Pie De Cereza. George Saoulidis
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Pie De Cereza - George Saoulidis страница 4

Название: Pie De Cereza

Автор: George Saoulidis

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Героическая фантастика

Серия:

isbn: 9788893986373

isbn:

СКАЧАТЬ 22% Equipo Pies Posición Ejecutora (Espada y Escudo) Victorias 4 Derrotas 71 Ingresos 5500 Patrocinador Jugos de Pepinillo Granizados

      Mil euros más cada mes, añadidos así como así a su cuenta. Definitivamente podría trabajar con eso, especialmente con todos los gastos ocultos de poseer un equipo. Era una locura, pedían mierda en la que él ni siquiera había pensado. Logos, sitios web, servicios de streaming, gerentes de medios sociales y por contrato estaba obligado a proporcionárselos al torneo de Ciberpink. Los mirones necesitaban un ojo de cerradura para espiar, tú sabes. Tenías que hacerlo lo suficientemente grande y asequible en línea por medio de menús ordenados, desplegables en orden descendiente de lujuria. Afortunadamente, Tony siempre estaba dispuesto a arreglar todo para él. Se había hecho prácticamente indispensable. Héctor ni siquiera sabía dónde estaba alojado el sitio web del equipo, mucho menos trabajar en él. El hombre podía ser insufrible algunas veces, pero era un mago con las computadoras. Y se babeaba sobre el teclado desde que comenzó a estar todo el día alrededor de las atletas Ciberpink. Héctor decidió dejar que el hombre tuviera sus perversiones. Atrasaría algunos pagos por ahora, pero le pagaría su parte justa. Estaba haciendo cosas en las que Héctor ni siquiera había pensado. Había conectado noticias y automatizaciones que Héctor ni siquiera entendía. Todos los fanáticos lujuriosos serían notificados al segundo de la actualización en el patrocinio, pronto pondrían sus órdenes en línea. Las lenguas de los fanáticos en color pepinillo, era algo divertido de imaginar.

      Héctor sacudió la cabeza. Ciertamente, un mundo raro para vivir.

      Se levantó, miró por la ventana hacia la calle iluminada. La gente aún caminaba a pesar de que las tiendas estaban cerradas a esa hora. Por supuesto, el comercio no se detuvo sólo porque el programa de horario fijado por el gobierno había terminado. Héctor vio al vendedor de drogas usual en la esquina, un muchacho de apenas 17 años, y como era de esperarse, una joven conversando con él para conseguir un toque. Tenía el cabello corto, una buena figura y arrastraba un morral de viaje detrás de ella-

      Cherry del coño.

      Héctor corrió por las escaleras y salió de la tienda, cruzó la calle y de manera casual dijo, “Hola, Mike”.

      “Hola Sr. Troy, ¿Qué pasa?” dijo el joven confundido, mirando alrededor. Ambos sabían que Héctor no era su cliente usual.

      “Oh, todo está bien. Oye Cherry, no te había notado”. Héctor se recostó del poste de luz.

      Cherry frunció el ceño. “Si viniste hasta aquí a detenerme-“

      Héctor levantó una mano, “En realidad déjame detenerte ahí mismo. La verdad, no me importa, pero sí sé que este joven empresario le vende una mercancía de mierda a la gente que es nueva en el vecindario”. Lentamente se volvió hacia Mike para verlo.

      Estaba aterrado. “Sr. Troy, yo nunca, honestamente”. Le arrebató el pucho de cocaína de la mano a Cherry y se lo cambió por otro. Volviéndose hacia ella le dijo, “la próxima vez déjame saber que conoces al Sr. Troy, ¿estamos amor?”

      Cherry cruzó los brazos y miró hacia un lado. “Cómo sea”.

      “¿Estamos listos? Ven al piso de arriba, Patty te ha estado esperando todo el día, estaba preocupada por ti”.

