Sueños De Un Juez I. Serna Moisés De La Juan
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Название: Sueños De Un Juez I

Автор: Serna Moisés De La Juan

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Эзотерика

Серия:

isbn: 9788835403852

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СКАЧАТЬ no vive en nuestro momento y cree que todo es mucho más barato, nada se puede hacer.

      El testigo miraba a todos y veía en sus rostros caras de asentimiento, y continuó:

      ―Termino diciendo que queremos que muera y creemos que estaría mucho mejor si ocurriera tal cosa, pues el sufrimiento en este caso no lo tiene él, sino que nos lo ha trasladado a nosotros, ya que parece que tiene un cuerpo que puede aguantar y sería la ruina de todos los hermanos ―Y dio por terminado el asunto.

      El Juez escuchó, pero nada se veía en su rostro que le hubiera convencido, y aunque todos esperaron algo, también sabían que nadie que fuera Juez, puede dejar ver si está conforme o no con alguna de las partes, y se tiene que reservar para la Sentencia, y cuando el testigo del acusador terminó su exposición, este volvió a tomar la palabra y dijo:

      ―Me reservo el derecho de volver a hablar al final, después de la Defensa ―Y aunque esto no se hacía casi nunca él quería lucirse delante del Rey y había pensado en sacar algo no corriente para impresionarlo.

      Terminó el acusador o Fiscal, le dio la palabra al Defensor, el cual manifestó lo siguiente:

      ―Cuando una persona está enferma se le cuida, y así podemos seguir adelante en la vida, si cuando no servimos para nada, si cuando nuestras mentes no pueden estar claras, por la fiebre o por la enfermedad nos cuidan y así la vida sigue, y esta situación en muchas ocasiones, ha durado un tiempo, a veces incluso más de un año, y aquello se pasa y se olvida, ¿cómo es posible ver a la tercera edad como una enfermedad?

      »Todos estamos obligados por lazos de hermandad, y por considerar que tenemos un Espíritu dentro y no somos animales, y que tenemos humildad, y también sentimientos y obligación de ayudar a los que nos necesitan, pues esa es la base de nuestras Comunidades, verlo si no, cómo desde muy antiguo se han formado éstas sobre la base de AYUDA MUTUA Y PROTECCIÓN MUTUA.

      El Defensor mirando a todos y viendo que estaban bien dirigidos sus argumentos, continuó.

      ―Pero, es más, se nos ha enseñado desde muy antiguo, y lo conocemos por la tradición, y también por algunos escritos, que costumbres tan bárbaras como las que se han presentado justificando esas muertes, eran repudiadas por los Maestros Espirituales. Se nos ha dicho que nuestras acciones tienen un trasfondo en el plano Espiritual, pensar ¿cómo quedaríamos nosotros mismos, si no solo no cuidamos a quien nos necesita sino propiciamos su muerte, dejando que mueran esas personas sin asistencia?

      »Mirarnos nosotros como ejemplo de todos ―continuó el Defensor argumentando― todos tenemos edades que pronto nos darán que contar entre los ancianos, y así mismo les pasarán a nuestros hijos, cuando les llegue el momento. Juzgamos el hacer algo contra esas personas, por tener que soportar la enfermedad de la vejez y encima la incomprensión de los más jóvenes, con lo que nos estaremos juzgando a nosotros mismos cuando sea el momento.

      »Estaremos cometiendo un crimen, el más grande que se puede cometer, pues son seres indefensos, y necesitan de ayuda, cuando ellos mismos durante toda su vida han estado dándose a los demás. Por ello digo y sostengo que los ancianos deberán ser respetados y tratados con la cortesía y el cariño que se merecen como personas, y también como padres de los que ahora les quieren echar y quitarles lo que es suyo.

      »Pero no ver solo esto, ahora mismo se quiere ver, si es correcto o Justo, el sostener con vida a ancianos que nada sirven para la humanidad, fijaros si no estaremos dando argumentos a algunos poderosos o no tan poderosos, a que se quiten de encima a todos aquellos parientes que luego tengan que decidir sobre ellos.

