Condenada . Морган Райс
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Название: Condenada

Автор: Морган Райс

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Героическая фантастика

Серия: Diario de un Vampiro

isbn: 9781632912763

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СКАЧАТЬ contra la pared de hormigón. Se dejó caer, inconsciente.

      Los otros dieron un paso atrás y la soltaron, con la boca abierta en estado de shock y con miedo mientras miraban a Scarlet. Se veían como si se hubieran dado  cuenta que habían cometido un error muy grande.

      Antes de que pudieran reaccionar, Scarlet se dio vuelta y le dio un codazo al hombre que la sostenía, dándole una zancailla en la mandíbula con tanta fuerza, que él dio vuelta dos veces y se derrumbó, inconsciente.

      Scarlet se volvió, gruñendo, y se enfrentó a los otros dos, como una bestia mirando a su presa. Los dos vagabundos se quedaron allí, con los ojos desorbitados por el miedo, y Scarlet escuchó un ruido, bajó la mirada para ver a uno de ellos orinándose en sus pantalones.

      Scarlet se agachó, recogió su cinturón, y avanzó con total despreocupación.

      El hombre se tambaleó hacia atrás, petrificado.

      "¡No!" Él gimió. “¡Por Favor! ¡No fue mi intención!”

      Scarlet se lanzó hacia adelante y envolvió el cinturón alrededor de la garganta del hombre. Entonces, ella lo levantó con una mano, los pies del hombre colgaban sobre la tierra, el hombre jadeaba mientras trataba de agarrar la correa. Ella lo mantuvo allí, en lo alto, hasta que, finalmente, él dejó de moverse y se desplomó, muerto.

      Scarlet se volvió y se enfrentó al último vagabundo, que lloraba, estaba  demasiado asustado para correr. Con los colmillos extendidos, dio un paso adelante y los hundió en la garganta del hombre. Él sacudió sus brazos y, en unos momentos, yacía en un charco de sangre, lívido.

      Scarlet escuchó un correteo a distancia, y vio al primer vagabundo levantarse, y gemir, se estaba poniendo lentamente de pie. Él la miró con los ojos muy abiertos de miedo, y con sus manos y rodillas trató de escapar.

      Ella se abalanzó sobre él.

      "Por favor, no me hagas daño", gimió, llorando. “No era mi intención. No sé lo que eres, pero no quise hacerlo.”

      "Estoy segura que no," contestó ella, con su voz oscura, inhumana. "Al igual que no es mi intención lo que voy a hacerte ahora."

      Scarlet lo cogió por la espalda de la camiseta, lo hizo dar vueltas, y lo lanzó hacia arriba con todas sus fuerzas.

      El vagabundo salió volando como un misil hacia el puente, la cabeza y los hombros se estrellaron contra el cemento saliendo por el otro lado, el sonido de escombros cayendo se escuchó por todas partes después que ella lo arrojó a la  mitad del puente. Quedó atorado allí, capturado, con las piernas colgando debajo.

      De un solo salto, Scarlet llegó hasta la parte superior del puente y lo vio con su torso superior atrapado en el hormigón, mientras él gritaba, con la cabeza y los hombros expuestos, era incapaz de moverse. Él se movía, tratando de liberarse.

      Pero no podía. Era un blanco fácil para todo vehículo que se aproximara.

      “¡Sácame de aquí!", él le exigió.

      Scarlet sonrió.

      "Tal vez la próxima vez", ella dijo. "Disfruta del tráfico."

      Scarlet se volvió y saltó y voló hacia el cielo, los gritos del hombre se iban apagando mientras ella volaba más y más alto, lejos de ese lugar, sin saber donde estaba, y eso tampoco le importaba. Sólo tenía a una persona en su mente: Sage. Su rostro se cernía ante ella, en el ojo de su mente, igual su barbilla y sus labios perfectamente cincelados, sus ojos conmovedores. Podía sentir el amor que él sentía por ella. Y ella sentía lo mismo.

