Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo. Tessa Radley
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo - Tessa Radley страница 6

Название: Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo

Автор: Tessa Radley

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413489353

isbn:

СКАЧАТЬ vayas a ver a una asistenta social –dijo el doctor Shortt, dándole una tarjeta de visita–. Si te sirve de consuelo, querida, después de tantos años de médico, aún considero un milagro la concepción de un bebé.

      Amy se guardó la tarjeta en el bolsillo, sin poder salir aún de su asombro. ¿Cómo iba a dar a Kay y a Phillip Saxon la noticia de que ella, la novia perfecta que nunca había dado un paso en falso, estaba a punto de darles su primer nieto? Un hijo ilegítimo, fuera del matrimonio.

      Heath estaba dando vueltas por el vestíbulo cuando Amy y el doctor Shortt salieron del cuarto de invitados. Se detuvo en seco al ver la palidez de Amy.

      –¿Qué ocurre?

      –Amy te lo dirá –replicó el médico muy sereno.

      –¿Qué pasa? –preguntó Heath con cara de preocupación al ver que ella desviaba la mirada, y luego añadió, viendo que Shortt bajaba las escaleras con intención de marcharse sin esperar al té que le había prometido–: Gracias por venir, doctor.

      –Vamos al cuarto de estar. Josie ha preparado el té. Tomaremos una taza y me lo contarás todo.

      Bajaron las escaleras y entraron en el cuarto de estar. Ella se sentó en un sillón y Heath le sirvió una taza de té.

      –El doctor Shortt no parecía muy preocupado.

      –No, él lo considera un milagro.

      –¿De qué milagro estás hablando, Amy?

      –Estoy embarazada, Heath.

      Por un instante, el rostro de Heath pareció iluminarse por un rayo de alegría y esperanza.

      –¿Embarazada? ¿Estás segura?

      –Sí. De tres meses. Ese es el milagro. Un milagro no deseado.

      ¡Embarazada! ¡Y de tres meses!, se dijo él para sí, emocionado. Pero luego recapacitó.

      –¿Piensas abortar? ¿No quieres tener el bebé de Roland?

      Amy abrió los ojos como platos.

      –¿Cómo te atreves a pensar una cosa así de mí?

      Heath recordó demasiado tarde que Amy tenía una visión muy clásica y romántica de la familia. Nada de bebés fuera del matrimonio. Ella deseaba una boda con vestido blanco, damas de honor y anillos sobre cojines de terciopelo. La idea de un aborto no podía caber en su mente.

      –Lo siento. ¿Te has enfadado conmigo?

      –Sí. No. No lo sé –dijo ella, bajando la cabeza entre sollozos.

      Heath se acercó al sillón y se arrodilló a su lado.

      –No –exclamó ella, tapándose la cara con las manos–. Aléjate de mí.

      –¿Puedo saber por qué estás enojada conmigo?

      Ella retiró las manos y frunció los labios, mirándolo fijamente.

      Heath contempló aquella boca, aquel capullo de rosa que había sido objeto de su fantasías más secretas.

      –No quiero hablar de ello –dijo ella, cruzando los brazos y haciéndose un ovillo como si quisiera desaparecer de su vista.

      –Amy, tenemos que hablar. No podemos dejar que esto…

      –Déjame –respondió ella, poniéndose de pie–. Quiero volver de nuevo a mi trabajo en Saxon´s Folly.

      –No lo permitiré.

      –Tú no puedes…

      –Por supuesto que puedo –dijo él con los dientes apretados.

      –¿Piensas acaso retenerme por la fuerza? –exclamó ella con las mejillas encendidas.

      –¡Por el amor de Dios, Amy! Sabes que nunca haría una cosa así. Solo quería decir que no puedo llevarte al trabajo en el estado en que estás… hasta que no te hayas recuperado.

      –Está bien. Volveré andando entonces.

      –¡Ni se te ocurra! No me importa si te enfadas conmigo, pero no voy a consentir que vuelvas hoy al trabajo. Debes descansar. Tómate el té mientras voy a decirle a Josie que prepare la habitación de invitados para ti. Me quedaré contigo esta noche.

      –¡Eso es absurdo! –dijo ella, dirigiéndose muy decidida hacia la puerta–. Me voy a trabajar. Estoy embarazada, no enferma.

      Heath la agarró del brazo cuando tenía ya la mano en el picaporte y se puso a forcejar con ella.

      –Así que te crees ahora una experta, ¿no? ¿Qué sabes tú de embarazos?

      Ella volvió la cabeza y él se encontró con sus ojos ámbar mirándolo como un animal desesperado apresado en una trampa. Su expresión de vulnerabilidad le llegó al alma.

      –No te preocupes por mí. Este es mi problema, no el tuyo. Seguiré las indicaciones del doctor Shortt. Me haré un escáner y un estudio prenatal. Tomaré vitaminas y aprenderé todo lo que necesite saber… Déjame, Heath. Ya se me han pasado los mareos.

      Ella tenía razón, se dijo él. No era problema suyo que estuviera embarazada de su hermano. No tenía por qué entrometerse en su vida.

      Se echó a un lado, dejándole la puerta franca.

      –Me alegra oír que vas a ser sensata.

      –Y a mí me alegra que hayas comprendido que no pienso quedarme aquí de ninguna de las maneras. Si no quieres llevarme al trabajo, llévame a casa entonces.

      –Esta ha sido tu casa durante muchos años. ¿Por qué no…?

      –No. Para mí, esta ya no es mi casa.

      Ella había nacido y se había criado allí, pero Chosen Valley pertenecía ahora a Heath. Él había reformado todas las habitaciones. Todo estaba distinto. Cambiado. Aunque parecía seguir conservando su clima cálido y cogedor. El viejo caballito de madera con el que había jugado de niña aún seguía allí en un rincón de la habitación. Se imaginó por un instante a su hijo balanceándose en él. Se tocó el vientre y sintió un amarga sensación.

      –Amy…

      Ella fijó la mirada de nuevo en Heath.

      –No quiero que le digas a nadie que estoy embarazada.

      –¿Por qué demonios…?

      –No digas palabrotas. A tu madre no le gustaría –dijo ella, dándose cuenta en seguida de lo ridículo que sonaban sus palabras–. Aún no estoy preparada para afrontar esta situación –añadió.

      –Amy, esto no es tan malo. Como te dijo el doctor Shortt, realmente es un milagro.

      –No, es algo terrible. Es lo último que hubiera deseado. Prométeme no decírselo a nadie.

      –Mis СКАЧАТЬ