El universo novelesco en El Secuestro del General de Demetrio Aguilera Malta. Alberto B. Rengifo A.
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СКАЧАТЬ sus párrafos, se pregunta: ¿Es una “caricatura” de Disney, Barbera o Lantz? ¿El Pato Donald está otra vez metido en una aventura en un país perfectamente utópico? ¿La Tortuga D’Artagnan luchando contra un Anti-King-Kong en Babelandia? (El resaltado es nuestro).

      Nuestra respuesta, después de leer, releer la novela y estudios que han penetrado en ella, es un NO rotundo. No hay tal Pato, ni tal Tortuga, ni tal King-Kong; lo que sí hay es la representación de una realidad mítica, fantástica, esperpéntica a través de diferentes recursos: el realismo mágico, la caricatura, el esperpento, la visión estereoscópica de la realidad, la integración de la ciencia y la tecnología como actividad en el producto literario; pues, de lo que se trata es de “extrañificar” ―como dirían los formalistas rusos― la realidad para que no olvidemos (lectores acuciosos, acelerados o despistados) que este relato es tal vez nuestra propia bufonada que constantemente la vivimos.

      Otra apreciación que se ubica en el andarivel propuesto por Sacoto y Carrasco es la anotación que hace Jorge Dávila Vásquez, cuando en el prólogo a la novela Jaguar de Aguilera Malta, publicada en 2004, dentro de esa magnífica y fructífera Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, en la página 12, escribe: “Luego vinieron las novelas El secuestro del general, obra de una experimentalidad que bordea el expresionismo y el cómic, pero que no cuaja en fruto redondo y maduro (1973), Jaguar, especie de amplificación de El tigre …”. Ante esta aseveración, nosotros oponemos otra que es resultado de un verdadero estudio de la novela en cuestión:

      Esta obra se revela como una novela moderna tanto en la exposición de los recursos técnico-estilísticos como en la irrupción de la ciencia y la tecnología. …

      O esta otra:

      Desafortunadamente o felizmente, son otros críticos, allende nuestras fronteras, los que se han preocupado por analizar esta novela. Tal es el caso, por ejemplo, de Guiseppe Bellini, Clementine Rabassa, Karl Heise, Michel Waag y, en especial, Mohammed Mikou, quien, en su Memoria para optar al grado de Doctor en la Universidad Complutense de Madrid, dedica todo el capítulo tercero de su tesis, La novela de la dictadura en el Ecuador de los años setenta, a estudiar muy detalladamente El secuestro del general. Como se ve, es hora de desempolvar esta novela que mucho tiene que decirnos y revelarnos hoy, en la actualidad. Pensamos que el análisis de las funciones, acciones y narración nos facilitará la tarea de acercarnos con mayor certeza al sentido del mundo novelesco de esta novela que, como bien lo señalara Eduardo Rodríguez Oramas, en el prólogo a la reedición publicada en la Habana, Cuba, en 1980, “es una novela que cumple perfectamente su doble función de entretener y hacer pensar”.

      A propósito de esta afirmación de Rodríguez Oramas, viene a mi mente la enorme felicidad que sentí al conocer personalmente a Demetrio Aguilera Malta. Él, en junio de 1977 en México, había presentado su nueva novela: Jaguar. El 16 de julio del mismo año, vino a Quito a presentarla. Este acto se realizó en una pequeña librería que quedaba en la Diez de Agosto y Veintimilla a la altura del Parque Julio Andrade. Yo, a la sazón, estudiante de pregrado de letras en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, motivado por mi gran profesor Diego Araujo Sánchez, asistí a la presentación llevando entre mis manos sus dos últimas novelas: El secuestro del general y Jaguar. Ya las había leído y muchas preguntas e interrogantes bullían en mi cerebro.

      Un breve marco teórico

      Por lo anteriormente expuesto, conviene hacer algunas anotaciones sobre tres obras clave que guardan entre sí mucha similitud y una misma línea de acción, y constituyen la base teórica principal de nuestro trabajo. Nos referimos a Introducción al análisis estructural de los relatos de Roland Barthes, Las categorías del relato literario de Tzvetan Todorov y La Temática de Tomashevski.

      De esta suerte, Barthes, Todorov y, en alguna medida, Tomashevski establecen una lengua del relato. Por ejemplo, Barthes,, para estudiar un relato, establece tres niveles: funciones, acciones y narración.

      Cuando Barthes habla del nivel de las funciones y establece los cuatro tipos de funciones: núcleos, catálisis, indicios e informaciones, nos parece estar leyendo a Tomashevski, cuando manifiesta sus motivos dinámicos, estáticos, libres y asociados. Y así como Barthes clasifica las funciones en dos grupos: distribucionales e integradoras, Tomashevski divide sus motivos en los que pertenecen al argumento y motivos que СКАЧАТЬ