      Ya no sabía donde estaba su casa en este mundo, pero no le importaba, siempre y cuando estuviera con él.

      Sage, pensó. Espérame. Voy a por ti.

      CAPÍTULO SEIS

      María estaba sentada con sus amigos en el huerto de calabazas, muy celosa de todos, odiaba la vida. Todo el mundo parecía tener un novio salvo ella. Y los que no tenían eran parte de una muy fuerte camarilla de amigos que se apiñaban todos juntos.

      María estaba sentada sobre un montón de calabazas, Becca y Jasmine estaban a  su lado, y realmente ya no sabía dónde encajaba. Maria  solía tener una camarilla tan fuerte, una que por años había sido indestructible, ella y Becca y Jasmine y, por supuesto, su mejor amiga, Scarlet. Habían sido inseparables. Si una de ellas no tenía novio, las otras siempre estaban allí acompañándola. Ella y Scarlet se habían jurado que nunca pelearían, que irían a la misma universidad, serían damas de honor en la  boda de la otra, y vivirían siempre a diez cuadras de la otra.

      María había estado muy segura de sus amigas, de Scarlet, de todo.

      Luego, en las últimas semanas, de repente, todo se había venido abajo, sin previo aviso. Scarlet le había robado a Sage frente a sus ojos, el único chico con quien María había estado totalmente obsesionada en un largo tiempo. El rostro de María se sonrojó al recordar toda la indignidad; Scarlet la había hecho verse muy estúpida. Todavía estaba muy enojada con ella por eso, y creía que nunca la  perdonaría.

      Maria recordó su última pelea, Scarlet se defendió diciendo que ella le gustaba a Sage, y que no se lo robó. En el fondo, María sabía que probablemente tenía razón. Aún así, tenía que culpar a alguien; era mucho más fácil de culparse a sí misma.

      Alguien la golpeó, y María se deslizó de la pila de calabazas, aterrizando en el suelo, y sus vaqueros se llenaron de barro.

      “¡Qué te pasa!" Ella gritó, furiosa.

      Era uno de los chicos borrachos. Varios cientos de su clase se habían reunido allí, como tradicionalmente siempre lo hacían, el día después de la gran fiesta del otoño, en este estúpido evento de la escuela de "cosecha de la calabaza". Todo el mundo sabía que realmente nadie recogía calabazas, todos se sentaban alrededor del campo de calabazas, bebiendo sidra de manzana caliente y comiendo donas, mientras que la chusma de la clase mezclaba la sidra con ginebra. Uno de esos chicos la había golpeado. Él ni siquiera se había dado cuenta, e insultaba mientras se tambaleaba. María lo conocía, y sabía que todos los chicos que bebían a esa edad no terminarían haciendo nada con sus vidas, al menos eso la consolaba.

      María tenía que aclararse la cabeza. No podía soportar más, estar junto a todo eso. Sólo quería huir. Todavía estaba muy molesta, y ahora ni siquiera sabía por qué. Perder a su mejor amiga, aun con Jasmine y Becca allí, la hacía sentir como suelta. Y aun peor, todavía sentía deseos por Sage. Pensar en él la estaba volviendo loca.

      María se puso de pie y comenzó a caminar.

      "¿A dónde vas?" Jasmine preguntó.

      María se encogió de hombros.

      “Voy a tomar un poco de aire."

      María se abrió paso entre la multitud, alejándose más y más hacia el campo de las afueras de la ciudad, mientras miraba a todos los niños sosteniendo sus tazones, sentados alrededor, riendo, todo el mundo parecía estar muy feliz. Todo el mundo menos ella. En ese momento, los odiaba a todos.

      María llegó al borde de la multitud y siguió caminando hasta un pajar solitario,  en la base del laberinto de maíz.

      Puso su cabeza entre las manos y contuvo las lágrimas. Se sentía deprimida, y no sabía por qué. Sobre todo, pensó, porque СКАЧАТЬ