Название: Ética y ciudadanía
Автор: Fabio Orlando Neira Sánchez
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789588844268
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Podemos, desde esta perspectiva, comparar la ética con la psicología, disciplina que se relaciona en su objeto formal de estudio como lo es la conducta humana. La psicología también ofrece enfoques opuestos; por mencionar alguno, el psicoanálisis y la psicología cognitivo conductual son tan distantes en sus interpretaciones acerca de la conducta, que hasta poseen diferente método de estudio. Cuando se conocen todos los esfuerzos acerca de la comprensión de la conducta moral, se entiende su dificultad y la exigencia de rigor investigativo.
La disciplina ética tiene de por sí un fundamento: el conocimiento de la naturaleza humana; entonces, la antropología tiene que aportar elementos necesarios como teoría integral de la existencia humana. Si la reflexión a la cual invita este capítulo trata sobre las concordancias y diferencias entre ética, religión y legalidad, entonces nos remitiremos a lo que plantea la antropología. Veamos.
ALGUNAS CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS
La ética, como disciplina humanística, se fundamenta en los estudios acerca del hombre. Aristóteles aportó a la antropología, señalando los elementos constitutivos de la naturaleza humana. Sin alguna claridad conceptual acerca de ello, hubiese sido imposible la formulación de una metafísica, de una lógica y de un discurso en lo relativo a la política.
Para Aristóteles era bien clara la naturaleza social del hombre, un ser lanzado por sus necesidades a una dinámica de relaciones intersubjetivas que, en su complejidad, forman la filigrana del tejido social. De esta forma, la sociedad funcional era orgánica, semejante a un cuerpo que era tan solo posible por la contribución de sus partes que, como órganos vivos, determinaban la solución a necesidades y problemas. El hombre, por lo tanto, sencillamente no puede ser tal en aislamiento social. Este es el carácter gregario de la condición humana, irrenunciable a su natura.
Estos estudios aristotélicos permiten establecer lo importante y comprometida que está la conducta humana para lo social, ya que si el hombre es social, es por su conducta de relación, pero no una conducta de relación al margen de la dimensión de moralidad. Toda conducta humana es una expresión de intencionalidades, fines y racionalidad; también implica impacto o consecuencias en el otro, es decir, en la sociedad. La conducta de uno de los individuos que conforman grupo, por su acción o por su omisión, puede ocasionar un impacto positivo o no en una comunidad determinada.
Por esto, la teoría de la virtud es lo más consecuente con lo ético, porque lo ético se soporta sobre la dinámica de la virtud y esta conduce a la felicidad que, en últimas, contribuye a la armonía de la vida social. Es decir, el hombre alcanza su perfección en una relación con el otro y lo otro. Y si siempre se actúa bien, hay habitud, hay costumbre, se regulan las conductas sociales y todo marchará bien.
La ética en Aristóteles es política; no se pueden deslindar, no hay fronteras entre la una y la otra; sin lo ético en el sentido del logro del bien común, lo político se hace disfuncional.
Estas dinámicas en la interacción humana generan un universo de interpretaciones y creencias, de similitudes y diferencias, de maneras de ser, que constituyen el cosmos de nuestra experiencia vital. Empleando un término muy familiar para todos, estamos haciendo relación con la cultura.
LA CULTURA
Este concepto es víctima de un uso reduccionista de su significado. Siempre se le menciona como una de sus manifestaciones solamente. A diario se escuchan expresiones como: Iremos a una actividad cultural, la conferencia deuna muestra de danzas... o una exposición de pintura... o una obra teatral-, como si solamente estos eventos representaran lo esencial de la cultura. Se toma la parte por el todo.
Lo racional e intelectual del hombre, su capacidad de inventiva, su voluntad, su libertad, su comprensión de lo intrahistórico, le han permitido la construcción de una mediación que le ha hecho posibles los diversos procesos para su propio perfeccionamiento. Esta mediación es lo que se ha llamado cultura, el ethos cultural que, como afirmara santo Tomás, es la segunda naturaleza humana.
La cultura es una construcción social que permite cohesión y dirección en busca de fines y logro de propósitos, y que va íntimamente unida a la experiencia particular de los diversos grupos humanos. Esto es lo que permite hablar de contextos de culturas que están marcadas por algunas diferencias y particularidades, que han sido moduladas por los procesos históricos como tales.
Por señalar un ejemplo, la lengua o sistema de comunicación lingüística, considerada como un producto cultural complejo, es el elemento que coadyuva a la cohesión social y permite las diversas dinámicas de cambio. Siendo así, es uno de los factores más drásticos de un choque cultural; se entiende cuando se desconoce un código de lengua como el alemán o cualquier otro en relación con el castellano. La cultura lo implica todo, es el aporte del hombre a la naturaleza que le rodea, es la resignificación de su realidad, es el situarse en el mundo.
En las costumbres, los hábitos y los usos está el origen, la generación de la cultura. Pero esta dinámica de la conducta humana se considera importante en cuanto que trasciende hasta lo más profundo del ser, es decir, se internaliza de una manera tal que va modelando esquemas en el pensamiento, permite construir mentalidades definidas, esquemas de sensibilidad o maneras muy especiales de sentir y esquemas de valoración o formas de cargar de sentido la compleja realidad. Estos esquemas cincelados por las costumbres, los hábitos y los usos, es decir, por la dinámica humana, constituyen la identidad de un grupo, el ropaje que le caracteriza, sus maneras de ser, sus maneras de enfrentar la realidad y resolver las necesidades, retos y problemas.
Por esto, la cultura es cambiante y a la vez transformadora. En una dinámica espiral, permite advertir el fenómeno de las culturas como algo diacrónico, que varía con el transcurso del tiempo, pero a la vez sincrónico en el sentido de la coexistencia de diversas formas culturales que, en este momento de globalización, es más notoria con la llamada diversidad cultural de los pueblos del mundo, hoy por hoy muy cercanos gracias a la tecnología de las telecomunicaciones y de los medios de transporte, que permite observar con simultaneidad asombrosa rasgos tan diversos del modo de ser del hombre en el mundo.
Sin reparar en estas características generales de la cultura, sería difícil entrar a exponer aspectos relativos a la ética, la religión y la legalidad: concordancias y diferencias que son el motivo del presente capítulo y que se ampliarán al campo de lo social como generalidad y de lo técnico.
La aproximación a este análisis se abordará desde lo normativo, esto es, en cuanto que la norma explica suficientemente el carácter de lo ético, lo religioso, lo legal y jurídico, lo técnico y lo social, estableciendo con mayor claridad las concordancias y diferencias de estas categorías.
LAS NORMAS SOCIALES
Recordemos que el hombre es gregario por naturaleza, es decir, que conforma grupos, agregados, clase y comunidad. Que, como producto de la actuación con su realidad, genera una dinámica muy particular que se llama cultura; que la cultura se modifica permanentemente y se enriquece, y que se manifiesta en contextos definidos por las relaciones del grupo.
La cultura se constituye en la mediación y la posibilidad de perfeccionar la comunicación y de desarrollar procesos de transformación que mejoren las condiciones de vida. De esta manera, la cultura se presenta como una necesidad para el desarrollo de procesos netamente humanos y se internaliza como aprendizaje en cada uno de los individuos que la СКАЧАТЬ