Название: Un baile de máscaras
Автор: Susannah Erwin
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Deseo
isbn: 9788413489537
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Sabía que no le caía bien a todo el mundo, pero, en general, tenía buena relación con todo el mundo. Había sido un líder desde la niñez, había conseguido que su equipo de natación ganase el campeonato estatal y, cuando había decidido dejar la piscina, había montado Monk Partners gracias a su capacidad para convencer a los empresarios para que trabajasen con él. En esos momentos era una de las empresas con mejor trayectoria de Silicon Valley. Pero siempre había sabido que seguiría los pasos de su padre. Era una tradición familiar. Su bisabuelo había sido gobernador de California. Su abuelo había formado parte del Tribunal Supremo. Así que ocupar el puesto de su padre en la Cámara de Representantes sería la culminación de su carrera.
El disfraz llegó perfectamente doblado en una bolsa de plástico, haciéndolo volver al presente. Grayson sacó la túnica blanca, los pantalones anchos y un gorro en forma de cono. Era todavía más ridículo de lo que se había imaginado. Estaba volviendo a meterlo todo en la bolsa, pensando que prefería salir con la camisa manchada de vino, cuando se le ocurrió que aquella podía ser una oportunidad única.
Los siguientes meses iban a ser frenéticos. Su vida social, que ya era casi inexistente debido a las largas jornadas de trabajo, desaparecería por completo. Y si ganaba las elecciones… entonces tendría que olvidarse de pensar en sí mismo. Nadie esperaría que apareciese vestido de payaso, así que podría disfrutar de sus amigos y de la velada sin preocuparse por nada más. Ya tendría tiempo para responder a las preguntas de todo el mundo la semana siguiente. Esa noche iba a disfrutar. Era su última noche de libertad.
Y tal vez pudiese descubrir por qué alguien había expresado en voz alta la preocupación que, en el fondo, él también tenía.
* * *
Los invitados que compartían mesa con Nelle y Yoselin empezaron a charlar animadamente en cuanto Grayson desapareció del estrado. La única que se quedó en silencio fue Nelle, que se dedicó a beberse el cóctel de zumo de arándano y vodka con la esperanza de que este calmase el calor que sentía en las mejillas.
Había visto fotografías recientes de Grayson, por supuesto. Incluso había visto apariciones suyas en televisión. ¿Quién no? Había salido en los medios de comunicación desde que, ocho años antes, había conseguido sus primeros mil millones de dólares a la tierna edad de veinticinco años. Pero en la vida real era más alto y fuerte. Las cámaras no podían captar la intensidad de su mirada ni el encanto de su sonrisa.
Había sentido calor por todo el cuerpo cuando había mirado en su dirección. Nelle había sabido que miraba hacia allí porque el hombre que le había hecho la pregunta en voz alta se encontraba varias mesas detrás de la suya, pero su carisma la había golpeado igualmente como un tsunami, muy a su pesar. No obstante, había intentado aferrarse a la certeza de que, por encantador y atractivo que fuese, ella conocía la verdad. Que todo era una tapadera para conseguir lo que quería cuando quería, sin importarle los daños colaterales.
De tal palo, tal astilla.
Y, de todos modos, no volvería a estar tan cerca de él nunca más. Así que lo mejor sería relajarse y empezar a disfrutar de la velada. Sabiendo que iba vestido de esmoquin, por mucho que se pusiese un sombrero y una máscara para ocultarse, sería fácil reconocerlo y evitarlo.
Yoselin terminó la conversación con el hombre que tenía a su izquierda y se giró hacia Nelle.
–¿De verdad va a presentarse?
–¿Quién? –preguntó Nelle, cruzando los dedos para que Yoselin no se estuviese refiriendo al centro de sus pensamientos.
Yoselin señaló hacia el escenario, en esos momentos ocupado por los músicos.
–Grayson Monk. Al Congreso.
Al ritmo que estaba vaciando la copa, Nelle iba a necesitar otra muy pronto. O, tal vez, dos.
–Supongo. No lo sé.
–Pero tú creciste en El Santo, ¿no? Se me había olvidado, hasta que comentaste que él también es de allí –insistió su amiga.
Nelle sacudió la cabeza, consciente de que sus mejillas debían de estar todavía del color de su bebida.
–Sí, pero él es mayor. Además, nos movíamos en círculos diferentes.
La señora Allen se inclinó sobre la mesa y miró a Nelle con curiosidad.
–¿Has dicho que creciste con Grayson Monk?
Nelle estuvo a punto de atragantarse con un hielo.
–Somos de la misma ciudad, pero…
–¡Estupendo! –exclamó la señora Allen aplaudiendo–. Llevo siglos intentando conseguir que nos patrocine. Con su apoyo, tendríamos la financiación que necesitamos para las instalaciones de East Bay. Sabía que tenía que haber un motivo por el que Yoselin había insistido tanto en que te contratase.
Nelle se mordió el labio y bajó la vista a la mesa. Aquello era cierto. Yoselin había tenido que luchar mucho para que la contratasen. La señora Allen en concreto había preferido a otra candidata, una muy bien relacionada con la élite de la zona.
–Hay muchos motivos por los que Nelle es perfecta para el trabajo –comentó Yoselin–. Para empezar, es…
Se interrumpió al ver a un hombre negro y alto vestido con una toga de juez y una sencilla máscara.
–¡Jason!
Este sonrió y Yoselin se levantó de la silla para ir a darle un beso a su novio.
–¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que no podías acompañarme porque tenías que estudiar –le dijo casi sin aliento.
–Me puedo tomar una noche libre –le respondió él sonriendo y entrelazando las manos con las de ella–. Le he pedido una vieja toga prestada al juez Durham y la señora Allen me ha dejado una entrada para poder sorprenderte.
Yoselin sonrió a su jefa.
–Gracias.
Esta hizo un ademán, quitándole importancia.
–Has estado trabajando tan duro que era lo mínimo que podía hacer por ti –comentó, sonriendo a Nelle–. Y ahora que sé que Nelle está relacionada con Grayson Monk, estoy todavía más contenta. Vosotros dos id a pasarlo bien, nosotras vamos a trabajar.
Nelle sonrió a la pareja, que se alejó hacia la pista de baile, y pensó que sería agradable tener ella también a alguien con quien bailar y reír.
Pero antes tenía que recuperar su reputación, su carrera, su autoestima. Cuando su vida volviese a estar en orden, tal vez pensase en encontrar a un compañero con el que compartirla.
Miró a la señora Allen a los ojos y esbozó su mejor sonrisa profesional.
–He venido aquí a trabajar, así que puede contar conmigo.
La señora Allen miró a su alrededor y su rostro se iluminó.
–¡Ah! Ahí está Bitsy, al otro lado del escenario. Voy a ir a hablar con СКАЧАТЬ