba que 245 era el número de empresas que debían expropiarse para constituir el área social, que ahora sería reducida a 49. Esto representaba una concesión a la gran burguesía industrial chilena.
5 Por ejemplo, citas de reportajes y notas de “Chile hoy”, cuyo Comité editor integraban Marta Harnecker, junto a Theotonio dos Santos, Pío García, Ruy Mauro Marini, y del periódico Marcha de Montevideo.
6 Liborio Justo destaca el papel que hubieran podido jugar los Cordones Industriales al final, en el capítulo 7, en la antesala del golpe, sino hubieran sido subordinados a la política allendista de devolución de fábricas.
7 Es decir, la llamada “Doctrina francesa” y la doctrina de Seguridad Nacional, los archivos hallados en 1992 Paraguay de la Operación Cóndor. Ver: Robin, СКАЧАТЬ