      Cherry lo siguió un par de pasos y se detuvo en el pavimento. “¿Qué vas a hacer, darme un sermón? “¿Quitármelo?”

      Héctor se volvió hacia ella y puso su mano en alto. “¿Tú tienes, qué, veintidós años? Quiere decir que eres una adulta y no, para ser honesto, preferiría que no uses drogas en mi casa, pero si la alternativa es que te la pases en la calle, drogada en cualquier callejón, entonces sin lugar a dudas, entra. Patty ha estado yendo de aquí para allá todo el día, me está volviendo loco”.

      Comenzó a caminar y Cherry permaneció sin moverse.

      “Voy a entrar, la puerta está abierta para cuando decidas qué hacer”, dijo Héctor en voz alta mientras se alejaba.

      Después de un puchero audible, escuchó el morral que se deslizaba por la calle hacia él.

      CAÍDA CUATRO

      “¡Cherry!” Exclamó Pickle y la abrazó. No, la abrazó muy fuertemente.

      “Hola, ya estoy aquí. Hurra”, dijo con una sonrisa forzada.

      “¡Por fin!, estaba preocupada porque nunca respondiste los correos. No importa, déjame mostrarte el lugar. Esta es la casa, y esta es…”

      Pickle continuó hablando y hablando acerca del lugar, como si estuviese atolondrada. Cherry no quería arruinar su estado de ánimo, pero no sentía lo mismo. Seguro, confiaba en su amiga, y de alguna forma estaba segura que no era ningún tipo de trampa, pero ya había sido maltratada demasiadas veces. No podía evitar que esperara a que cayera el otro zapato.

      “Esta es la cocina, prácticamente es el salón de reuniones. Este es el ouzo de Héctor, hay una provisión suficiente si es que puedes beberlo. Este estante es mi despensa de pepinillos, puedes tomar cuantos quieras”. Ella tomó una jarra completa de pepinillos.

      “Vaya, gracias…” Cherry se rio.

      “Y ese es nuestra habitación, dormiremos juntas esta noche y lo primero que haremos mañana es conseguirte una cama, ¿Te parece?”

      Cherry se encogió de hombros y dejó que le cargara el morral que estaba en la esquina. Pickle estaba como atolondrada, señalando cosas a la izquierda y a la derecha. “Este es el baño, podemos usar el de arriba. Héctor lo dejó para nosotras. Este es el cuarto de los trastes, nunca toques nada de allí, de todas maneras, son sólo cajas llenas de polvo. Esta es la habitación de Héctor, ahora vamos abajo”. Tres escalones antes de llegar al piso, se sentó y el resto lo susurró. “Este es el mejor sitio para espiar a Héctor mientras trabaja sin molestarlo. Es una vista agradable mientras uno se come una botana”. Pickle mordió un pepinillo y se puso a mirar.

      Héctor estaba sin camisa, sudando frente a la fragua. Era de alta tecnología construida para trabajos de precisión que incluso podía hacer piezas para naves espaciales, pero sin embargo despedía un calor del carajo. Una chimenea de meta material a base de grafeno enviaba el calor hacia afuera Estaba construyendo partes para sus armaduras, en cierto momento hacía un trabajo pesado golpeando sobre metal con martillos y vertiendo aleaciones derretidas en moldes y al momento siguiente hacía un delicado trabajo de costura mezclando los materiales blandos y fuertes en una perfecta amalgama.

      Cherry también observaba y distraídamente aceptó un pepinillo de la jarra y lo masticó. Héctor se parecía a Hefesto trabajando en su fragua. Pero en vez del pequeño, voluminoso jefe del Olimpo, éste era alto, delgado, con músculos hechos para el trabajo, en nada parecido al típico físico culturista hinchado. Las muchachas observaban los músculos que se distendían y contraían, dirigiendo cada golpe del martillo hacia el sitio preciso al que apuntaba. Cherry podía ver que no había correcciones ni golpes СКАЧАТЬ