Название: Destinados a amarse
Автор: Annette Broadrick
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: elit
isbn: 9788413751931
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Él se la guardó cuidadosamente en un bolsillo, se puso en pie a la vez que ella y le estrechó la mano, haciéndola ruborizarse de nuevo. Para él fue como una descarga eléctrica. No quería despedirse de ella pero debían separarse. La vio salir de la cafetería mientras él se dirigía a pagar los desayunos.
Melanie miró a Pam y Clay salir del ascensor. La sonrisa se desvaneció en su rostro al ver que él no estaba solo.
–Creo que ya entiendo esas supuestas reuniones que no podías perderte, Clay. Lo que no entiendo es por qué te has molestado en invitarme.
–Melanie, tenemos que hablar –comenzó él.
–Sí, eso es lo que has dicho antes. ¿Dónde has pasado la noche, eh?
Clay sabía que parecía culpable, porque era así como se sentía. Necesitaba decir algo que explicara lo que había sucedido y que no empeorara las cosas.
Melanie entró en el ascensor.
–No te preocupes, puedo suponerlo sin mucho esfuerzo.
–¡No! Espera un minuto. Por favor, tenemos que conseguir encontrar un hueco para…
Melanie lo ignoró y miró a Pam.
–¿Estuvo contigo anoche?
Clay gimió sin poder evitarlo. Oyó que Pam respondía afirmativamente.
–Me confundí con el número de la habitación –se apresuró a aclarar él–. No sé cómo ocurrió y lo siento de veras.
–Qué pena… Pero eso me da igual –dijo Melanie y pulsó el botón de bajada.
Las puertas se le cerraron a Clay en las narices. Él se giró hacia Pam.
–Podías haberme ayudado explicándole la situación –le reprochó él.
–Como no sé por qué estabas en mi habitación, me temo que no puedo inventarme ninguna excusa para ti. Tengo que admitir que lo de confundir los números de la habitación es una historia muy original. Pero ¿que posibilidades hay de que sea real, Clay? –dijo ella–. Creo que harías cualquier cosa para humillarme. No sabía que, después de todos estos años, sigues teniéndome rencor. Esta misión va a ser muy delicada.
Ella se giró y se encaminó hacia su habitación. Clay dio un paso hacia ella pero se detuvo. Tenía que encontrar a Melanie y explicarle lo sucedido. Llamó al ascensor y bajó al vestíbulo. Suspiró aliviado cuando vio a Melanie esperando en Recepción para pagar el hotel. Se acercó a ella.
–Melanie, por favor, no te vayas así –le dijo en voz baja.
Ella se giró hacia él y lo fulminó con la mirada.
–No sé a qué estás jugando, Clay, pero no me gustan las reglas y no quiero jugar. Creía que teníamos una amistad que podía ir a más, o nunca te hubiera acompañado aquí. Pero es evidente que la que sentía algo era yo. Así que ¿para qué querías que viniera? ¿Para darle celos a tu novia? –dijo ella y bajó la voz–. Tienes suerte de que estemos en un lugar público. La parte que no me gusta de mi profesión es que mi comportamiento está siempre a examen. Pero si estuviéramos solos, te aseguro que te daría una patada donde más te doliera. Debía de estar loca por creer que podríamos tener más que una aventura ocasional. Maldito seas, anoche te creí cuando me dijiste toda esa basura de que me echabas de menos y que me deseabas…
A Melanie se le rompió la voz mientras buscaba un pañuelo de papel en su bolso.
–No voy a comportarme de nuevo como una estúpida por un hombre –dijo en voz baja como para sí misma mientras se llevaba el pañuelo delicadamente a los ojos.
–¡No lo había planeado, maldita sea! –protestó Clay–. Fue un accidente estúpido. Cambié de sitio los números de la habitación, eso es todo. ¡Podría haberle sucedido a cualquiera!
Ella levantó la vista y clavó su mirada en él.
–¿Estás diciéndome que no le hiciste el amor?
–¡Creí que eras tú! Por supuesto que… –empezó él pero decidió que era mejor no continuar.
–¿Así que ella era solamente una amiga de la familia, eh? Desde luego eso sí que es ser amigable. Y ahora, si me disculpas, tengo que tomar un avión.
–Déjame que te lleve al aeropuerto al menos.
Ella lo fulminó con la mirada.
–No me hagas favores.
Él la observó mientras se acercaba al mostrador. Él no podía seguir con la discusión sin provocar una escena, y eso era algo que no deseaba. Recordó que su maleta seguía en la habitación de Pam. Le gustara o no, tenía que enfrentarse a ella de nuevo.
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