Название: El Inductor
Автор: Ruthy Garcia
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Зарубежные детективы
isbn: 9788873046790
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Su mente se remontó hasta hacÃa solo unas horas, cuando llegaba al juzgado. Ãl caminaba en medio de todos sus vecinos amontonados en la puerta, con pancartas que decÃan: «Pagarás por esto». Por un momento se sentÃa apoyado, pero oÃr aquella palabra, «lo que queda de él», fue atroz, bárbaro y crucial.
â¿Se siente bien, señor Fondeur? âEl abogado ha preguntado por tercera vez. Es cuando el hombre reacciona.
En medio de aquel alboroto, un guardia se acerca a la juez y le entrega un sobre sellado. La jueza lee lo escrito en su parte delantera: «Pruebas». Lo abre. La acusada le mira. La discusión entre los presentes les da a ambas mujeres una oportunidad de mirarse fijo a los ojos.
La juez está leyendo y la acusada se queda en silencio. La magistrada encuentra fotos, varias cartas, una de ellas sellada con más de treinta y cinco firmas. Lo que ve es sorprendente. Está sin palabras, pero no puede más que hacer silencio, entrar todo el papeleo de nuevo al sobre y tratar de que el orden llegue a la sala otra vez.
âOrden en la sala. âEl mallete de la juez suena imponente y hace volver en sà al hombreâ. Un receso de veinte minutos. Esperamos luego esclarecer todo, esta comunidad necesita descansar. Espero, señora Yesi Polman, que tenga respuestas precisas para todos nosotros. Este juicio se ha aplazado varias veces por algunas exigencias absurdas de su parte. Espero que haya valido la pena.
âLa valdra, ya lo verá.
Los oficiales Sander y Fátima se acercan a la acusada, que debe regresar a una celda hasta pasado los minutos de receso. Esta se levanta. Su tez morena se
confunde con el color caoba del mobiliario de aquel juzgado. El cabello recogido y sus ojeras son sinónimo de cansancio.
Alguien entre los presentes le observa fijamente. Está sentado en la parte trasera. Ella camina despacio. Su cuerpo delgado es fácil de llevar por los oficiales. Las esposas puestas en la parte delantera lucen brillantes, parecÃan estar nuevas. El personaje que le observa es uno de los últimos en levantarse. Casi todos han salido de la sala cuando ella y los oficiales casi llegan a la puerta. Se levanta aquel hombre de su asiento, tomó sus manos y las une. La acusada se detiene un momento y le ve fijo a los ojos. El hombre le dice: «Wraak is joune» y ella hace esfuerzos por levantar sus manos esposadas y colocar sus manos juntas. Lo logra a medias. Los oficiales le obligan a continuar. Sander da unos pasos atrás mientras Fátima sigue guiando a Yesi a su celda. Siente curiosidad por entender qué le dijo él.
â¿Conoce a la mujer? ¿Qué sabe de ella?
â¿Conoce usted a la mujer con quien duerme cada noche? Es la vida oficial, nadie sabe quién es quién.
El oficial le ve salir de la sala con un periódico bajo el brazo, silbando tranquilamente. Luego va rápido al pasillo al encuentro de Fátima.
â¿Estás loco, Sander? ¿Sabes que es peligroso? Si ven que solo un guardia custodia solo a un acusado, podrÃa perder su trabajo.
Los pasillos están repletos de gente. Afuera puede verse a través del cristal a las masas con pancartas. Yesi sonrÃe al verlo.
â¿Está loca? ¿Cómo sonrÃe al ver a tantos querer ver su cabeza rodar por tierra? No lo entiendo.
âIrónico, ¿no? ¿DeberÃa estar llorando entonces?
â¿Qué le dijo el hombre en la sala? âLa curiosidad de Sander es perniciosa.
âNo lo conozco, no sé qué me dijoâ¦. âSe nota cierto flaqueo al hablar.
âNo parece, niña negra. âSander es descortés al decirlo al oÃdo. Es un comentario racial.
âDéjala en paz, Sander. Recuerda que de inmigrantes están hechos los Estados Unidos y no olvides que soy una. âSus ojos negros le miran fijos.
Continuaron caminando hasta llevar a la celda a Yesi. Al quitarle las esposas se sentó en el suelo.
âVolveremos por ti dentro de un rato. Acaban de informar de que el juicio se aplaza dos horas más. Mejor empieza a pensar cómo explicar dónde tienes al muchacho. Te juegas mucho.
âSander, déjala en paz. Vete, largo de aquÃ.
La oficial Fátima se queda frente a ella en la celda.
âNo mataste a ese niño, ¿verdad? Dime que no fuiste tan estúpida para hacer algo asÃ. Todos, todos esperan que digas el paradero del muchacho. Estamos cansados. Ha sido una investigación exhaustiva y yo llevo muchas noches sin dormir. Recuerdo que llegaste aquà por tu propia voluntad, al tener desaparecida junto al chico tantos dÃas. Te entregaste por voluntad propia. Por favor, habla.
â¿Crees en la justicia?
La pregunta hizo que la oficial se acercarse más a ella.
âSÃ, por supuesto, creo en ella. En cierta forma la practico, soy parte de ella.
âIndirectamente sÃ. Los policÃas, los jueces, los abogados, todos creen tener la justicia en sus manos, pero nadie habla libremente de lo que arropa su corazón en algunas ocasiones, de lo que a veces le quita el sueño. No se sabe hasta que te toca.
â¿Y qué es? ¿Qué arropa nuestros corazones?
â¡La venganza!
La oficial hizo una pausa. Volteó y con cierto desagrado volvió a mirar a la mujer. VeÃa cómo todos sus compañeros se disponÃan a ir al receso, se dirigÃan a almorzar y a otros asuntos. Se habÃa quedado sola con Yesi. Aquel pasillo de celdas era silencioso. HabÃa otras celdas, ocupadas por individuos acusados de otros delitos.
âCreo СКАЧАТЬ