      »Ver que, según lo expuesto, solo se quedarán con los que luego ellos mismos sepan que les van a tratar bien, estaremos cubriendo un crimen con las acciones correspondientes del que va a ser la víctima, y sabéis que cuando uno está en peligro de muerte tiene todo el derecho de la Defensa.

      »Pero ver también que, si hacemos tal cosa, todos los que lleguen a cierta edad, harán que sus fortunas se gasten y ellos mismos no se preocuparán de tener haciendas, pues nada se tiene que quedar para los verdugos, que cuando llegue el momento le matarán y se quedarán con sus bienes.

      »Conocéis que todos los que poseen algo, tienen la preocupación de que sus bienes se conserven a través de los demás, y que, aunque algunos entendáis que el almacenar bienes en la Tierra es de necios, existen esas personas y el Reino es una muestra de ello ―Cuando dijo esto, el Juez se dio cuenta de que se había metido con la Corona, y que era una equivocación y así continuó y rectificó―. Pero no ver este último caso como muestra, si como el deseo de almacenar lo mejor para los suyos, y así vivir todos en mejor estado de salud y con alimentos y vestidos para todos, ―Y cuando estimó arreglado el fallo, continuó―. ¡Claro que es importante el caso que contábamos!, pero también detrás de ello, está el trasfondo de, ¿quién tiene derecho a dejarse matar?, pues tal sería lo que pensarían todos los hombres cuando se acercasen a los momentos en que serán ancianos, o bien ¿quién tiene derecho a matar al otro?, porque fijaros, y que sirva para reflexionar, ¿no tendría ese derecho el padre sobre los hijos que han salido de sí mismo?

      »¿Acaso cuando quisiera no tendría ese derecho? ―continuó el Defensor―. Y entonces si se lo negamos a él, ¿cómo podemos dar ese derecho a los hijos, si el padre les ha dado la vida?, ¿acaso los hombres con nuestras mentes haremos las cosas al revés que la naturaleza?

      Aquí se volvió a equivocar y se dio cuenta, y rectificó.

      ―Aunque claro, que, si la naturaleza tiene esas costumbres en algunos animales, y nosotros realizamos este acto nos convertimos en animales carniceros, que matamos para quedarnos con los bienes de los demás o simplemente porque no nos molesten, aquellos que no nos pueden beneficiar.

      Aquí el Defensor hizo una pausa, y de esta manera utilizó lo que en los Juicios se llama “el silencio de la atención” al hacer un silencio, todos se callan esperando lo que sigue, y se centra la atención en lo siguiente que se quiere decir, y el Defensor alzando la voz continuó:

      ―Por eso grito y lo hago bien fuerte, ¡la vida es importante y nadie tiene derecho a quitarla! y si uno ha luchado por un País, por unas tierras, por una familia, nadie de este País, de estas tierras, o de esta familia tiene otro derecho que protegerlo hasta el fin de sus días.

      Después le llegó el turno a un testigo de la Defensa que dijo:

      ―Veréis, me conocéis como Juez y también conocéis mi reputación de que nunca miento, por ello quiero que veáis que esta historia es cierta y no preparada para la Defensa.

      »Yo tengo a mi padre en casa y bendigo el tenerlo pues es un hombre sabio y justo, y ayuda a la casa con su sabiduría, no da apenas trabajo y lo que da es gratamente compensado con alegría y halagos, y lleva ya con nosotros, cinco años, y aunque esperamos que tenga remedio pues fue un accidente al ser atropellado por una cabalgadura de un soldado, y haberse lastimado la espalda y las piernas que sufrieron fracturas varias. Sabemos que no será el mismo, y que necesitará ayuda, pero su cabeza está bien y aún enseña a todos los que están al lado.

      »Quiero destacar que está muy unido a mis hijos, a los que quiere más que nos quiso a nosotros, y que ellos le corresponden en la misma medida, y como muestra ver qué ocurre, una de las hijas dice que quiere llevárselo a su casa, pues va a casarse próximamente y así tendrá compañía y buenos consejos, y ellos como son jóvenes lo necesitarán.

      El que así hablaba no tenía más que decir, y terminó asegurando que su padre antes era muy diferente, ya que siempre estaba ocupado con СКАЧАТЬ