Название: Historia del Breviario Romano
Автор: Casimiro Sanchez Aliseda
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Cuadernos Phase
isbn: 9788491653240
isbn:
21 Hardouin, Coll. Conc., 2, 1.042.
22 Mansi, Conc., 10, 616.
El Oficio o cursus de la Iglesia romana
La Iglesia romana no se mostró remisa en organizar a su debido tiempo la plegaria litúrgica, y según nos atesta la Traditio de Hipólito, fue la primera en celebrar, in ecclesia, un Oficio divino cotidiano, mañana y tarde. San Jerónimo recuerda, a finales del siglo iv, en varios pasajes de sus obras los días de vigilia, las solemnidades nocturnas, los salmos e himnos que se cantaban por la mañana y la oración hecha a las horas de Tercia, Sexta y Nona, como el sacrificio vespertino al tiempo de encender las luces, todo como de uso corriente entre los ascetas romanos. Otros testimonios confirman lo mismo.
No puede dudarse en consecuencia de que en Roma se celebraba ya en el siglo v, y con probabilidad desde fines del iv, un oficio litúrgico diario (Vísperas, Vigilia y Laudes) en las principales basílicas, como sabemos existía en las grandes ciudades del Oriente y el Occidente. Del estudio de la Regla de san Benito, que basó su cursus litúrgico en el romano, y merced a los datos que proporcionan dos Ordines romani antiguos –el de Johannes Archicantor, de la basílica de San Pedro, y el del prior Bernardo, de la basílica lateranense–, se puede con suma probabilidad reconstruir hasta en sus detalles todo el antiguo Cursus Officii de la Iglesia romana. Benemérito ha sido de estos trabajos de investigación el gran liturgista monseñor Callewaert,23 cuyas conclusiones son las siguientes:
23 Liturg. Inst., tract. II. De Brev. Rom. Liturg., pág. 51 y ss.
El oficio nocturno dominical comprendía tres nocturnos: el primero, de catorce salmos con tres lecturas y tres responsorios, y el segundo y tercer nocturno, con seis salmos cada uno y otras tres lecturas con sus responsorios. En las demás ferias el nocturno era único, a base de doce salmos y tres lecturas con tres responsorios.
No había preces introductorias (Deus, in adjutorium) ni himno a ninguna Hora, y a los Maitines tampoco el Invitatorio. Hoy (los años cincuenta del siglo xx) queda un recuerdo de esta práctica en el oficio de Epifanía y en el del Triduo de Semana Santa.
Los Laudes se componían de siete salmos más un cántico del Antiguo Testamento. Carecían de capítulo y responsorio, pero se decía el verso, el Benedictus y el Pater noster o la oración.
Las Horas menores comprendían tres salmos (excepto Prima, que tenía dos), con capítulo, responsorio, verso Kyrie y Pater noster.
Vísperas se compone de cuatro salmos, verso, Magnificat, preces, Pater noster u oración.
En Completas se rezaba el Salmo 90, verso, Nunc Dimitis (?), Kyrie y Pater noster.
Con el Pater noster se terminaba normalmente cualquier Hora, pues la oración se reservaba exclusivamente al Papa o a alguno de los cardenales obispos, si asistían.
¿Quién fue el autor del cursus romano?
La tradición señala a san Dámaso (336-384), el Papa educado desde su niñez en los archivos de la Iglesia de Roma, el protector de los estudios bíblicos de san Jerónimo y el cantor de los mártires de las catacumbas. San Dámaso ordenó a san Jerónimo la corrección del Salterio y la traducción de la Sagrada Escritura, adoptando la nueva recensión en los libros litúrgicos. San Gregorio le atribuye la introducción del Alleluja en la misa dominical, y en su tiempo debió de introducirse en Roma el canto conforme a la graecorum psallentia, que por entonces implantaba en Milán san Ambrosio, según nos ha dejado constancia su biógrafo Paulino: Hoc in tempore primum antiphonae, hymni ac vigiliae in ecclesia mediolanensi celebrare caeperunt, cujus celebritatis devotio... per omnes paene occidentis provincias manet.24
24 Vita S. Ambros., 13.
Otra opinión atribuye al papa Celestino (424-432) la creación del citado cursus, conforme a un texto del Liber Pontificalis, pero las autoridades de más peso están por el papa san Dámaso.
Todo lo que hasta el presente hemos ido diciendo se refería al oficio ferial con su propio de Tempore, constituido por las principales solemnidades cristológicas de Navidad, Epifanía, Pascua, Ascensión y Pentecostés; pero al lado del mismo empezaba a desarrollarse el propio de sanctis, que conmemoraría los aniversarios de los mártires, tal como hoy aparecen en el calendario filocaliano. Tales fiestas, muy pocas en número, tenían un carácter local y se celebraban en las iglesias de los cementerios. El Oficio, en estos casos, se limitaba solamente al canon nocturno (Vísperas, Vigilia y Laudes), con exclusión de las Horas diurnas. En tales oficios, como en los de las festividades del Señor, los Maitines comprendían tres nocturnos de nueve salmos (en vez de doce), con otras tantas antífonas y lecturas.
La obra litúrgica de san Gregorio Magno
La tradición unánime atribuye al papa san Gregorio Magno (590-604) una revisión de los libros litúrgicos de la Misa y del Oficio, así como del canto litúrgico, conforme a aquel verso que aparece al frente de muchos sacramentarios gregorianos: Patrum monumenta sequens renovavit et auxit. Por tanto, fue el suyo un trabajo de revisión y perfeccionamiento.
Instituyó las letanías cuaresmales que se cantaban procesionalmente en Roma al ir a celebrar la misa en las iglesias estacionales, ordenó el número de estas, reformó la disciplina catecumenal, dio reglas sobre el uso de los Kyrie, del Alleluja y del Pater noster en la Misa y agregó algunas frases a la oración Hanc igitur.
En el Oficio divino no fue menos notable su obra. De la práctica benedictina tomó las preces introductorias a las Horas canónicas (Deus, in adjutorium con el Gloria y el Alleluja) y a Maitines el Domine, labia mea y el Salmo 94, Venite exsultemus (Invitatorio). En el tiempo de Septuagésima y Cuaresma suprimió el Alleluja de las preces aludidas, y en las Horas menores lo sustituyó por antífonas compuestas por él mismo, verbigracia, en Nona, aquella Si vere fratres divites esse cupitis, veras divitias amate. Igualmente compuso otras antífonas tomándolas del Evangelio, como la del ciego de nacimiento en Quincuagésima y la de María Magdalena en la feria V de Pascua, lo que prueba la revisión que hizo del antifonario.
Fundó además la Schola cantorum de San Juan de Letrán, o al menos la reorganizó totalmente. Esta Schola, compuesta de pequeños cantores, llevó una vida próspera durante los siglos vii y viii, contribuyendo a conservar las melodías gregorianas intactas y transmitirlas a la posteridad. La intervención de sus maestros en Inglaterra y Francia ayudó eficazmente a la implantación de la liturgia romana en aquellas regiones.
El Oficio o cursus romano que hemos venido describiendo se había ido propagando en Roma y en las iglesias cercanas. En las mismas cada día se tenía el oficio vigilial (Vísperas, Maitines y Laudes). Tal obligación, aunque honrosa, no dejaba de ser gravosa para el clero, que debía СКАЧАТЬ