Название: E-Pack HQN Jill Shalvis 2
Автор: Jill Shalvis
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756523
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–Exacto. Ya lo vas entendiendo.
Él no sabía mucho del pasado de Molly, salvo que le había ocurrido algo malo hacía mucho tiempo y que todavía tenía cierta cojera a causa de lo sucedido. Joe nunca hablaba de la difícil infancia que habían tenido su hermana y él, pero a los dos les costaba mucho confiar en los demás. Cabeceó y miró a Archer con un gesto de contrariedad.
–Esto es mucho peor que una vigilancia.
–¿Es peor que la muerte? –preguntó Archer.
Mierda.
Lucas bajó de nuevo las escaleras para darse una ducha y cambiarse de ropa. Necesitaba tener la cabeza clara cuando se encontrara con Molly, además de llevar preparada una buena historia, porque no podía decirle la verdad. Y eso iba a ser difícil, porque Molly era muy lista, demasiado lista.
Entró en su habitación, encendió la luz y se quedó helado.
La morena todavía estaba en su cama.
La luz la despertó. Dio un jadeo y se incorporó de golpe, sujetando la sábana con las dos manos por debajo de su barbilla. Tenía el pelo revuelto alrededor de la cara.
Y no era una cara desconocida.
Era la cara de Molly.
Molly era quien estaba en su cama. Lo primero que pensó Lucas fue: «Oh, mierda». Lo segundo, que, después de todo, sí iba a morir aquel día. Lenta y dolorosamente.
Capítulo 2
#NoSabenQueSabemosQueLoSaben
Molly Malone no tenía mucha experiencia a la hora de afrontar la mañana siguiente. No le gustaba demasiado salir. En realidad, lo que más le apetecía después de trabajar era ponerse ropa cómoda y relajarse, no tener que arreglarse y salir con cualquier tipo que pensara que a la tercera cita ya tenía que pasar por la cama.
La noche anterior había sido diferente por varios motivos. Uno de aquellos motivos estaba a los pies de la cama. Tenía el pelo revuelto y un gesto hosco, y las manos, en las caderas. Llevaba unos pantalones de estilo militar muy arrugados, y la misma camiseta negra de la noche anterior, una camiseta que marcaba sus músculos y que podía hacerle la boca agua a cualquier mujer.
Pero no a ella. Ella alzó la barbilla al notar su tenso silencio. Lucas era hombre de pocas palabras. Era capaz de decir mucho más exhalando un suspiro de fastidio.
–¿Qué pasa? –le preguntó.
–Estoy… confundido.
Seguramente, eso no era fácil de admitir para un tipo que siempre sabía lo que tenía que decir y lo que tenía que hacer. Sin embargo, tenía que admitir que verlo así, un poco desconcertado, la atraía. Sí, algunas veces, a ella le gustaba vivir en el lado salvaje de la vida.
–¿Y por qué estás confundido?
Él clavó sus cálidos ojos de color castaño en los de ella, pero no respondió.
–Anoche no parecía que estuvieras muy confundido –dijo Molly con más arrogancia de la que en realidad sentía.
Él frunció el ceño. Pero, además, palideció. Y eso, teniendo en cuenta que había heredado su precioso color oscuro de piel de su madre brasileña, era toda una hazaña.
–A lo mejor deberías contarme lo que ocurrió anoche –le dijo Lucas.
–Tú, primero. ¿Qué recuerdas?
–Estábamos en el pub –dijo él, y volvió a arrugar el ceño–. Y, después, me desperté en la cama contigo.
Vaya. Uno de los clientes más antiguos de Investigaciones Hunt había aparecido en el pub y había hecho un brindis por Lucas, «que me ha salvado el pellejo y la vida». Entonces, había apurado un chupito de licor y había esperado que Lucas lo siguiera.
Y Lucas lo había hecho.
Después, se había relajado, había dejado de tener su acostumbrada actitud tensa, pero ella era la única que se había dado cuenta. Para asegurarse de que llegara sano y salvo a su habitación, lo había acompañado. Él se había comportado como un listillo y le había estado dando la lata mientras ella le ordenaba que se acostara, y le había preguntado si en otra vida había sido la malvada enfermera Ratchet.
Aquello había dado en el blanco, porque ella había tenido que ser una enfermera malvada durante casi toda la vida para cuidar de su padre.
–Molly –le dijo él, en un tono tirante. Estaba claro que se le había terminado la paciencia.
Muy bien. Quería saber lo que había ocurrido. Y aquella recapitulación podía ser muy divertida.
–Pues, para empezar, me dijiste que siempre habías estado enamorado de mí.
–Es mentira.
Bueno, sí, era mentira. Eso no se lo había dicho. Vaya.
–¿Tan seguro estás de que es mentira? –le preguntó ella, aunque ya sabía la respuesta. No podía estar muy seguro de no habérselo dicho, porque, cuando ella había conseguido llevarlo hasta casa, ya estaba completamente ido. Y, como siempre lo había visto manteniendo el control de sí mismo al cien por cien, eso la había dejado preocupada.
En realidad, llevaba muy preocupada por él dos semanas, desde que le habían pegado un tiro durante una misión. Al pensarlo, todavía se le encogía el estómago. Según Archer y Joe, Lucas siempre decía que estaba bien, pero tenía unas ojeras muy marcadas, y un aire de tristeza que ella reconocía muy bien.
Era la tristeza de un dolor antiguo y enterrado.
Al recibir aquel balazo, se le habían despertado muy malos recuerdos, y ella lo entendía a la perfección.
Lucas seguía a los pies de la cama, con las manos en las caderas y una expresión de descontento.
–Sigue contándome.
Ella se había criado en una casa llena de testosterona, con su padre y su hermano, y había aprendido desde muy joven a manejar la psicología masculina. Su mejor estrategia siempre había sido utilizar el sentido del humor.
–No sé si debería decirlo. Parece que te va a dar una rabieta –respondió, sonriendo.
Él apretó la mandíbula.
–Yo no tengo rabietas. Quiero saber qué dije exactamente. Y qué hice.
Así que no se acordaba, lo cual representaba a la vez una decepción y una oportunidad.
–Dijiste, y cito textualmente: «Voy a volverte loca, nena».
Él cerró los ojos y murmuró algo sobre ser hombre muerto…
Sin embargo, ella se dio cuenta de que no había dudado que la había seducido. Interesante. Incluso… emocionante. Aunque no cambiara nada las cosas. No estaba interesada en él, y punto. Sentir СКАЧАТЬ